IGLESIA

Consagradas para eucaristizar

  • El mensaje de su fundador, San Manuel González, sigue vivo a través del tiempo y del espacio

Busto de San Manuel González.

Busto de San Manuel González. / Alberto Domínguez

Estamos celebrando el Centenario de la Fundación de la Misioneras Eucarísticas de Nazaret (1921-2021). Como gracia por tal efemérides, el Papa ha concedió el Año Jubilar que se extiende hasta mayo de 2022. Pero ¿quiénes son las Misioneras Eucarísticas de Nazaret y qué misión eclesial tienen?

La respuesta a esta pregunta nos lleva obligatoriamente a su fundador D. Manuel González -hoy San Manuel- quien, al pasar como misionero por el pueblo sevillano de Palomares del Río (1902), vivió una profunda experiencia ante el abandono en que encontró el Sagrario. Tal experiencia condicionó y determinó toda su vida pastoral. Al pasar, posteriormente, por Huelva (1905-1916), siendo párroco de San Pedro y arcipreste de la ciudad, ratificada la experiencia del abandono de Jesús en el Sagrario, le llevó a convocar a unas seglares comprometidas de la parroquia para que ejercieran la actividad apostólica de visitar a Jesús Sacramentado en el Sagrario. Con tal fin, funda la Obra de las Marías de los Sagrarios (1910).

La inquietud espiritual y pastoral del arcipreste encontraba su cauce en el apostolado eucarístico. Pero no podía faltar que en tan gran actividad apostólica no estuviese de forma institucional y comunitaria la vida consagrada. De ahí que, siendo ya obispo de Málaga, fundara las Misioneras Eucarísticas de Nazaret (1921).

Nacía así la congregación religiosa de las Nazarenas con la vocación específica del apostolado eucarístico.Según San Manuel González el apostolado eucarístico quedó definido con el neologismo Eucaristizar, que, en definitiva, consiste en la tarea evangelizadora de llevar al pueblo al “amor por el Corazón Eucarístico de Jesús” (cfr. OC, 115). Con razón y justicia podemos decir que las religiosas nazarenas, continuadoras de su obra, son mujeres “consagras para eucaristizar”. El mensaje de su fundador sigue, pues, vivo y actual a través del tiempo y del espacio.

Su dimensión de misioneras las convierte en universales, extendidas por gran parte del mundo. El lábaro de su presencia lleva inscrito el compromiso catequético de presencializar la realidad de Cristo, el Resucitado viviente. De ahí que su apostolado, en consonancia con su naturaleza fundacional y su misión, está ligado a la tarea de llevar a los hombres el mensaje de que Cristo no es un “pasado histórico”, sino que vive y está presente en la Eucaristía por amor. Para las Nazarenas, pues, “eucaristizar” -principio pastoral y teológico de su fundador- se explícita en el anuncio esencial de la evangelización –el kerigma-, que San Juan Pablo II lo plasmó en los siguientes términos: “Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida” (CFL 34). Son, pues, misioneras del culto, de la oración, de la contemplación y del amor a la Eucaristía.

Las Nazarenas realizan su apostolado en la sencillez de la vida ordinaria

Las comunidades nazarenas realizan su apostolado eucarístico y catequético en la sencillez y normalidad de la vida ordinaria de las gentes con quienes viven y se integran. No en vano incluye a ‘Nazaret’ -sencillez, silencio y trabajo- en el título fundacional. Son conscientes de que en nuestra sociedad secularizada son muchas las experiencias angustiosas de soledad y de abandono que en ella se viven. El hombre necesita descubrir la presencia cercana de Cristo. De ahí que las Nazarenas sientan y vivan la urgencia y necesidad catequéticas de intensificar el “primer anuncio” en coherencia con las palabras del Papa Francisco: “Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte” (EG 163).

En definitiva, las Misioneras Eucarísticas de Nazaret -las Nazarenas-, fieles a sus orígenes fundacionales, son una voz que anuncia en el mundo, con su presencia y su palabra, que Cristo Resucitado vive y está realmente presente en la Eucaristía como gesto de amor a los hombres. ¡Feliz y agradecido centenario!

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