Barriada Vicente Mortes
Historia menuda
Cuando a principios de los 60 del pasado siglo empienza a ser realidad el Polo Químico surge la necesidad de construir viviendas para los trabajadores. Así crece esta barriada
OLÍA a cañizal y a campo cuando se levantaba en su espacio la célebre y varias veces centenaria Noria de Palmarate que fue testigo, a lo largo de las décadas, del tránsito de carros que iban hasta ella para cargar su deliciosa agua. Y como a su alrededor sólo había huertas, supo conservar una vaga coquetería campesina durante ese dilatado espacio de tiempo. A mediados del siglo XIX, sería un caserío popular y bullanguero. Por fin, se levantaron varias casitas, bajas y enjalbegadas, que se diseminaban sin pretensiones de formar calles ni mucho menos de convertirse en modelo de expansión urbanística de la capital. Y estas humildes viviendas, a las que se sumaron otras de iguales características, alcanzaron los años sesenta. El denominador común a lo largo de la historia es que este lugar estuvo habitado por clases menesterosas o humildes.
En 1964 y 1965 comienza a hacerse realidad el proyecto del Polo Industrial de Huelva y los dirigentes de la Ciudad se encuentran con que les va a llegar inminentemente un aluvión de mano de obra y que no disponen de viviendas donde albergar a tantas familias. Así, para paliar este problema surgen, con el paso de los años, varios núcleos o sectores poblacionales que se convertirán, con el esfuerzo de sus vecinos, en estupendas barriadas. Tal es el caso de la barriada que historiamos, que ocupa un solar que se situaba en el camino de Palomeque semi esquina al camino de la Noria de Palmarate, tenía forma casi triangular y una superficie de siete mil metros cuadrados, tal como indicaba el proyecto de las primeras setenta y dos viviendas y seis locales comerciales. La primera fase de construcción comenzó en 1968 y terminó dos años más tarde, a la que siguió la segunda y última fase que alcanzaba otras tantas. Estos bloques de viviendas trataban de ser la continuidad del modelo de expansión urbanística que ya se había llevado a cabo en otros barrios de la ciudad (los bloques uniformes de los años 60 y 70), con fachadas sencillas en su concepción. La altura de los bloques es de 12,50 metros. La altura de la planta baja es de tres metros y la de los pisos de 2.70 metros de solería a solería, atendiendo a las normas urbanísticas aplicables dadas por la Ordenanza de ensanche.
El proyecto de las dos fases pertenece a los arquitectos Luis Martín Fraile y Miguel Ángel Esteve Campillo.
La nueva barriada cumplió sus objetivos iniciales de aliviar en un ápice la escasez de viviendas. En este punto, debemos citar el gran apoyo institucional prestado por Vicente Mortes Alfonso, ministro de la Vivienda (ingeniero y político nacido en la población valenciana de Paterna el 7 de noviembre de 1921, ministro de la Vivienda desde el 24 de octubre de 1969 hasta el 11 de junio de 1973, y fallecido en Madrid el 22 de mayo de 1991) para que de un solar yermo apareciera, mediante el sistema de cooperativa, llamada Miramar, tan simpática barriada. Tenemos que trasladarnos al año 1970 y valorar en su justa medida el apoyo institucional tan directo a la Cooperativa onubense del que entonces era el Ministerio de la Vivienda, ya que la disponibilidad económica era escasa y que un grupo de vecinos se valieran por sus propios medios era harto difícil.
Debemos añadir que al acto de la entrega de llaves a los propietarios de las viviendas del Grupo, celebrado el 26 de junio de 1972, asistió el entonces ministro, que vino en helicóptero. Estos son los motivos por los que los vecinos solicitaron que oficialmente se llamase Barriada Ministro Vicente Mortes Alfonso. Honor merecido. Pero, continuemos con la historia de este núcleo humano. Estos vecinos llegaron a pasar muy malos momentos en los inicios debido a que en las inmediaciones de la barriada existía una zona insalubre. Así, existía en el dorso de la barriada un vertedero de escombros, lo que producía moscas, ratas… y el agua podrida del cañaveral limítrofe a las casas producía un olor insoportable de aguantar, además de que servía de desagüe de los huertos por los que iba discurriendo. Todo quedó superado con la intervención municipal. Así, el día 5 de septiembre de 1980, Antonio Manfredi escribía en las páginas del diario Odiel un artículo donde se hacía eco de la limpieza que se había producido en las inmediaciones de la barriada Vicente Mortes, que no en su interior, ya que el barrio siempre ha sido un modelo a seguir de limpieza:
"… se procedió a la limpieza del lugar con palas que quitaron gran parte de las basuras y escombros que circundan el lugar.
"Hay que decir lo bueno y lo malo -comentaba Manuel Huelva Gómez-, uno de los vecinos que impulsaron la idea de sacar a la luz pública la situación en que se encontraba el barrio-. Al día siguiente de aparecer en la prensa, unas máquinas procedieron a la limpieza…".
