Toros

Colombinas 2022: Porque sigo siendo el Rey

  • Alejandro Conquero se doctoró frente al toro Vinatero, número 77, colorao chorreado de Algarra.

  • Roca Rey, con tres orejas, Manzanares y Conquero con dos cuajan la segunda Puerta Grande de la feria de Colombinas.

Tenían dentro champán de marca. Champán con clase y dulzura para no molestar la garganta con la aspereza del malo. Buen caldo para permitir el brindis de un debut ganadero y los sueños de alternativa de Alejandro Conquero. Una corrida bondadosa, con fondo de clase, pero sin burbujas. Sin ese chispeante que necesita una tarde para hacer creíble todo desde el esfuerzo que exige el toro y el brindis certero.Y ese apasionante esfuerzo estuvieron los toreros para encontrarse con la rotundidad de ese ole que pellizca el corazón del tendido.Fueron Manzanares y Roca los que rascaron en ese fondo bueno para llevarse arriba una corrida que había dejado sin posibilidades de nada al toricantano. Sin toro no hay paraíso y ese limbo se quedó Conquero con un toro agarrado al suelo sin solución de emoción.El destino le dejaría en sus manos el mejor toro de la corrida. El algarra más completo en fuerza y clase en el que Alejandro dejó alma, corazón y vida para que no se fuera de vacío una faena que no debía permitirse ir y ahí le salió esa garra, ese pundonor con la espada de verdad ya agarrada y encomendado a la mayor verdad de un torero: la sinceridad. Sinceridad para ofrecerse sin tapujos con las dos rodillas en tierra sin importar nada mas que Huelva viera esas manoletinas a ras de pitones sin huir de nada, A lo que saliera, Y salió Huelva para pelear las dos orejas al palco y Conquero se fue a hombros de su gente. Era el día.Entre tanto champan, Manzanares le había sacado el fondo necesario para avalar una faena donde el alicantino llevó siempre en trazo recta la línea del muletazo; sin herir, sin humillar la justeza de fuerzas del oponente y aprovechando al máximo la calidad de un toro al que el temple de Manzanares le dejó enseñar la clase. Un canto a la elegancia torera. Y a la eficacia. Y al repetir lo bueno para volver a hacerle al cuarto que sacara a flote el brillo y lustre que ocultaba esa fuerza tan medida.Con la tarde metida en celebración Roca Rey dejó con su primero una lección de temple, paciencia y mando. Mando al servicio de otro toro de embestida dulce al que el peruano dio todas las ventajas para lucir y que se fuera entre aplausos detrás de las mulas.Despacito, despacito Roca Tiraba y el animal se encelaba con la cara a ras de albero en seguir el trapo. Cuestión de paciencia, digo. Y de un poderío que abruma por intenso pero que también emociona por sincero.Lo del quinto fue otra cosa, Cuestión de arrojo y de pasarse los pitones por donde le dio la gana. Así fue cuajando una faena que llevaba intensidad en sus poros. Por esos poros donde respiraba la plaza después de cada serie y de Roca Rey jugara al límite de unos pitones rozando las taleguillas a la altura de la barriga. El precio de mandar y seguir mandando. Con burbujas o sin burbujas, Roca sigue siendo el Rey.

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