Huelva

Bendición del Corpus a las puertas de la Catedral de Huelva

  • La pandemia del coronavirus obliga a una celebración distinta con restricción de aforo en el templo

  • El obispo José Vilaplana destaca que “la caridad se hace hoy día más urgente”

El obispo de Huelva, José Vilaplana, en el momento d ela bendición.

El obispo de Huelva, José Vilaplana, en el momento d ela bendición. / JOSUÉ CORREA

Catedral de Huelva vivió ayer un Corpus Christi muy distinto, pero igualmente solemne. Se echaban en falta el ajetreo de los niños de las Primeras Comuniones, que parroquias y colegios católicos acercan a este día en el que vuelven a vestir el traje de esa ceremonia tan especial y son, sin duda, la alegría de un cortejo procesional que recorre la ciudad, son los que esparcen pétalos ante el Señor.

Este año ni siquiera han podido celebrarse las Primeras Comuniones ante las normas de seguridad obligadas por la pandemia del coronavirus, aunque ahora se abre un nuevo periodo para estas ceremonias con ciertas restricciones.

Los fieles con ssu mascarillas y manteniendo las medidas de distancia social. Los fieles con ssu mascarillas y manteniendo las medidas de distancia social.

Los fieles con ssu mascarillas y manteniendo las medidas de distancia social. / JOSUÉ CORREA

Es la jornada del Corpus de mucha participación de fieles, de un templo en el que es difícil acceder y las representaciones de las hermandades suelen aguardar en el patio del antiguo convento mercedario -hoy sede de la Facultad de Empresariales- a que concluya la solemne función religiosa y poder acceder al templo e iniciar así la procesión por las calles de Huelva, en el cortejo más largo de cuantos procesionan en la ciudad y con más representaciones.

Este Corpus ha sido distinto, con mesita con hidrogel a la entrada y todos, autoridades, representaciones y fieles con sus mascarillas para disponerse a acceder a un templo respetando las medidas de seguridad.

Es la primera gran celebración de la diócesis en la ciudad tras el periodo de confinamiento, aún dentro de la tercera fase de la desescalada a la llamada ‘nueva normalidad’.

Eso permitió ayer que se dieran cita las hermandades y asociaciones religiosas, acudiendo las autoridades civiles y militares. Lo que supuso un momento para un saludo afectuoso, dentro de la distancia social. Eso sí, algunos con mascarillas poco discretas, en contraste con las de los fieles, sencillas, simplemente las higiénicas hospitalarias.

El canónigo y maestro de ceremonia Diego Capado introducía al acto religioso y recordaba los difíciles momentos de las últimas celebraciones, como la Semana Santa o El Rocío, que también fueron suspendidos sus actos externos por la pandemia, “a los que no les faltó su intensidad espiritual, de la misma manera que se va a vivir ahora el Corpus, con alegría y gozo para encontrarnos con Dios y ser hermanos”.

La procesión de entrada resultó más sencilla en número de sacerdotes, obligada por la reducción del aforo. Los párrocos estuvieron en sus templos uniéndose a esta celebración litúrgica, mientras en años anteriores se suprimen en esta franja horaria las misas para facilitar la presencia de fieles y sacerdotes en la función de la Catedral y posterior procesión.

Esta limitación de aforo también afectó a las instituciones presididas por el alcalde de la ciudad, Gabriel Cruz Santana, reducida a un miembro, como en las asociaciones de la iglesia.

El obispo José Vilaplana inició su homilía señalando que “cuando no podemos expresar en la calle como desearíamos nuestro amor al Señor, lo podemos hacer intensificándolo en nuestro corazón, en la alabanza de nuestros labios y reconociendo que Él está en medio de nosotros”.

Recordó que el Corpus Christi es una fiesta “en la que sellamos la presencia de Jesucristo en la Eucaristía, que está con nosotros”. “Él -añadió- está siempre a nuestro lado y lo sentimos como un vecino que está en medio de nosotros, se acerca a nuestras casas y calles, vive entre nosotros”.

José Vilaplana destacó que es importante que “sintamos esa alegría en el corazón de la presencia real y viva del Señor en medio de nosotros”. E, igualmente, se refirió al sentido de unidad que ofrece la eucaristía: “La vida cristiana hay que verla como una vida en Cristo y Él se representa como mendigo en el pobre que reclama pan, en el enfermo que reclama compañía, en el que pide respeto a su vida, en el preso que espera visita”.

Por eso, puso de relieve que “la eucaristía es inseparable de la caridad”. “En España celebramos en el Corpus el Día de la Caridad, una caridad que hoy día se hace más urgente ante la necesidad de que podamos socorrer a tantos afectados por esta pandemia”.

A las doce del mediodía, una hora después de iniciada la función solemne, se abría el portalón de la Santa Iglesia Catedral para que el obispo de Huelva que portaba el Santísimo pudiera realizar la bendición desde el porche mercedario a toda la ciudad. Una lluvia de pétalos a las puertas de la catedral enmarcada con guirnalda de flores. Seguida de las horarias en el carrillón flamenco de la catedral, continuó el repicar constante de las campanas desde sus dos airosos cuerpos de espadañas. La Coral de la Merced, dirigida por Sergio Lazo, interpretaba el Himno Nacional, seguido de los cantos eucarísticos.

Volvía la procesión eucarística que dejaba entrar la luz de la calle y se filtraba entre el incienso.

Concluyó la celebración con la exposición del Señor en altar de la Catedral, desde donde el obispo impartió la bendición a todos los presentes con el Santísimo, con posterior reserva solemne en la capilla del Sagrario, donde está la Custodia en la capilla sacramental que este año no ha podido procesional,

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios