El Bar Co y la calle Blanca Paloma (y II)

Historia menuda

Al encontrarse cerca del Cine Apolo, pasaban por el bar muchas personas del centro antes y después de ver las películas l Por iniciativa de Juan Gil Zamora se creó la asociación de vecinos

EN 1967 apenas si habían transcurrido quince años de que desapareciese el Racionamiento de alimentos que les había sido impuesto a los españoles. Se habían pasado muchas penurias y los onubenses -lo mismo haría el resto de compatriotas- practicaban con una entrega y un entusiasmo sin límites la religión del bienestar ante el temor de que la Diosa Fortuna girara la ruleta y el futuro deparara tiempos menos alegres.

De esta circunstancia salieron beneficiados los cines, los espectáculos deportivos y taurinos, la venta de coches y, entre otros, los bares. Y como a unos metros del Bar estaba el Cine Apolo, venían muchas personas del centro y, antes de entrar o al salir de la mencionada sala cinematográfica, se acercaban a hacer la consumición al Bar Co.

Artistas, futbolistas, políticos, hombres de negocios y un sin fin de gentes diferentes constituían el resto de la clientela, todos buscando la simplicidad de su ambiente, el esmerado servicio y sus exquisitas tapas.

Otra virtud que poseía el bar que historiamos era ser receptivo en cualquier estación del año. Así, cuando lloraba el cielo de Huelva la clientela se refugiaba en él y lo mismo ocurría cuando el verano arreciaba con sus calores.

En este entretanto, el Simpecado de la Hermandad de Emigrantes no tenía sede donde internar a la Virgen y los vecinos de esta calle La recibieron con los brazos abiertos, rompiendo todos sus esquemas sociales, que pusieron a los pies de la Señora. Finalmente, la familia de Salvador Soles, que residía encima del Bar Co, se ofreció en su custodia y, a pesar de tener el matrimonio tres hijos, le dedicó al Simpecado una habitación de su casa sencilla y pequeña; mas en su misma pequeñez y austeridad, tenía un poderoso atractivo, que no poseían otras estancias más suntuosas y anchas, la fe. Juan Gil en emocionado recuerdo a esta piadosa familia gestionó y logró que la calle figurase en el nomenclátor con el nombre de Calle Blanca Paloma.

Hemos hablado de las excelencias del Bar Co, pero su recuerdo queda engrandecido al concatenar varios logros y vivencias de la zona. Pero, retrocedamos un bienio. En 1967, lo primero que desconcertaba a los foráneos que el destino hiciera dirigir sus pasos a la calle C de la Barriada Viaplana, era el lamentable estado de abandono en que la citada vía estaba sumida: No estaba asfaltada, esto es, era terriza. No tenía acerado, la iluminación era paupérrima, no había agua corriente en la mayoría de las viviendas, los caños se podían ver en medio de la calle de la que se enseñoreaban nauseabundos olores y, el amable lector lo habrá advertido sin duda, no tenía ni siquiera nombre apropiado.

Justo es reconocerle a Juan Gil Zamora, que nada más formar parte de los vecinos de la calle, por el arrendamiento del local donde se ubicó su Bar, cambiaría mejorando notablemente esta negativa situación. Propuso crear una asociación de vecinos de la calle encaminada para que hiciera fuerza ante el Ayuntamiento a fin de que fuese adecentada.

Se constituyó la asociación y tras verificarse algunas gestiones, los munícipes le hicieron saber a los vecinos de la calle que ésta ni siquiera estaba incluida dentro de los proyectos urbanísticos de las zonas que se realizarían a corto plazo. Al respecto de la Constitución de la Asociación, el diario Odiel, de fecha 19 de abril de 1968, informaba a sus lectores:

