"Cualquier mujer puede ser víctima de violencia de género. Tú, yo y cualquiera"
voces DE huELVA | adela garcía barreiro. Fiscal Delegada y Fiscal Decana de la Sección de Violencia sobre la Mujer
Advierte del juicio social al que son sometidas las mujeres y recuerda que "lo tienen todo en contra".
También pone el foco en los jóvenes y en el aumento de la violencia "a todos los niveles".
Su contribución a la lucha contra la violencia de género, a la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, así como al desarrollo de la legislación vigente en esta materia es más que reconocida. Madrileña, Adela García Barreiro reside en Huelva desde 1998, donde ejerce como fiscal delegada de Violencia contra la Mujer. Desde la experiencia que atesora, asegura que se ha avanzado mucho en la materia, ya que hace 30 años la violencia de género era algo privado y hoy sabemos que es un problema social en el que entran en juego valores fundamentales como el derecho a la vida. No obstante, considera que queda mucho por hacer.
-¿Hay un perfil de mujer que sufre violencia de género?
-No. No es cierto que sea propio de un tipo de clase social, sucede en todos los niveles sociales. Puede que ocurra más en uno más bajo, pero es que además las otras víctimas ven menos la luz por mayor vergüenza y porque cuentan con recursos económicos para salir de esa situación. Piensa lo que es para cualquier mujer admitir eso fuera: Sienten vergüenza y es difícil reconocer que su marido o compañero sentimental es un agresor, que le humilla, le viola y pega.
-¿Nadie está libre?
-Te puede pasar a ti, a mi y a cualquiera. Cualquier mujer puede ser víctima de violencia de género. Esto no ocurre de la noche a la mañana. Vas metiéndote en el círculo y cuando te das cuenta ya no sabes ni quién eres y no sabes salir. Porque a esa mujer la han anulado, siente que no vale como esposa y madre, tiene una especie de síndrome de Estocolmo y se siente una inútil. Ella no está en las mismas condiciones en la que puede estar cualquier otra persona.
-¿Las víctimas se sienten juzgadas por la sociedad?
-Rotundamente sí. Las víctimas lo tienen todo en contra. Si una mujer se acoge a su derecho a no declarar y no quiere seguir adelante, creen que es porque le gusta que le peguen. Muchas veces, a consecuencia de ese maltrato, la mujer cae en las drogas y el alcohol. Y entonces dicen: "A quién me traes al juicio, pero si está drogada y perdida". Si, por el contrario, hemos conseguido recuperarla, y llega el juicio y la mujer va perfectamente, como una profesional que tuvimos y que iba con su traje de chaqueta, les parece imposible que sea una mujer maltratada. Hubo un caso en un pueblo de Sevilla: Él era alcalde, era un maltratador y había ejercido una violencia total sobre ella. Muchas veces, como consecuencia de esa violencia, a la mujer se le quiebra su salud psíquica, cae en depresión y estrés y eso le repercute negativamente. Esto fue usado por su marido para ingresarla en un centro mental. Por otra parte, si la mujer saca mal genio también lo hemos perdido todo.
-¿Si saca mal genio?
-Hubo un caso que me pareció tremendo. Fue hace muchos años en la Audiencia, en un juicio por violaciones continuas con maltrato habitual. Si desgraciadamente a ti te violan una vez, tú te acuerdas de lo que llevabas puesto, dónde estabas, cómo y cuando. Pero si te violan un día sí y otro también es muy difícil que tú dispongas de todos esos datos. El abogado le preguntaba si llevaba o no pantalón vaquero, si se los bajó, si fue en la habitación de los niños. Claro, la mujer se colapsa. Y eso algo que quiere borrar de su mente. Era algo tan frecuente que no podía especificarlo. Ella, en un momento dado, se puso en jarras y preguntó que a quién se estaba juzgado, si a ella o a él. Ahí ya sabes que todo está perdido.
-¿Cómo era el panorama hace 30 o 40 años?
-Era un peregrinaje de la mujer por distintos juzgados. La violencia de género es el único delito en el que hasta hace poco el que lo cometía se quedaba en la calle y, en cambio, la víctima se quedaba privada de libertad. Se consideraba que la violencia era algo propio de la familia, por aquello de que los trapos sucios se lavan en casa. Hace no tanto, en el 98, cuando una mujer iba a denunciar, normalmente lo que se decía es que tenía que obedecer a su marido. Incluso las madres decían: "hija mía, es lo que toca". Antes, la mujer no trabajaba y si le ponías una multa al agresor o si le metíamos a él en prisión, ¿quién lo sufría? Ella y su familia. Además, ahora España es laica, pero todavía tiene mucha influencia católica y ese "hasta que muerte nos separe" yo lo sigo viendo.
-Insiste mucho en que se trata de un problema social.
-No me canso de decirlo. Antes no se consideraba un problema social, sino privado y dentro de la familia. Tampoco existía un delito penal que aglutinara los distintos tipo de violencia en uno solo para darle una mayor estructura, sino que la mujer iba a denunciar una bofetada o una amenaza. Eran delitos leves e iban al juzgado de distrito o de instrucción que asumía esa materia, y a ese señor le caían 5.000 pesetas de multa, unos 30 euros. Muchas veces he oído la frase de que "me sale muy barato pagar a mi mujer".
-¿Cuáles han sido los logros de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género de 2004?
-Ha creado jueces y fiscales especializados en violencia de género. De modo que si ahora la mujer denuncia en Huelva siempre va a ir al Juzgado de Violencia sobre la Mujer. Y si denuncia en la provincia, va a ir a los juzgados de la provincia que asumen esa materia. No solo llevan violencia de género, pero están en Ayamonte 3, la Palma del Condado 3, Aracena 1, Valverde 1 y Moguer 1. Así, la mujer va ante la misma persona a declarar. Y luego, además, existe la sección de fiscales especializados. Con la ley se ha creado también una especialización en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ha dado una protección de los derechos de la Seguridad Social y del trabajo a la mujer y ayudas económicas. Son muy pocas porque es necesario que cobren menos del 75% del salario mínimo y hay otros condicionantes. La ley también se ha metido a nivel educacional (ha establecido que tiene que ser obligatoria una enseñanza en relación con el trato de calidad y la violencia de género), a sanitario y de publicidad. Con todo ello, hemos avanzado bastante.
La labor vocacional y la lucha incansable de una mujer pionera
En 1998, con motivo de un congreso del CGPJ, Adela García Barreiro escuchó el testimonio de una mujer que sufría una violencia psíquica soterrada por parte de su pareja: le cortaba el agua en invierno cuando se duchaba, le tiraba las patatas y le escupía. Aquello le hizo recapacitar y al llegar a Huelva le dijo al fiscal jefe que le quería empezar combatir esta lacra. Y así lo hizo. Cuando la Fiscalía General de Estado estableció la creación del entonces denominado Servicio de Maltrato en el Ámbito Familiar en las Fiscalías, este ya funcionaba en Huelva. A pesar del estrés emocional, de la impotencia, y de que a veces sienta ganas de tirar la toalla, García Barreiro toma la fuerza de las víctimas que salen del infierno. Una de ellas la paró por la calle, le cogió la mano y se la besó. Le dijo: "He vuelto a nacer y mis hijos han vuelto a sonreír".
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