Emboscada municipal
Crónica urbana
Una década intentando el PSOE "desenmascarar" al señor Rodríguez, y ahora que se calienta el sprint, unos y otros se disputan los trapos sucios del Ala Este de la Gran Vía, en el asalto Ayuntamiento-Diputación
POR conexiones remotas de la etimología, la palabra persona viene de lo que en griego clásico designaba a la máscara, al actor o al personaje (prosopon), lo que evoca al simulacro como cultura innata en la vida pública. Un extremo normalizado hoy con los reality shows. La política, en la que tanto nos jugamos, es una disciplina encubierta de ese espectáculo, con pretensiones de publicidad subliminal. Puro teatro, ahora con la ilusión democrática de las campañas 2.0.
Al sonar de las trompetas, escuchamos el eslogan: "Vamos a desenmascarar al señor Rodríguez". Lo reiteró hasta la saciedad Díaz Trillo en sus tiempos de candidato socialista a la Alcaldía. En los dos mandatos anteriores, el asalto al poder partía del "agotamiento y el final de ciclo" del regidor del PP hace ya más de siete años. "El populismo tiene un efecto efervescente -solía decir el actual consejero de Medio Ambiente-. A Rodríguez se le acabó la gasolina. Se le ha caído definitivamente la careta." Las urnas, de algún modo, lo contravinieron en 2007 cuando Rodríguez cosechó su cuarta victoria tumbando a La Huelva que quería Manuela.
Desde entonces, con diferentes voces y diferentes talantes, el PSOE lleva jalonando estrategias de desprestigio en un cruce de "desenmascaramientos" con un PP que busca también los trapos sucios del contrario por el doble premio que está en juego en las elecciones del próximo 22 de mayo: la conquista de la Diputación Provincial (lo que siempre ha sido una quimera para los populares onubenses) y el mantenimiento del feudo periquista, un equipo de Gobierno acechado por las deudas que tratará de salir a flote con la semiprivatización de Aguas de Huelva (la primera inyección multimillonaria se espera para la segunda mitad de diciembre) y el desgaste de las siglas socialistas en la actual coyuntura nacional.
Y en esto andan unos y otros, revelando la falsedad y contradicciones, un pulso que ha entrado en fase terminante desde que en 2007 empezaran a verse los primeros síntomas de antagonismo entre el alcalde Pedro Rodríguez y la que será su adversaria en los comicios, la socialista Petronila Guerrero, presidenta de la Diputación. Huelva en el corazón frente a Huelva en el lugar que merece, rezan los respectivos eslóganes (las connotaciones son diáfanas: onubensismo versus ambición. Costumbrismo versus Más Allá. Ahora bien, sin exclusiones, porque todos quieren beber de todo).
En el año que precede la oposición socialista en el Consistorio -encabezada por Elena Tobar- ha recuperado el marchamo de "al señor Rodríguez se le ha caído la careta delante de los onubenses", en relación, fundamentalmente, a los "intentos de ocultación de información" denunciados en la operación Aguas de Huelva, donde, según el PSOE, se han enmascarado las intenciones para "hacer caja rápida, callar bocas y garantizarse una campaña electoral tranquila, aunque sea a costa de traicionar a los onubenses cometiendo un atentado al malvender su patrimonio por 25 años".
Otros renuncios han sido la subida de la tasa del agua pese a la promesa de congelación fiscal de este verano o la ceremonia de la confusión en que derivaron las obras de la estación del AVE.
En cuanto irrumpió Guerrero en la polémica de Emahsa apelando al freno a la semiprivatización, el segundo del alcalde, Curro Moro, sacó una batería de "puntos negros" de la candidata, aireando la existencia de un contrato fraudulento a su nombre en esta empresa municipal, vigente desde los años ochenta: "Tenemos que desenmascarar a esta señora -de nuevo, la emboscada-, que ahora se preocupa porque vendamos el 49% de Aguas de Huelva, pero a los dos segundos de ser nombrada concejal de Aljaraque retiró a su pueblo de esta empresa, mermando sus ingresos de forma importante y duplicando la factura del servicio para los aljaraqueños".
Moro recordó en este contraataque los impagos a los funcionarios de Aljaraque; el "secuestro" del proyecto del aeropuerto; la deuda bancaria de la Diputación (167 millones); el "despilfarro" en el alquiler del Palacete… etcétera, etcétera.
Un aperitivo sólo, de los seis meses de fuego cruzado que quedan en el Ala Oeste de la Gran Vía, en este baile de disfraces.
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