Emilio Molero o los sones de la ría (y II)
Historia menuda
COMO director, era Emilio Molero sobrio, preciso y elegante, cálido, alegre, polifacético en los temas, sugestivo y apasionado. Con los gestos y un sentimiento comunicativo especial, electrizaba a su orquesta y al público, que, fiel a la cita, acudía cada noche, ya que, de antemano, sabía que merecía la pena ver actuar a la Orquesta para contagiarse de la alegría que irradiaban los alegres sones.
Pero si su quehacer artístico le ocupaban casi todas las horas del día, algún que otro rato había para seguir por la senda de la composición. Así, en el Gran Teatro, en 1946, Pilarín Tavira interpretó un pasodoble que llevaba por nombre oficial Coplas del Puerto pero que el destino quiso que se popularizase con el nombre de Mi Huelva tiene una ría, en cuya letra compartieron su categoría literaria Alejandro Wilke y Domingo Manfredi Cano. La extraordinaria calidad de este pasodoble hizo que el nombre de Emilio Molero llegase a la cima del Parnaso de la composición, que consagrase de una manera definitiva su reputación de músico, ya que, además de convertirse en un himno para Huelva, este tema se puede escuchar en los más insospechados y alejados lugares de nuestra capital. En este sentido, aunque no se grabó el pasodoble hasta muchos años después, como decía el maestro "por dejadez, pero es tan conocida que recibo liquidación de Autores desde todo el mundo: Japón, Argentina, Puerto Rico… Yo no quiero interpretarla, porque es muy antigua, pero es un número que me lo piden en todos lados…", y, tras acceder a la petición, era epilogada la música con una gran ovación.
Tras este pasodoble choquero, pinturero, garboso, de vivísima policromía marinera, de compases ágiles y briosos que animan a que el corazón grite: ¡Viva Huelva!, sus exigencias musicales laborales le imponen una tregua compositora durante varios años hasta que cesa la actividad de su Orquesta.
Entonces comienza una etapa en la que comienza a brillar con luz propia en otros campos musicales. En su casa, pequeño reino musical situado en la Avenida de Italia (antes había vivido en la calle Rico, casi frente a la casa de los Litri), su piano no cesa de esparcir notas musicales para deleite de sus vecinos cercanos que dejan sus ocupaciones habituales para escucharlas con suma atención y que se convertirán en páginas gloriosas de nuestra música popular que, por su genuina gracia, su ritmo alegre o sus vibrantes acentos dramáticos, pasarán, por decisión unánime de los huelvanos, a enriquecer el valioso acervo cultural de nuestra capital.
En el alba del año 1980 ya había principiado el maestro Molero la Marcha Fúnebre, dedicada al Nazareno. El diario Odiel del 13 de febrero de 1980 daba la buena nueva a sus lectores:
"Son muchas las hermandades de Huelva que ya tienen marchas procesionales propias, entre otras la Virgen de la Victoria, el Descendimiento, Sagrada Oración en el Huerto y ahora, en estos días hemos conocido los primeros compases, para ser más exactos diremos que el tema de la que será Marcha fúnebre dedicada al Nazareno, de la Concepción.
La música está siendo compuesta por Emilio Molero y podemos decir que el tema de la marcha es realmente bello y muy pegadizo, pareciéndonos que es acertadísimo para una marcha que deberá ser interpretada por banda en los desfiles procesionales.
No sabemos si para la Semana Santa estará terminada, ya que sólo tiene su compositor una parte y después de oírla sería preciso pasarla a la instrumentación de banda. De todas formas la maestría musical de Emilio Molero está consiguiendo algo realmente agradable y sentido y suponemos que llegado el momento Vicente Sanchís estaría dispuesto a la instrumentación para que fuera la Banda Municipal de Huelva la que estrenara dicha marcha fúnebre".
Para la misma hermandad, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, también compuso MoleroLa Virgen de la Amargura.
El día 10 de agosto de 1984, se le dio un homenaje multitudinario con lo que la provincia de Huelva premiaba su óptima labor. el diario La Noticia decía en la citada fecha:
"Emilio Molero estrena hoy su Himno a Punta Umbría durante el homenaje que se le dedica. Hoy viernes, a las 10 de la noche, tendrá lugar en el Hotel Ayamontino, playa de Punta Umbría, una cena homenaje dedicada al ya mítico e inolvidable onubense Emilio Molero en agradecimiento a su quehacer como compositor y pianista durante las décadas de los años 40 y 50. Una vez más Molero será acogido con aclamo y cariño por parte del público onubense. Pero ya no serán los aplausos que años atrás recibiera en la antigua Terraza, hoy jardines del Muelle, con el ya desaparecido Hotel Colón. El transcurrir del tiempo ha hecho cambiar todos aquellos escenarios y hoy Emilio Molero actuará para un público que lo recibirá con toda la admiración y entusiasmo que merece, desde el moderno Hotel Ayamontino, de la localidad umbreña, que en esta ocasión hará las veces del antiguo hotel del que habláramos con anterioridad.
