Huelva

Carta abierta a los ‘litristas’

La duquesa de Alba, Chamaco, Litri y Basilio Marquínez.

La duquesa de Alba, Chamaco, Litri y Basilio Marquínez.

Pasado el duro golpe de la primera noticia, permitidme que me dirija a vosotros como uno mas de la legión virtual de los autollamados Litristas que campean por España, ahora doloridos y apenados por la muerte, que no desaparición, del Ídolo. Ha muerto el hombre y es de quién quiero hablaros para introducir algunos recuerdos en la memoria colectiva que probablemente puedan complementar o acaso enriquecer la figura mítica del diestro.

Yo tuve la suerte de conocer tres Litris, el de mi niñez, el de mi juventud y el de mi madurez. El de mi niñez era la gran figura, amigo de mi padre con el que, a pesar de mi edad, compartí reuniones, comidas e incluso viajes en su vuelta a los ruedos, donde conocí a la estrella y a su rutilante y variopinto cortejo que encandilaron mi mirada infantil y abrieron mi mente a mundos desconocidos, todos ellos felices y que, aunque cortos marcaron mi primera imagen del torero.

Después llegué a mi juventud, estudiando desplazado y en la que el Litri seguía siendo la estrella taurina que nos llevaba a las Colombinas, a los festejos veraniegos y a las vacaciones… y en ese tránsito llegó la prematura muerte de mi padre y con ella mi brusca entrada en el mundo de las responsabilidades mayores cuyo peso pude soportar gracias al apoyo familiar y al de los amigos y uno de ellos fue Miguel Báez el hombre y fue entonces cuando conocí al segundo Litri.

La etapa empezó con la gran polémica suscitada por la decisión a tomar sobre el destino del Plaza de Toros municipal y el encargo que recibí de un promotor de rehabilitar y modernizar el viejo coso de La Merced, símbolo taurino de una Huelva ya casi desaparecida pero aún viva. El clima social se enrareció y toreros, taurinos y políticos mostraron otras caras desconocidas con perfiles inquietantes donde todos se retrataron y donde la figura de Miguel Báez se engrandeció y a mí al menos, me dio un curso de elegancia y buen hacer.

Se resolvió la Plaza y al poco recibí una llamada de mí ya amigo Miguel, con todos mis respetos, para que le hiciera un proyecto de rehabilitación, ampliación y modernización de sus edificaciones en Peñalosa y “casi” me fui a vivir allí con él. Fueron unos años inolvidables porque allí me sumergí en el mundo profundo del taurinismo y en la figura humana del torero estrella, que demostraba ser un hombre sencillo, sabio como pocos y admirado y respetado por la infinidad de personas, personajes y personalidades que pasaban por allí a diario para ver a su ídolo y a su amigo, un Miguel cuajado y hondo junto a un Miki adolescente, con la raza de gran torero rezumándole por todos los poros de su piel, conviviendo con la sola ayuda de un singular casero portugués, para campear, torear y atender a todas las visitas que siempre eran bien venidas. Eso para mi fue una segunda universidad, la de la vida.

Pasando el tiempo seguimos en contacto y descubrí al tercer Litri. Vendida Peñalosa se trasladó a su nuevo cortijo de Sevilla y volvió a llamarme para que revisáramos su estado, lo que conllevó más visitas, más reuniones y más paellas que terminaban en partidas de dominó donde formábamos pareja y a duras penas podíamos ganar contra la pareja formada por mi hermano y Curro Romero, que siempre nos disputaban el triunfo y todo ello mientras Miki se convertía en la nueva figura del toreo y Miguel se deslizaba dulcemente por la senda de la bonhomía que engrandecía cada vez más al hombre frente al torero.

Bueno, lamento haberme alargado pero con todo esto sólo quería trasmitiros una cosa y es que vosotros, entre los que me incluyo, que tendréis miles de profesiones y oficios diferentes por los que algunos habréis recibido premios, diplomas o menciones de honor que estarán colgados en las paredes de vuestras casas, quizá no hayáis caído en que si habéis conocido bien al torero y compartido vivencias con el hombre llano todos tenéis también un Master en Humanidad, un verdadero MASTER LITRI, que estará colgado en nuestras almas de onubenses y litristas para toda la vida.

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