Voces de Huelva

Claudio Lozano: “Los restos tartésicos de Huelva son una oportunidad, no un problema”

Claudio Lozano posa para 'Huelva Información' en el Muelle de la Río Tinto.

Claudio Lozano posa para 'Huelva Información' en el Muelle de la Río Tinto. / Rafa del Barrio

Quien haya sido niño alguna vez (cosa que se le supone a todos, claro) lleva dentro un arqueólogo. A ser posible, uno de esos bien vestidos (chaqueta y pajarita para ellos; gafas y falda de tubo ajustada, ellas) que cuando se meten en faena lo mismo se enfundan un Fedora marrón o un short negro que se lian a mamporros, tiros y latigazos con los más peligrosos enemigos. Howard Carter (este lo fue de verdad), Indiana Jones, Lara Croft… Cada generación de niños tiene a su propio explorador. Sus referentes de una Arqueología que, por si hay quien lo duda, dista mucho de la realidad de un oficio que la mayoría de las veces se desarrolla más en bibliotecas y archivos que en oscuras criptas y frondosas selvas. Eppur si muove, como diría Galileo. Y sin embargo, a pesar de las canas y sabiendo que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, la profesión sigue despertando pasiones y desprendiendo un atrayente perfume de admiración y misterio, el mismo que cautivó al protagonista de estas líneas. Claudio Lozano García-Librero fue arqueólogo de niño, como todo el mundo, solo que él lo sigue siendo. Y además es historiador, y doctor (como Indy), y es marino, y buzo, y también presentador. Y onubense. Quizás por eso, por todo eso junto, defiende a ultranza, siempre que puede y donde le dejan, la riqueza patrimonial de una provincia que tiene mucha Historia que contar (cuando pueda, cuando la dejen), empezando por Tartessos, la mítica -aunque tan real como que está usted leyendo esto- civilización que National Geographic ha vuelto a poner de actualidad gracias a un impresionante documental (Tartessos: la civilización perdida) que conduce el propio Lozano y que sitúa a Huelva en el centro mismo de la Protohistoria del mundo occidental. De aquellos antepasados y de otros posteriores, de su legado y de cómo se protege -o no- habla Claudio Lozano, y muy claro, en esta entrevista.

-Historiador, arqueólogo, buzo, lobo de mar, presentador… Menuda carrera.

-Soy muy afortunado y estoy viviendo lo que de niño imaginé. Mi vida es apasionante e intensa. En realidad me convertí en buzo profesional en 1994, y fue después cuando acabé la licenciatura de Historia, en el 98. Posteriormente realicé varios másteres y programas de doctorado, culminando mi tesis en la Universidad de Huelva en 2010. Me hice patrón profesional y la verdad es que no he dejado de navegar. Mi vida sigue vinculada al mar y a la exploración subacuática, tanto en Arqueología subacuática como en el estudio y cartografía del medio ambiente en el océano profundo, empleando teledetección y robots. Me fui a Estados Unidos en 2011 y desde entonces he estado en numerosos proyectos por todos los océanos. Actualmente, por ejemplo, estoy en una larga campaña que estamos desarrollando en Nueva Zelanda. La del mundo audiovisual está siendo una aventura apasionante y es una etapa por la que he apostado ahora, un medio en el que plasmar una parte de mi trabajo. Mi primera participación como técnico en un documental fue en 2002, en Bermuda. Tuve la oportunidad de trabajar con James P. Delgado en un reportaje sobre los barcos del bloqueo comercial durante la Guerra Civil Americana, y luego vinieron más participaciones con Discovery Channel, History Channel, Movistar+ y en varias ocasiones con National Geographic, aunque esta es mi primera andadura como presentador con ellos. Antes, había colaborado en logística, guion y contenido.

-¿Cómo ha sido la experiencia?

-Ha sido exigente, por ponerme frente a una cámara en un formato como es el documental sin tener la experiencia profesional de un presentador, pero aun así creo que ha quedado digno y estoy muy orgulloso del resultado y sobre todo del entusiasmo y la calidad de los expertos que me acompañan. Ellos son los verdaderos protagonistas del trabajo aunque yo haga de conductor. Espero que la experiencia se repita. Muchos me comentan que el documental les supo a poco y que se quedaron con ganas de más; actualmente estoy trabajando en propuestas con varias productoras para varios canales y por supuesto seguiré en contacto con National Geographic: ya hay al menos tres propuestas de documental sobre la mesa y en todas está involucrado el mar. Yo soy Arqueólogo Subacuático y estoy convencido de que con las técnicas de reconstrucción virtual actuales y los instrumentos científicos con los que trabajamos en un contexto tan seductor, alguna de las propuestas planteadas a los canales o a las plataformas saldrán adelante; si no como técnico, como jefe de expedición, como conductor o como auxiliar para la documentación histórica y el contenido. Pienso en seguir ahí, y pienso trabajar en el patrimonio cultural sumergido que tiene Huelva. Actualmente trabajo con un director de cine en un proyecto audiovisual 100% onubense en una historia formidable que espero sea mi primera dirección.

