en el titán

La Cruz de los Ángeles, fiesta de mayo

  • Este año se celebra el 125 aniversario de su traslado al santuario de Nuestra Señora de la Cinta.

Los caminos de la fe onubense convergen aquí, ante la Cruz de los Ángeles. Los peregrinos que acuden al santuario de Nuestra Señora de la Cinta encuentran en ella el abrazo de la fe y el lugar de reposo antes de acceder a la ermita, tras subir a El Conquero, que es el cielo espiritual de Huelva.

Es la cruz referente de una Huelva devota que en elementos como éste muestra las raíces de la fe cristiana de este pueblo. Una cruz de hierro forjado, muy probablemente del siglo XVI, alzada en el corazón mismo de la ciudad, quizás y por qué no, hecha por los mismos herreros de la calle a la que dieron nombre, hoy de José Nogales. Vecinos de esta cruz levantada en La Placeta de los Mercaderes, hoy vigilada por el Ave Fénix.

Sí, aquí estaba la cruz que hoy llamamos de los Ángeles pero en nada nos equivocamos si la nombramos de la Cruz de la Placeta, que ese era su nombre de origen. Este es su lugar de procedencia, hace ahora 125 años que fue trasladada a la explanada del santuario de la Cinta. Allí, en La Placeta, estaba en la encrucijada de caminos que venía desde la parroquia de la Concepción hacia la Calzada por donde los marineros llegaban a la ría. Los más antiguos decían, como lo sigue recordando Manuel Silván de la Corte, a sus 92 años, que algunos de ellos amarraban aquí sus veleros, desde ese entorno de esteros que entrarían por la calle Bocas.

Sí, se cumplen 125 años de la llegada de la Cruz de los Ángeles al santuario de la Cinta, una efemérides nada desdeñable por lo popular y cercano a todos los onubenses, los de ayer y los de hoy. Quién no recuerda de niño una fotografía junto a la cruz en esas excursiones hermosas a visitar a la Patrona de Huelva. Es una cruz con un encanto especial.

La Hermandad de la Cinta, en vista de que la habían retirado de La Placeta por ensanche de la zona, la solicitó al Ayuntamiento para que pasara al entorno del santuario. La documentación la consultamos hace ya algún tiempo en el Archivo Municipal de Huelva. Es el hermano mayor, Francisco de Paula García, quien en 12 de agosto de 1888 traslada al Ayuntamiento el acuerdo de la junta tomado en la misma fecha "a fin de suplicarle se sirva entregar a la misma como donación a favor de esta hermandad la cruz que antiguamente se encontraba enclavada en la calle Placeta de esta ciudad". Estaba en ese momento depositada en el cementerio de San Sebastián. La querían colocar en el patio del santuario. El Ayuntamiento sí estaba dispuesto a cederla, aunque no consideraba conveniente que se ubicara en el centro del patio pues lo que ocasionaría no era otra cosa que atascos en los actos que aquí se celebraban, como se dijo en la sesión capitular del 15 del mismo mes. Se le pidió que buscara "un lugar más adecuado para no obstruir el tránsito de las personas que concurren a la ermita en los días de la festividad de Nuestra Señora de la Cinta". El 3 de septiembre siguiente la Hermandad de la Cinta agradece la cesión de la cruz, así como el donativo de 250 pesetas para "ayudar a los gastos que ocasionan las funciones religiosas y festejos que celebra esta hermandad en los días 7 y 8 del corriente".

No compartimos, por tanto, la opinión de M. Ramírez Cepeda que, en la revista Corumbel de mayo de 1998, atribuye la gestión de la recuperación de la cruz a Manuel de la Cueva y Camporredondo, señalando que los Cueva "erigieron y fomentaron" esta cruz. Refiere a una carta enviada por los hijos de este palmerino, Jorge y José de la Cueva y Orejuela, en la que dicen que "sentimos una devoción constante y lejana por la Santa Patrona de Huelva la Virgen de la Cinta, en cuya hermandad fue hermano mayor nuestro padre, que hizo colocar a sus expensas la cruz central de la ermita". Sí, se puede pensar que recuperada la cruz por la gestión de la junta de Francisco de Paula García fuera necesaria la aportación de un mecenas para su colocación o que De la Cueva mejorara su basamento. Quedó la cruz en una especie de grada desde donde podían escuchar al padre Andivia Garrido exaltar a la Virgen de la Cinta cuando regresaba en su procesión de septiembre.

La cruz se colocó en un artístico pedestal que realizó, en 1929, el arquitecto José María Pérez Carasa. Se mejoró el entorno que quedó embellecido con este toque elegante para la cruz. Un espacio que se mejora 1966, ajardinando toda la explanada de acceso al santuario, con cargo al Ministerio de la Vivienda. Se culminaba así las obras de embellecimiento del santuario, con nuevos jardines dedicados al obispo José María García Lahiguera, iniciados en 1963. Se remataba así las obras de mejora realizadas en 1955, que le dan el aspecto exterior actual, reformando la fachada de entrada al patio, así como la principal de la iglesia en la antigua hospedería , hoy sala de cabildos y la consecución de la nueva, esbelta y bella espadaña que lo corona, obras de Juan Miguel Rodríguez Cordero, siendo hermano mayor Manuel de la Corte Gutiérrez. Es en 1975 cuando el Ayuntamiento desvía el tráfico por la cuesta del Humilladero, quedando todo un espacio de recepción del santuario, lo que más tarde se llamará Plaza de los Capellanes.

La actuación más deficiente en este lugar es la de 1992 y tiene el resultado que todos pueden ver en la actualidad. Emprendida por la Junta de Andalucía a través de la Consejería de Cultura. Se llevó por delante todo el sabor de este espacio, el basamento se cambió por uno moderno y feo, que siempre pidió a gritos su cambio, sin que se haya producido aún, lo mismo que el mobiliario urbano; unas obras que no contaron nunca con el apoyo de la Hermandad de la Cinta. Para poder realizar tal barbarie de la que hoy todos se lamentan, el santuario no se declara Bien de Interés Cultural hasta el siguiente año.

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