ETA pretendía llevarse a los presos en helicóptero
El plan suponía trasladar a los dos fugados hasta Portugal usando esa aeronave
El comando Vizcaya de ETA, liderado por Arkaitz Goikoetxea Basabe, planeó en 2007 secuestrar un helicóptero para emplearlo en la fuga del centro penitenciario de Huelva, de los dos presos etarras Gorka García Sertutxa e Igor Solana Matarrán, quienes serían trasladados en la aeronave a la vecina Portugal.
Así lo han confirmado a Efe fuentes de la investigación, que han asegurado que estos planes se contemplaban en la documentación intervenida en mayo de 2008 al entonces número uno de la banda terrorista Javier López Peña, Thierry, detenido en Burdeos.
No es la primera vez que ETA intenta una fuga utilizando un helicóptero para eludir las medidas de seguridad de las prisiones.
En 1990, el número uno de la banda en aquellos años, Francisco Múgica Garmendia, también preparó un plan de fuga para liberar al ex dirigente del comando Madrid José Ignacio de Juana Chaos, quien se encuentra en libertad desde el año pasado, y a cuatro presos más internos en la cárcel Sevilla-2. Los terroristas habían destinado cuatro millones de pesetas para la fuga y tenían previsto alquilar un helicóptero de siete plazas camuflado con símbolos de la Cruz Roja con el que pretendían aterrizar en el patio del centro penitenciario. Una vez liberado José Ignacio de Juana Chaos, condenado a más de 2.000 años de cárcel por 25 asesinatos, y los otros cuatro etarras, el plan preveía su traslado a un escondrijo que los organizadores de la fuga habían construido en un bosque de eucaliptos de la localidad de Alia, en la provincia de Cáceres.
Desde 1985, las cárceles españolas no han sufrido la fuga de ningún preso etarra, aunque sí han sido numerosos los intentos y los planes de escapada con métodos tan osados como la construcción de túneles o incluso el uso de explosivos. La última fuga en España se produjo en la cárcel donostiarra de Martutene en julio de 1985, cuando los etarras Iñaki Picabea y Joseba Sarrionaindía consiguieron escapar escondidos en el interior de dos altavoces.
Los fugados aprovecharon la actuación musical que ese día había ofrecido en la prisión, el cantautor vasco Imanol Lárzabal.
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