Un itinerario repleto de atractivas opciones confecciona el plan de las noches de Colombinas del público más joven. La portada, que se hace eco de la dedicatoria al Reino Unido, aloja a numerosos jóvenes que agachan las cabezas sobre sus móviles para preguntar a sus amigos cuánto tiempo les resta para llegar al recinto. Los resoplidos y las caras largas se tornan ya habituales en aquellos que tienen que esperar más tiempo del que habían estimado.

Una vez todos reunidos comienza la fiesta, a excepción de para aquellos que aún tienen que comprar el hielo, un auténtico tesoro en las noches de verano por su capacidad de derretirse en tiempo récord. Equipados con todo el arsenal (alcohol, hielos y refrescos), los jóvenes realizan su primera parada fuera del recinto, en la carretera junto al escenario principal. Antes de preparar las copas, es costumbre que alguno tome su teléfono móvil para fotografiar la nave azulada de Hierros Sum. Sid. Huelva. El objetivo no es otro que mostrar la distancia del grupo respecto a uno de los, curiosamente, lugares más 'emblemáticos' de las Colombinas con ánimo de que los más rezagados no tengan mucho problema en reunirse con ellos.

El espacio habilitado para el botellón es una ventana incuestionable para disfrutar de los conciertos. Concretamente, Coque Malla, Ángelus Apátrida y Cenizas del Edén fueron los encargados de desfilar ayer por el escenario. La música ambienta toda la zona e instaura el clima ideal para la interacción entre grupos que, a medida que avanza la noche, comienzan a 'dar una vuelta' o, lo que es lo mismo, buscar al amigo de la infancia al que llevan años sin ver, descubrir quién tiene hielos para no perder tiempo en las colas de las casetas o para encontrarse 'casualmente' con la persona que les atrae. 

Son ya las 3:00 y el botellódromo ya echa de menos a gran parte de los jóvenes. La zona se vacía y un amplio abanico de propuestas se abren ante los ojos de los más fiesteros. Un clásico es visitar el espacio de atracciones. La 'olla', la casa del terror o los coches de choque son algunas de las opciones donde los jóvenes hallan una mayor dosis de adrenalina, si bien otras como el Ratón Vacilón o el Látigo también cuentan con un amplio número de seguidores.

El final de fiesta tiene lugar en las discotecas del recinto colombino. El Quinto Pino y Radio Occidente son las de mayor tamaño y es tal la afluencia de público, que implantan desde hace años un sistema de pulseras para controlar el aforo. Aquellos que optan por no comprar pulsera tienen ante sí otras alternativas, véase la caseta del Festival de Cine, una de las más bellas estéticamente; la brasileña, donde el reggaeton se hace protagonista durante toda la noche, o La Pecera, para los amantes de la música tecno.

Tantas horas de baile cansan a cualquiera y el hambre llama a la puerta. La 'recena' comienza a las 6:00 y no son pocos los jóvenes que han incorporado esta comida a su rutina de Colombinas. Hamburguesas, perritos calientes o patatas fritas son los manjares con los que se deleitan los que más aguante tienen.

En cualquier noche de fiesta las 7:00 figura como la hora límite. Sin embargo, en las Fiestas Colombinas no sucede así. Cientos de jóvenes deciden continuar su recorrido por uno de los establecimientos hosteleros cercano al recinto colombino. Es momento de la cerveza de después. Mientras amanece y los primeros rayos de sol comienza a incomodar a los jóvenes que han optado por salir en manga larga, las anécdotas del día de Colombinas copan las conversaciones de los onubenses que se niegan ir a sus hogares a una hora razonable. No les inquieta que ya sea de día. Tienen todo el día para descansar de cara a un nuevo asalto.