Para este acto de homenaje que hoy se le brinda a Molero, los organizadores del mismo han dispuesto, a disposición del célebre compositor un piano, con el cual Molero hará disfrutar una vez más a su auditorium.
Los asistentes al acto tendrán ocasión de rememorar composiciones tan importantes como Mi Huelva tiene una ría, ya que se hará repartir entre el público folletos con la letra de ésta y de otras muchas más composiciones para que de esta forma el público haga las veces de vocalista, acompañando al maestro en su tarea al piano.
El compositor deleitará al público asistente con el estreno de un himno que Molero dedica a Punta Umbría, así como una serie de cuplés que compuso en Puerto Rico y que aún no han sido estrenados en España.
La comisión organizadora del homenaje está integrada entre otros por José María Segovia, el profesor Bernabé Flores, Emilio y Rodolfo Jimeno Cortegano. Todos ellos confían que el acto sea del agrado del público".
Ese mismo año (1984) y los siguientes compuso el maestro varios pasodobles, como fueron el ya citado y los titulados: ¡Viva Huelva!, Alegría de Huelva, Toreros de Huelva, Soy de Huelva (terminado en junio de 1987, según reza en Huelva Información del día 5 del citado mes y año) a los que puso letra el esclarecido periodista, José Mª Segovia Azcárate.
En el verano de 1986, Radio Popular puso en antena un programa titulado A la orilla del Odiel, en el que Emilio Molero contaba su vida y donde interpretó su obra. En este espacio, salieron a relucir pasodobles tan deliciosos como Carmen la de Moguer, Flor de jara, Barquito de vela, Ronda que ronda, A las cuatro y cuarto…
Hemos hablado de su casa pequeña, pero hemos de añadirle, y hospitalaria. Así, en 1986, me acerqué a la Avenida de Italia, ya que pensaba escribir, como así ocurrió, la historia de la Orquesta Molero. Hice sonar el timbre de su casa, me recibió su hermana y siguiéndola como a un ángel salvador llegamos hasta el salón donde acostumbraba a trabajar Emilio Molero. Al momento apareció en el dintel el maestro, cuya presencia me pareció simpática. Tras hablar de su Orquesta y de su propia vida, no me dejó irme sin obsequiarme con algunas de sus composiciones. Se sentó en el taburete, corrieron sus dedos sobre el marfil y me sentí el hombre más dichoso de la tierra, inundándose mi alma de emociones nobilísimas y advertí que su cabello era níveo, que había nevado sobre su cabeza, pero no sobre su corazón, ya que tocó de forma admirable… Y es que el maestro Molero era generoso por naturaleza. Así, actuó altruistamente en diversos conciertos de piano, como el celebrado en el Hogar del Pensionista, en la calle Alcalde Mora Claros, el día 4 de diciembre de 1986, en el que emocionó a los socios y asistentes del citado Hogar con sus bellas composiciones y en el que tuvo que repetir algunas de ellas en dos ocasiones prolongándose el concierto más de lo habitual.
A pesar de las emociones nobilísimas en que vivía con sus composiciones huelvanas, el tiempo había ido minando el organismo de Emilio Molero. Y allí donde Dios puso una maravilla, allí anuncia su llegada la muerte. Así, el sábado 11 de marzo de 1989, la Parca, irreverente con el Arte Musical, se acercó a recoger en su seno a Emilio Molero, que contaba 74 años de edad. Diez o doce días antes, ya se había llevado entre sus brazos a su hermana Elena, que había vivido en su compañía en las últimas décadas.
Los méritos alcanzados por Emilio Molero le hicieron merecedor de que fuese rotulada una calle con su nombre y primer apellido el 28 de noviembre de 1991, vía que se sitúa en la barriada de San Antonio, entre la calle Marchena Colombo y la Avenida de San Antonio.
Este es el breve bosquejo biográfico que la Historia Menuda de Huelva ha confeccionado como humilde homenaje póstumo a Emilio Molero, cuya música sigue siendo oída como uno de los más bellos testimonios de la Huelva marinera, una biografía condimentada con garbo y pena, gracia y dramatismo, actuaciones en lugares lejanos que no le hacen olvidar su Huelva, la ciudad pequeñita, familiar, que giraba en torno a la Plaza de las Monjas. Condimentos, en definitiva, que se compenetran de tal forma, como en la vida misma.
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