-Viendo el documental da la impresión de que Huelva tiene mucho que decir sobre Tartessos y que sin embargo no dice nada…

-Huelva tiene que decir mucho o casi todo sobre Tarteso. Y algo de eso dice el documental. Muestra Doñana, muestra Rio Tinto, muestra Tejada la Vieja, muestra algunos planos el museo de Huelva y el Muelle del Tinto… Desafortunadamente, cuando se rodó el documental los restos tartésicos aparecidos en el antiguo edificio de hacienda no habían sido excavados completamente, y la excavación de La Joya ya había sido tapada y el solar, lleno de basura, no era desde luego un sitio apto para salir en un documental a representar a Huelva o a la cultura tartésica. Filmamos algunos diálogos en los túmulos del Parque Moret, pero finalmente no se integraron en la versión final. Siendo constructivo, deberíamos reflexionar si lo interiorizado que tiene el onubense su pasado tartésico se corresponde a lo que sus ojos pueden ver expuesto o integrado en su ciudad. Por decirlo de otra manera ¿tenemos ese Tarteso, del que nos sentimos tan orgullosos y que nos gustaría mostrar al mundo, a la vista en Huelva?

Claudio Lozano con uno de los materiales que utiliza como arqueólogo subacuático. Claudio Lozano con uno de los materiales que utiliza como arqueólogo subacuático.

Claudio Lozano con uno de los materiales que utiliza como arqueólogo subacuático. / Rafa del Barrio

-Pero ¿qué importancia científica, real, tienen yacimientos como La Joya o el edificio de Hacienda?

-Son los únicos testimonios arqueológicos de la primera Civilización de Occidente que se hallan bien conservados y se han estudiado de manera científica en el casco urbano de una ciudad europea. Una cultura única, que sólo se da aquí y que sirve de punto de encuentro y de puente entre el Bronce Europeo y el Próximo Oriente ¿Qué más importancia hace falta señalar?

-Sin embargo, aquí se debate con la idea es taparlo. No parece que esa sea una posibilidad que pudiera plantearse en otros sitios

-Tapar está entre las acciones que los gestores valoran como la salida a un problema. Es una salida, pero nunca una solución. Ambos escenarios tienen grandes diferencias. Taparlo es salir del paso, es mantener los intereses urbanísticos y económicos por encima de la exigencia de conservar un patrimonio cultural único. Querer presentarlo a la sociedad como una solución al problema es una perversión. Esto es aplicable a cualquier resto patrimonial. Pero si además, ese resto patrimonial pertenece a la primera Civilización de Occidente y resulta que muy buenos arqueólogos lo excavan y lo analizan con detalle y lo tienes en pleno casco urbano, lo que se hace en todo el mundo civilizado es integrarlo en el urbanismo de la ciudad; aportando las soluciones que sean precisas, las más inteligentes, creativas y que muestren a la sociedad su legado cultural, su identidad y sobre todo, que se les informe. Creo que lo que digo lo comparte mucha gente de Huelva. Integrar los restos del pasado de la ciudad es lo que se hace en las ciudades que valoran su cultura y su identidad. Taparlo, rodearlo de construcciones y colocar un parque encima, dejando el resto debajo… pues es una salida. Repito: se vende como una solución una salida a aquello que se ha querido ver como un problema, pero en ningún caso son una solución que enriquezca culturalmente a una ciudad. Considero que si en Huelva se tapan los restos aparecidos en el edificio de hacienda y se lleva adelante el proyecto urbanístico de la Joya, no las instituciones, sino los responsables de esas instituciones hoy en día, con nombres y apellidos, no tendrían la talla moral e intelectual que sus colegas han demostrado tener en decenas de ciudades europeas con retos idénticos o situaciones más complejas de integración urbana de contextos arqueológicos. Los restos arqueológicos tartésicos de Huelva capital son una oportunidad, una oportunidad única y una obligación, no un problema.

-¿Tenemos en Huelva una especial inclinación por tapar el pasado?

