Coronavirus Huelva: Confinados en un mar de plástico

La crisis provocada por el coronavirus acentúa la situación en los asentamientos de la provincia, donde resulta imposible cumplir las medidas básicas de higiene

Un grupo de inmigrantes caminan por uno de los asentamientos chabolistas de la provincia.
Un grupo de inmigrantes caminan por uno de los asentamientos chabolistas de la provincia. / Jordi Landero
Jordi Landero

Huelva, 26 de abril 2020 - 06:11

El Relator Especial de la ONU para la Pobreza Extrema y los Derechos Humanos, Philip Alston, manifestó a principios del pasado mes de febrero haberse quedado “pasmado” al comprobar sobre el terreno que personas viven “como animales” en los asentamientos chabolistas. Tras un recorrido por diferentes puntos de España, el diplomático australiano indicó que una de las situaciones que más le había impactado es la de este colectivo: “Me encontré con trabajadores en un asentamiento en condiciones que rivalizan con las peores que yo he visto en ninguna parte del mundo”.

Apenas dos meses y medio después, los miles de temporeros que viven en estos asentamientos en varios municipios de la provincia han visto como se complica aún más su situación por la actual crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus. Sin agua corriente ni electricidad, en los asentamientos es prácticamente imposible mantener la distancia de seguridad para prevenir el contagio, así como es muy complicado guardar confinamiento en el interior de una chabola que no cuenta con las mínimas condiciones para una vida digna.

Así lo afirma Mohamed Lamine Camara, que es de Guinea Conakri, miembro del Colectivo de Trabajadores Africanos y que lleva ya más de 10 años viviendo en los asentamientos de Lepe. Señala que algunas ONG’s les han llevado mascarillas a los asentamientos “pero no es suficiente porque somos muchos, actualmente más de 1.500 solo en Lepe, y en plena campaña agrícola unos 2.500”.

Asegura por otra parte que sus principales necesidades pasan por una “solución habitacional” que “no tiene que pasar obligatoriamente por una vivienda, sino que pueden ser módulos o cualquier otro tipo de alojamiento que nos saque de las horribles condiciones en que vivimos ahora en las chabolas. Sin agua, sin duchas, sin servicios y sin nada”.

Solo piden un espacio donde tener sobre todo agua, aseos y duchas, donde poder cocinar con seguridad y donde poder reunirse y en unas condiciones higiénicas dignas cuando llegan de trabajar del campo. “No vale con que nos traigan agua y comida de forma puntual, necesitamos soluciones más a largo plazo”, añade Camara, quien concluye afirmando que “no queremos lujos, solo salud, higiene y tener opciones para poder vivir dignamente”.

Para intentar suplir en la medida de lo posible las carencias que padecen estos temporeros, numerosas ONGs vienen trabajando desde hace años en los asentamientos onubenses no solo en Lepe, sino también en otros municipios como Moguer, Palos de la Frontera o Lucena del Puerto aportando distinto tipo de ayuda. Es el caso de Cáritas, Cruz Roja, Cepaim, Asnuci o la Fundación Europea para la Cooperación Norte-Sur (Fecons), que gestiona el comedor social de Lepe donde comen caliente diariamente más de un centenar de personas, pero que en estos momentos por la crisis sanitaria del coronavirus reparte lotes de alimentos entre sus usuarios varias veces por semana.

En el caso de la Asociación Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (Asnuci), ha añadido dos módulos de duchas y aseos a los dos que habitualmente viene ofreciendo al colectivo, con el objetivo de que tengan acceso a mejores condiciones higiénicas en plana pandemia por el covid-19.

Dicha ONG también gestiona y coordina el acceso al agua potable mediante un camión cisterna que aporta y financia el Ayuntamiento de Lepe desde hace ya varias semanas, y que recorre de lunes a viernes (entre las 15:00 y las 20:00) los nueve asentamientos existentes en todo el término municipal.

Según el Consistorio lepero, se trata de una medida que tiene por objeto “evitar desplazamientos y garantizar que puedan cumplirse las medidas de confinamiento establecidas por el estado de alarma en esas áreas”.

Por último, y también en el marco de la actual crisis sanitaria, Asnuci facilita en su sede de Lepe a los temporeros la recarga de las baterías de sus teléfonos móviles, un bien de primerísima necesidad para ellos. Y es que el cierre de establecimientos decretado en el estado de alarma les impide hacerlo en los lugares habituales como locutorios, bares y otros comercios.

Asnuci pide ayuda para construir el primer albergue para temporeros sin hogar

La Asociación Nuevos Ciudadanos por la Interculturalidad (Asnuci) ha hecho un llamamiento en el que solicita ayuda para construir en Lepe el primer albergue para trabajadores temporeros sin hogar de la provincia de Huelva. Se trata de una iniciativa cuyo proyecto está ya “redactado y visado”, y para la que incluso ya ha sido solicitada la licencia de obra al Ayuntamiento de Lepe, la cual prevén que esté “en un breve espacio de tiempo” y de la que esperan que el Consistorio “bonifique las tasas”. Así lo ha señalado a Huelva Información Ana Mateos, presidenta de la ONG impulsora de la iniciativa, que ha precisado que el albergue tendrá una superficie de 313 metros cuadrados útiles construidos, 40 plazas habitacionales y estará ubicado en una nave alquilada por la asociación en un polígono industrial del municipio. Dicha infraestructura requerirá una inversión total de 96.000 euros, de los que Asnuci cuenta ya con 10.000 gracias a diversas aportaciones de entidades públicas y privadas. De ahí este llamamiento a la solidaridad ciudadana y a la colaboración institucional para poder llevarlo a efecto.

El proyecto incluye unidades de habitación compartida, baños y cocinas colectivas, servicio de lavandería y de taquillas, zona de restauración común y otras zonas compartidas multifuncionales, siendo su objetivo el alojamiento temporal por un espacio de tiempo inferior a los tres meses. En caso de excederse dicho plazo, la propia asociación apoyará al temporero para facilitar su transición y acceso a un alojamiento permanente. Por otra parte el albergue se caracterizará por su “autonomía y autosuficiencia económica”, según ha explicado la presidenta de Asnuci, de forma que serán sus propios residentes los que asuman los gastos del albergue con pequeñas aportaciones por su uso –ya que la mayoría tiene ingresos-, con el apoyo de los voluntarios de la asociación en tareas de mantenimiento. La idea surgió “buscando alternativas de alojamiento para temporeros”, que según Mateos “no solo pasan por la búsqueda de vivienda, lo cual es complicado porque muchas están en manos de los bancos, hay pocas, y porque las necesidades de estas personas son temporales”. En este sentido, concluye “entendemos que se trata de una opción factible, viable y económica, además de una forma de demostrar que con voluntad se pueden hacer realidad alternativas a las pésimas condiciones en que estas personas viven en los asentamientos”.

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