Existe una perfecta comunión entre los onubenses y las casetas. En Colombinas la felicidad es poco más que eso. Siempre que los amigos completen las sillas alrededor de una mesa. La hostelería es la base del bienestar del colombinero. Todos lo saben. Y más cuando alrededor de la misma se sumerge uno en los abrazos de viejos conocidos con la sonrisa permanente. 

En Colombinas la felicidad es poco más que eso. Y como una ciudad que se despierta, los hosteleros transforman ese páramo de albero en una cuadrícula de mesas y sillas a la espera de llenar sus asientos. Hasta se riega el suelo. Una caja de botellas para allí, la materia prima por aquí... . Y los hielos. Que puede que sea el valor más preciado en el año del regreso. Este calor que no se despega del cielo ha provocado problemas en algunas casetas para encontrar reservas. Hay más demanda que oferta. Y eso también se paga. La inflación, en muchos casos, de puertas para adentro, donde se está notando es en el aceite, otro grueso de la gastronomía en fiestas. Así que algunos hayan tenido que adaptar su carta de precios a este crecimiento. "Subida leve", eso sí. El resto mantiene sus precios prácticamente. El lleno está asegurado. Para cenar y para bailar. 

La principal novedad es el esqueleto de las casetas. 48 concesionarios, los cuales se distribuyen a lo largo de 136 módulos, dado que varias casetas ocupan más de un módulo. El material empleado es el aluminio en lugar del hierro y se han instalado pañoletas en los frentes de las casetas que llevan la misma imagen.

Aquí todo el que cruza la portada tiene prácticamente un ritual. Un itinerario en el que sabes las paradas pero no el tiempo en el que lo realizarás. Atlantic Copper, Real Club Marítimo de Huelva, Recreativo de Huelva, La Caseta de Fariñas, Asociación Cultural Peña Flamenca, F.O.P.A.C., Los Inmigrantes del Sur, Festival de Cine Iberoamericano, Gallo Negro, La Pañoleta, Los Extremeños... hay un amplio abanico que reúne a Huelva en unas pocas calles. Y sí, por supuesto, todas las casetas de hermandades de cofradías, de gloria y rocieras, desde las que se trabaja con la mirada puesta también en fines sociales. 

El hecho de llevar dos años sin Colombinas hace que el empeño sea incluso mayor a la hora de cuidar cada detalle. Ocurre por ejemplo en la caseta de la Hermandad del Rocío de Huelva, que transporta su identidad con los cinco sentidos. Desde el olor a eucalipto hasta una música que suena a primavera. No hay tómbola, como puede ocurrir en otros espacios, pero hay un sorteo diario con uno o dos regalos atractivos. 

El itinerario siempre es tradicional porque los recuerdos van ligados a la nostalgia. En Colombinas la felicidad es poco más que eso. Y es por ello por lo que muchos hacen parada en Rey del Ponche - Navajazo. "Acabamos muy cansados, pero es algo que nos pide el cuerpo", expresó desde el negocio Elisabet Vizcaíno a este periódico, quien aseguró las ganas de la gente de estas Colombinas. Y como novedad este año han incorporado a la cocina patatas asadas, chocos y adobos, entre otras cosas. Eso sí, el vaso de ponche no varía el precio.  

La aceptación de los clientes es lo que remarcan todos. "Estamos muy contentos", apuntó Andrés Vicoria desde Telepollo, otra caseta recurrida para cenar con su concepto de autoservicio y calidad de materia prima. 

En el recinto es para todos. Así nació en su día la Peña Anticrisis, con unos precios muy económicos, en 2009. Un espacio que se ha mantenido en el tiempo. "La feria es una cosa que nos da vida", explicó Ana María Rosillo, quien apuntó que "la gente nos sigue todos los años". En Colombinas la felicidad es poco más que eso.