-Los responsables que deciden con sus informes y sus resoluciones que tapar es la solución están pegando patadas al balón hacia adelante y llevando a la ciudad a un callejón sin salida. Si hacen eso con lo más singular (la Joya y el Puerto tartésico), ¿qué harán después con yacimientos más humildes? Eso no debería pasar. En el casco urbano de Huelva, a poco que excavas encuentras restos arqueológicos. Bien, ya lo sabemos desde hace años y tenemos una reglamentación al efecto, documentémoslo y decidamos en cada caso. La única salvedad es que la cultura de Tarteso sólo existe aquí, en ningún otro lugar de la Tierra. Es lo único que arqueológica y culturalmente nos hace singulares. Debemos regularlo y prepararnos para ello. Debemos estar a la altura de las circunstancias.

Claudio Lozano en el Muelle de la Río Tinto. Claudio Lozano en el Muelle de la Río Tinto.

Claudio Lozano en el Muelle de la Río Tinto. / Rafa del Barrio

-Hay un pasado en Huelva del que se habla muy poco y que conoces muy bien: el que está bajo el mar. ¿Qué se hace para documentar y proteger nuestro patrimonio subacuático?

-El patrimonio cultural sumergido tiene identidad jurídica, convenciones a nivel internacional, regulaciones, reglamentos e instituciones que se encargan de su tutela, e incluso universidades y funcionarios que se encargan de su estudio. Tiene de todo. Sin embargo, la realidad es que lo que se hace está muy lejos de su importancia real a nivel patrimonial, de la información que contiene a nivel histórico y de las amenazas que lo están destruyendo. Aunque, en realidad, la principal fuente de destrucción del patrimonio cultural sumergido español es la indiferencia. Esa hace verdaderos estragos y se evidencia en los proyectos de investigación activos, en las dotaciones presupuestarias y en la escasez de empleo de calidad que genera entre los técnicos que se forman en ese campo. He trabajado prospectando, excavando y documentado naufragios de muy diferentes épocas durante años en unos 12 países. El tratamiento que se le da a ese patrimonio habla mucho de su valoración según la política cultural que se desarrolle. En Huelva también se gestiona el patrimonio sumergido… Por ejemplo, el Pecio de Matagrana, que apareció en el Portil tras un temporal, se excavó con técnicos de Cádiz y los restos del barco acabaron enterrados de nuevo cerca del parking del chiringuito cercano. Parece que taparlo también se consideró una salida. Poca gente sabe esto. Personalmente creo que es un patrimonio generalmente muy bien conservado de manera natural, que contiene una gran cantidad de información sobre elementos históricos y culturales y que hasta los años 80 era objeto de deseo y fascinación por parte de los cazatesoros. Ahora el 99% de los naufragios que se destruyen y desaparecen para siempre no lo hacen por los cazatesoros, sino por las dragas o por la indiferencia. Lo que más me llama la atención es la cantidad de basura que la mayoría de ellos acumula. No sólo redes, sino plásticos y desechos de todo tipo. Huelva es un buen ejemplo de esto último.

-¿Entonces, qué es lo que falla?

-La indiferencia. No conocemos nuestra historia y cultura vinculada a la navegación, lo que nos hizo a los onubenses un pueblo conectado al mar desde el origen de la civilización. No se protege, no se ama... Y nadie se preocupa por aquello que no se conoce. Huelva tiene barcos hundidos de todas las épocas, desde el origen de la navegación hasta la II Guerra Mundial. La administración hace lo que puede, recordemos que dependen de dotaciones económicas que a su vez dependen de políticas culturales. De lo que no me cabe ninguna duda es que nadie parece contento, todo el mundo es consciente de la importancia pero se hace muy poco o al menos no lo suficiente. Si el desinterés en nuestra cultura náutica, nuestra historia naval y nuestro patrimonio sumergido crece, es simplemente porque se le ha desprovisto de los valores que contiene asociados; la emoción y los mensajes que transmiten. Se ha dejado de enseñar en los colegios a los niños, no se celebran las gestas navales, no se habla de los héroes, no se ensalzan los hitos de nuestra historia naval. La gente siente vergüenza. Por incultura y complejo compran la leyenda negra española y se pasa de hablar poco de nuestra grandeza naval y del porqué fuimos soberanos de los mares durante siglos a ni siquiera entrar en un debate. Destruimos nuestra memoria y nuestra cultura. Mi compromiso es con todo lo contrario. Estoy convencido que bajo las aguas de Huelva se esconden aún muchos misterios por desvelar, mucha Historia por descubrir, grandes documentales que filmar y espero dar lo mejor de mí mismo a esa tarea apasionante.

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