Castañas en las calles con sabor a MAR
Huelva de ayer a hoy
Una tradición de otoño en las esquinas de las plazas
Envuelven a la ciudad de ambiente otoñal, nos calientan del frío cuando cogemos el cucurucho y soplamos un poco antes de comerlas bien calentitas.
Las castañas son una tradición de siempre en nuestras calles; hay esquinas claves como la Merced, La Palmera o en el Estadio, donde todo aparece de un humo blanco de fogón que nada tiene que ver con altas chimeneas. Esta densidad en la calle recuerda a una época de una ciudad más pueblerina, pero siempre entrañable.
La venta de las castañas es nostalgia para unos, pero presente para otros. Una tradición que sigue en nuestras calles y durante unos meses ofrecen además de una escena típica un puesto de trabajo a unas familias que se dedican a la venta de las castañas asadas.
Ahí, en su puesto, donde no pasarán frío pero sí muchas horas. Todo tradicional, aquí no se vende nada en bolsas de plásticos por las que ya hasta en los chinos te cobran 20 céntimos. Las castañas en sus cucuruchos de papel y, en algunas épocas, cuando había listines telefónicos, era lo más socorrido. Ahora hay que recurrir al papel de estraza.
Aquí en Huelva donde todo sabe a mar, las castañas tiene también ese color y ese sabor. La sal la viste de un blanco perfecto y de un sabor que contrasta con el dulzor propio. Las visten con glamur para los paladares más tradicionales. Nada que ver con esas castañas asadas en una sartén, más propia de interior que de una ciudad marinera como la nuestra, donde la sal da luz y vida a la gente.
La Sierra cuenta con inmejorables castaños centenarios que aportan con su producción a mantener viva esta tradición. Un bosque de castaños que ofrecen las bellas imágenes serranas en un otoño dorado.
La castaña de Huelva es clave en la producción de Andalucía, llegando al 40%. Necesitada ahora de una atención especial, como puso de relieve esta semana la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
Se resalta la importancia del castañar como un sector productivo de vital importancia para la comarca, a la vez que simbólico por formar parte de su patrimonio. Un castañar que necesita un poco de cuidado para su conservación, especialmente centradas en la polinización, la lucha antiparásita y las técnicas de fertilización y cultivo. Una llamada de atención para mantener viva no solo una tradición, sino un bosque de castaños consustancial con la Sierra.
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