Domingo Franco, pergaminista notable (I)
Historia menuda
Nacido en Aracena en 1906 y padre del pintor José María Franco, en los años 50 no se concebía un homenaje de envergadura social en el que no se ofreciera un pergamino de Domingo Franco
EL apellido Franco tiene triple y diferente eco en la vida artística huelvana. Separemos esa triplicidad y señalemos las diferencias, no porque las atribuciones de las ajenas cualidades desvirtúen las propias (ya que se tratan de tres óptimos artistas y, además, todo queda en su familia) sino porque es justo conceder a cada uno lo que ellos merecen personalmente.
José María Franco es pintor de altos vuelos artísticos. Germán Franco, su nieto, es espléndido escultor.
Domingo Franco, padre del primero de los citados y abuelo del segundo, es el admirable miniaturista, el inteligente "paginator", como se decía en la Edad Media. Y es a Domingo Franco a quien nos referimos hoy.
Domingo Franco Zorrero nació en la bella ciudad de Aracena el día 27 de septiembre de 1906.
La niñez en una población como Aracena, limítrofe a cordillera que se decora con alcornocales y encinas, donde la vegetación le roba al humilde prosista todos los adjetivos de belleza y evocación mariana, en unas calles donde las rejas salientes con la belleza de sus herrajes emboban a sus visitantes, que no forasteros, porque Aracena es ciudad hidalga y hospitalaria, influyó notablemente en el niño Domingo que además de llevar airosamente sus restantes estudios, se sintió poseído por las obras decorativas de su entorno y dedicó parte de su tiempo en encontrar arabescos ungidos de gracia, de armonías palpitantes de sensualidades colorísticas… Dentro de esa laudable aspiración por la belleza, el pequeño procuró educar su sensibilidad y perfeccionar su técnica. Si bien era un niño que jugaba con los demás, también sabía encontrar el tiempo necesario para recluirse con sus cartones, con sus cajas de acuarelas… pero, de cualquier forma, lo más importante para cualquier mortal es encontrar su medio de vida y sus estudios le sirvieron para conseguir un puesto en los años treinta en la Diputación Provincial.
A través de las Actas Capitulares del día 21 de noviembre de 1918, sabemos que en estos días fijaron sus padres su residencia en la capital: "… Escrito de don Domingo Franco Tello solicitando se le declara vecino y se le inscriba en el padrón de vecinos juntamente con los individuos de su familia…".
Por lo tanto, Domingo Franco llegó a nuestra capital cuando contaba doce años de edad.
Para conocer su génesis artística, nada mejor que cederle la palabra al propio pergaminista (1): "… Fue en el año 1940, en ocasión de hacer en la Excma. Diputación provincial, de donde soy funcionario, una diligencia de apertura del libro de actas a la que quiso dar un carácter de una hoja miniada de códice, que fue del agrado del entonces secretario de la Corporación, don Francisco Montero Díaz, quien me suplicó que en años sucesivos siguiera haciéndolo de la misma forma.
Poco tiempo después, un querido compañero de oficina, ya fallecido, me indicó que había tratado, sin mi consentimiento, la confección de un pergamino para Paterna del Campo. Protesté de la decisión de aquél, pero me lancé a la empresa, principalmente para no dejarlo en mal lugar; lo hice y creo que gusté…".
A partir de esa fecha, su fama de pergaminista se acrecienta. Y es que Domingo Franco no parece de su siglo. Sus obras sugieren la idea de una figura de otros siglos, de uno de aquellos benedictinos de Saint Gall, a quienes se debe la perpetuidad de muchas obras literarias. De esta primera etapa de Domingo Franco son, entre otros que no conocemos, los que el presidente de la Peña Litri, Sr. Cano Rincón, les ofreció, el 20 de enero de 1948, "al Excmo. Sr. gobernador civil (2), alcalde y don José Ramos, nombrándoles presidentes de honor de la Tertulia y vocal de honor a don José López Damas…".
El lunes, 10 de marzo de 1952, la Tertulia Litri del Matadero le encarga un pergamino a Domingo Franco, que le entrega a Pepe Arroyo, hombre de confianza de Miguel Báez 'Litri' (3).
El 19 de julio de 1953 el Recreativo de Huelva estaba ultimando un homenaje al pundonoroso jugador Bracero. En la citada fecha no se concebía un acto de esta envergadura social si no se le ofrecía un pergamino de Domingo Franco: "…Y verán ustedes, al mismo tiempo, cómo no falta la actuación del artista maravilloso que es Domingo Franco, para hacer el pergamino…".
En los años siguientes, el artista aracenés reprodujo, con esa paciente y rica inspiración que le caracterizaba, cientos de pergaminos, algunos de los cuales, ayudados por el diario Odiel, vamos a citar: En 1955, los peregrinos que tomaron parte en la primera peregrinación diocesana a Fátima, Santiago y Zaragoza, le dieron un homenaje a Monseñor Cantero Cuadrado en el Hotel Victoria entregándole un artístico y valioso pergamino.
El miércoles, 20 de julio de 1955, la Agrupación de Cofradías de Huelva le entregó al alcalde Antonio Segovia tan artístico pergamino que la prensa local decía: "…El citado pergamino constituye una de las obras mejor logradas de Domingo Franco, con ser todos sus pergaminos harto primorosos…". Y es que profusa y diversa la fantasía de Domingo Franco se manifestaba en la ornamentación y desenvoltura amplia y fastuosa. Las orlas, corondeles, capitales. Los motivos florales y faunales pintados en tonos vivísimo combinados con el oro y la plata hacían que sus obras fueran de inestimable valor.
En abril de 1961 gira visita a Huelva el general Franco. Su estancia en ésta se aprovecha para que inaugurara la parroquia de Nuestra Señora del Rocío. Para dejar constancia de aquel acto, los rocieros huelvanos le encargaron a Domingo Franco un pergamino que se le entregaría al jefe del Estado. Flery, el excelente periodista onubense, describía así el pergamino que realizó Domingo Franco: "… El trozo de pergamino tiene una medida de 30 x 30, sobre fondo de terciopelo verde, en primoroso marco tallado y dorado.
Aparece dividido en dos partes. En la izquierda figura, presidiendo el Simpecado de la Hermandad de Huelva, y, junto de la vara que le sirve de soporte, hay dos ángeles: uno tiene en sus manos la Corona Real -por ostentar el título de real nuestra hermandad-, y, el otro, enseña la cinta verde y medalla, distintivo de la misma.
Debajo, se sitúa una cabal miniatura de la fachada de la nueva parroquia del Rocío en la barriada de la Isla Chica, sobre cuyo frontispicio hay otro ángel, con una cayada que recuerda que la Virgen del Rocío es también Pastora. Todo esto se sostiene, como si fuera un pedestal, sobre el escudo de Huelva.
En la otra parte, destinada al texto, circundado de una greca de fondo azul y policromas florecillas que representan la primavera, estación durante la cual se celebra la famosa Romería, aparecen, en línea superior, la Blanca Paloma y el Víctor y la Cruz laureada en ambas esquinas. Más abajo, aparece el escudo imperial de España. Y en la parte inferior, figura una cartela que recoge la escena de las carretas compuestas atravesando por los caminos bordeados de pinos. Esta cartela aparece mostrada por dos arcángeles que descansan sobre el tambor y la flauta rocieros…".
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