A principios de septiembre de 1980, se iniciaron las obras de construcción de un muro de contención de tierras y delimitación del grupo de viviendas. "Dicha obra, será definitiva -informaba el diario Odiel del 25 de septiembre del citado año- por cuanto se encuentra alineada, según prescribe el Plan General de Ordenación Urbana, realizándose, también, una escalera de acceso para los vecinos".
En mayo de 1992, se constituye la Asociación de Vecinos La Noria de Vicente Mortes que tantas pruebas ha dado de actividad y cariño a la zona.
Comenzaba el año de gracia de 1998 y el transcurrir de las décadas había hecho mella en el alumbrado público de la zona que tenía poca luminosidad, al margen de que el instalado no era de gran calidad. Además, las farolas dejaban mucho que desear en cuanto a su estética; la red de agua era necesario adecuarla, el acerado estaba en muy mal estado y el pavimento ofrecía muchos baches. Intervino la delegación municipal de Infraestructura en febrero de 1998, poniendo una cohorte de albañiles y destinándole un presupuesto de cinco millones de pesetas, y el resultado fue un cambio radical en sólo cuatro o cinco meses: ahora la barriada tenía todas sus calles urbanizadas y dotadas con luz eléctrica de la máxima intensidad y sus farolas estaban adosadas a las fachadas de los edificios por un brazo de acero, siendo Soselec el modelo de los mismos (las lámparas que se colocaron eran de vapor de sodio de 150 vatios de potencia, con lo que lograron dotar de gran luminosidad a la zona); la pavimentación de la calzada estaba uniforme y había adquirido una tonalidad de charol. Con respecto a la red de agua, se colocó un tramo nuevo de 35 metros de longitud. En este sentido, debemos añadir que la red de agua de Vicente Mortes es óptima, ya que fue acogida de una conducción general que iba para otra zona y tenía una potencia espectacular. La mejor prueba de este aserto es que a las personas que viven en esta barriada en los momentos iniciales de la instalación de la red, les era imposible ducharse con agua fría, ya que el agua salía helada siempre.
Finalizando el siglo XX, mayo de 1992, se constituye la Asociación de Vecinos La Noria de Vicente Mortes, inaugurando su sede social el día 4 de noviembre de 1998, en la que ha desarrollado un elevado número de actividades (Cruz de Mayo, excursiones, actuaciones de payasos, de temas culturales, etc.), que preside Manuel Gómez y secundado por un grupo de personas que se desviven por la barriada. Con la llegada del año 2011 la Asociación ha tomado posesión de la nueva sede, con espacio para poder ofrecer las actividades que los nuevos tiempos exigen.
Encorsetada Vicente Mortes-José Antonio entre las barriadas El Higueral y el Polígono San Sebastián, la que nos ocupa sólo ha crecido en los últimos años merced a un solar ubicado en la calle Camarada López Luque. Esta construcción ha permitido una leve expansión urbanística de la barriada, modificando la fisonomía de la misma al completarse la urbanización de la zona y ha permitido, entre el nuevo edificio y los bloques ya existentes del barrio, que se construya una calle peatonal y una plaza, que ha tomado el nombre de Noria de Palmarate, y que linda con la calle Cartagenera.
En verdad, que la Barriada Vicente Mortes es un joyel cuyo tesoro lo constituye sus vecinos, gente trabajadora, competente, honrada y defensora de sus señas de identidad, de ahí, que los libros de la Historia de Huelva sean recibidos con gran interés
No pretendemos hacer un trabajo exhaustivo sobre los comercios que han desfilando a través del tiempo en Vicente Mortes, sí que pasen ante nosotros de forma caleidoscópica. Así, hubo tres bares que animaban extraordinariamente en las noches de verano y que todos los recuerdan: Los Pinceles, Ríos y El Velero, a unos metros estaba, regentado por Antonio Ríos e Inés, su señora, Patatas Ríos, deliciosas patatas y uno de los mejores churros que tenía nuestra ciudad, y en el lateral derecho del bloque, estuvo, durante todo el siglo XXI y hasta hace tres años que cerró sus puertas, la Papelería Beltrán, que también daba opción al sellado de primitiva, quinielas, limítrofe a ella estuvo la Pescadería de Manolo, de tanto prestigio en el pescado y marisco, Mayoral, etc.
En nuestros días, alineándose en la calle Alanís de la Sierra se sitúa, desde 1995, una tienda de chucherías, regentada por Manuela Jiménez Luna, le sigue un comercio dedicado a pinturas que lleva 12 ó 13 años de actividad; limítrofe, Aniluz, decana de los comercios de este bloque, ya que lleva 26 años dedicada a objetos de adorno, regalos, etc. y su propietaria muy amante de las cosas de Huelva, le sigue, desde diciembre de 2010, la Panadería Alexandra, Carpintería de Juan Barroso (puertas, armarios, muebles a medida…), el Centro veterinario Fuentepiña, Tartessos (frenos y accesorios de motores) y finalmente, un enésimo hipercomestibles Jamón, que presta un magnífico servicio a la zona.
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