"Se constituyó la Asociación de Vecinos de la calle Blanca Paloma. Celebrarán allí una verbena durante las noches del Triduo de la Virgen del Rocío, con gran animación y entusiasmo por parte de los numerosos miembros de la misma. Se ha celebrado en el amplio salón parroquial del templo de Nuestra Señora del Rocío, una Asamblea de vecinos de la nueva calle de la Barriada de la Isla Chica denominada Blanca Paloma, para proceder, terminado el período de su organización, a la constitución legal de la Asociación de Vecinos de la calle de dicha advocación mariana. Presidieron el acto los miembros de la Comisión Gestora que han realizado las diligencias pertinentes y que fueron dadas a conocer ampliamente con muy atinadas reflexiones de su parte por el presidente de la misma, Juan Gil Zamora, quien se congratuló asimismo de que el éxito le haya asistido hasta culminar en el empeño, esto es, en la iniciación y puesta en marcha de la Asociación de Vecinos de la calle Blanca Paloma, cuyos propósitos son los de resolver los problemas planteados en la misma y proporcionar los medios más prácticos para el mejor perfeccionamiento cultural de los vecinos, fomentando a su vez las prácticas positivas que hacen fructíferos los descansos y asuetos profesionales. Fueron leídos y aprobados los estatutos quedando elegida la primera junta directiva de la naciente Asociación: Presidente, Juan Gil Zamora; vicepresidente, Antonio Garrido Jiménez; secretario, Cristóbal Monge Guerrero; tesorero, Juan Bautista Núñez y vocales, Salvador Sánchez Soler, Juan Domínguez Regidor, José Justo Rodríguez, Antonio Domínguez Carranza, Manuel Luque del Pino y Rafael Márquez Muñoz.

Finalmente se acordó agradecer al Ayuntamiento de la Ciudad la rotulación de la calle Blanca Paloma gestionada por aquellos vecinos y el arreglo urbano de la misma.

La nueva Asociación tiene el proyecto de organizar una velada festera que coincidirá con las noches del Triduo de la Blanca Paloma, días 2, 3 y 4 del próximo mayo y se propone llevar a cabo esta fiesta con la colaboración de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío y es de esperar que no les faltará la del Ayuntamiento tan presto cuando se trata de atender al vecindario. En uno de estos días será colocado el rótulo del mosaico de Blanca Paloma que nombre la calle de tan férvidos y animosos rocieros".

Después las viejas aspiraciones, tan codiciadas por los vecinos de la calle que les parecía un sueño, fueron lográndose poco a poco: las aguas fecales que corrían por el centro de la calle dieron paso a un pavimento óptimo. Más tarde, la vía contó con unas aceras adecuadas y una buena iluminación. A estas alturas, Juan pudo poner mesas en la calle y las engalanadas verbenas que se celebraron en ésta traían al barrio mucha gente de fuera… Con el tiempo, los vecinos de la calle instalaban un bonito altar, porque por allí pasaba la Hermandad de Emigrantes para ir al Rocío.

Tenemos que añadir que en esta calle Blanca Paloma y constituida por vecinos de la misma fue fundada la Sociedad Protectora de Animales y Plantas que tan óptima labor viene desarrollando en nuestra capital desde 1969. No podemos detenernos en contar la ejemplar trayectoria de la Sociedad, ya que el tema, por su importancia, necesita un trabajo más exhaustivo. Como detalle simpático, añadamos que la cuota de los socios era de cincuenta céntimos, esto es, media peseta.

Los diez años de excedencia se cumplieron inexorablemente y la Junta de Obras del Puerto llamó a Juan Gil para que reanudase su actividad laboral en sus talleres. Era evidente que su señora no podría sola llevar el timón del negocio y decidió cerrarlo. Pero la justa y bien merecida fama que tenía el Bar Co animó a la familia Rueda a continuarlo. Hablaron con Juan, éste se lo arrendó y permaneció abierto varios años más. Después, imperativos de la vida hicieron que cerraran definitivamente el bar.

Un bar es como un emblema democrático, ya que en la misma barra, se sientan y conviven personajes y personajillos que pueden, incluso, intercambiar palabras sobre determinada circunstancia, ciudadanos que son atendidos no por una titulación o una posición social, sino en la medida del tiempo que hace que llegaron al mostrador. Cuando cerró el Bar Co miles de personas de todos los ámbitos de la ciudad que pasaron en él horas de encuentro, de relajación social, en fin, de sus vidas, lo lamentaron.

Termina esta Historia Menuda dedicada al Bar Co, con la satisfacción de sentir que hemos contribuido también, de alguna forma, a resucitar parte de la historia de una calle en la que durante años se aprendió a amar y disfrutar la gastronomía y que estará ab eternum bajo la advocación de la Blanca Paloma.

stats