Banda ingresa en la Universidad

La primera obra que la Universidad de Huelva recluta para su futuro Museo o Colección está firmada por Manolo Banda, pintor respetable, paisajista con personalidad y diestro con el pincel

Manolo Banda, en su exposición 'El agua y su entorno', en la sala de exposiciones del Campus de Cantero Cuadrado de la Universidad de Huelva.
Manolo Banda, en su exposición 'El agua y su entorno', en la sala de exposiciones del Campus de Cantero Cuadrado de la Universidad de Huelva.
María Pérez Mateo Mperezmateo@Hotmail.com

12 de julio 2010 - 01:00

Manolo Banda es un pintor muy respetable, un paisajista con personalidad. Diestro con el pincel, correcto en la proporciones, notable en el trazado de perspectivas, jugoso en la paleta y rico en la captación de la luz. A todo ello, le sumaría sensibilidad, pulcritud y un conocimiento más empírico que analítico de la naturaleza. Sin embargo, y no encuentro razón, los pintores de oficio diario y titulación compulsada de nuestra querida Huelva no le tienen el respeto que, para mi modesto juicio, se merece.

Es cierto, Banda no esgrime el pincel diariamente, sino cuando le place. Bendita fortuna. Banda no tiene necesidad de buscar hueco en el mercado, abierto (casi) siempre tras años de mimarlo con temple de naturales. Banda no pinta para vivir, sino al contrario: vive para pintar, para sentirse a gusto, dichoso. El arte de pintar, del que no ha gozado en toda su esplendidez sino en quiebros toreros con la intermitencia que el tiempo le ha ofrecido, es su mayor felicidad. Es, como en Matisse, su alegría de vivir. Todo un venturoso. Banda pasará alejado del catálogo de paisajistas para muchos historiadores y pintores excesivamente escrupulosos por el régimen reglado, del que él ni ha sufrido ni puñetera falta que le ha hecho. Y esa categorización es injusta, pues su visión del paisaje no es la de cualquiera. Busca lo que otros no ven o encuentran. Distinción. Pero, además, habría que preguntarles a esos remilgados de selectivo seso qué sería de ellos sin la labor gestora de Banda. De una incuestionable calidad.

Me da igual que la mística purista de los motejadores dude de su capacidad artística y sensitiva. Yo no dudo. Al contrario. Con todas sus carencias, ¿quién no las tiene?, siento a Banda como un paisajista pleno, vigoroso, capaz y, lo más importante, portador de un zurrón de ilusiones luministas y coloristas, aquellas que atesoran solo los que ven en la naturaleza parte de sí misma, parte de su alma, y no (re)parte de aquellos que reproducen y no ven, que copian y no sienten, que miran más al que anteriormente pintó que al objeto natural que está delante de ellos.

Me alegro, pues, que la primera obra que la Universidad de Huelva recluta para su futuro Museo o Colección esté firmada por Manolo Banda. Este paisaje de Cabo de San Vicente es buena muestra del arte sensible y preciso de un pintor onubense que es capaz de desplegar una falange de diminutas pinceladas a la manera impresionista española, que buscar con otras pinceladas más incisiva y lavadas calidades fotográficas. Como el caso.

Ahora bien, las dudas que no me alteran mi sentir ni mi capacidad objetiva como crítica artística por la obra de Banda, me sobresaltan en estos momentos por la actitud de nuestra UHU. Según una ha podido indagar, la UHU, vestida de pedigüeña, está llamando a muchos pintores y escultores locales para que, ¡por favor¡, donen una obra que dé cuerpo a la colección. Con lo cara que está la vida, y la Universidad dando becas, bolsas de viajes… y espacios públicos. Un poco ciega ante tanta crisis. Alejada del taller, y excesivamente abrumada por el foco de una fotografía de prensa.

No he podido dialogar con los responsables del proyecto, pues parece que no hay más proyecto que cebar el pavo de la colección. Esa es la respuesta a la pregunta. Da igual a quién se lo piden. Cuanto más gordo esté el pavo, más paté. Con más cuadros, más paredes. Más futuro… en la palabra.

Más me preocupa que nuestro querido Rector, hombre de una cultura extensa y pulida, de un compromiso sincero y una palabra franca, de una humanidad fuera de toda pose, exprese sin vacilación que esta obra la "pondremos en algún lugar destacado de nuestra Universidad para que todo el mundo pueda admirar su belleza", que "Manuel Banda retrata un impresionismo que llega al alma". Lo de impresionismo, se perdona, no es fácil distinguir impresión y expresión, pincelada y brochazo. Pero lo del "lugar destacado" me huele a cubrir paredes y no a un futuro museo.

Dios, qué miedo. Sin empezamos a poner obras y obritas en despachos, pasillos o estancias democráticas, éstas pasaran pronto a interpretar el adagio goyesco de que el tiempo también pinta. A peor, claro. Adiós, hasta siempre, adiós, colección de la UHU. Viva la decoración facial de los despachos de rectores, vicerrectores, directores de vicerrectorados, secretarias de rectores, vicerrectores y directores de vicerrectores, directores generales de secretarias de vicerrectores, gerentes de gerencias y tenencias, delegados de caruh, personal pasivo, delegaciones sindicales, estancias de ocio, cátedras, seminarios, cafeterías… Y pasillos de accesos a… (lea los siete últimos reglones) Miedo. Decorar no es coleccionar. Ni difundir.

La UHU es un orgullo. Pero que la UHU no dé miedo. No repita hasta que los pulmones contengan aire la palabra UHU con tono a lo Bèlla Lugosi. Asusta. Deje que profesionales confeccionen un futuro museo, fundación, colección o fondo de arte. El criterio del saber sustituirá a las llamadas por sorpresa a los artistas. Seguro. Los fantasmas y las fantasmadas pueblan no los cementerios sino las instituciones desde que el hombre decidió gobernar y coronarse. Antes de pedir obras, sepa por qué y a quién. Antes de pedir obras, no se olvide del continente, el lugar donde esas obras encontrarán acomodo. Así, tan fácil, todo funcionará. Es cuestión de psicología y otras ciencias, por mi licenciado o doctor que seas. No de fotografía. Alegría de hoy. Olvido para siempre.

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