Bailes andinos para el encuentro
sociedad
Seis danzas de Bolivia, Perú y Ecuador simbolizan en Isla Chica y La Hispanidad la amistad de Iberoamérica

La tunantada, el sanjuanito, el salay, los caporales, la morenada y la diablada son seis danzas ancestrales de Perú, Bolivia y Ecuador que han perdurado durante siglos hasta la actualidad, convertidos en emblemas de la identidad de los pueblos originarios de Iberoamérica.
Éstos, especialmente los de los tres países andinos, quisieron hacer ayer un particular saludo de amistad y hermandad a la población onubense con un pasacalles realizado por miembros de la comunidad iberoamericana en la provincia y en Andalucía con motivo de las celebraciones del 12 de octubre. Por eso, con toda la intención, ese pasacalles que partió del corazón de Isla Chica, desde la Plaza del Estadio, recorrió la avenida que vertebra la populosa barriada, la de mayor integración latinoamericana, hasta llegar al barrio de La Hispanidad, para celebrar con sus vecinos, en el marco de sus fiestas anuales, un verdadero encuentro sociocultural de dos mundos, la "devolución de la visita" 525 años después, anota el presidente de la Casa de Iberoamérica en Huelva, Manuel Cordero.
Más de 150 personas participaron ayer tarde en el desfile folclórico, en el que estuvieron los grupos de baile Institución Tunantera de Andalucía, Ecuador somos todos, Fraternidad Killkiña, Caporales San Simón USA, Fraternidad Verdaderos Intocables y Bolivianos en Huelva, con apoyo logístico de miembros de las comunidades de Argentina y Chile en la provincia onubense.
La tunantada, realizada ayer por un grupo peruano, es un baile pausado en el que se deja ver cierta añoranza por los tiempos en los que Jauja era la gran capital comercial, "un símbolo histórico de aquel lugar de encuentro para el mestizaje", cuenta Cordero.
Los ritmos cadenciosos y sensuales los pusieron los caporales de Bolivia, con mujeres danzando con faldas cortas y hombres con sonoros cascabeles para acompañar los movimientos de sus pies.
La morenada refleja el pasado de esclavitud, con el choque social que se produjo también en la zona andina. El sonido de cada paso trata de recordar el de las cadenas de los esclavos al ser arrastradas.
Ese choque intercultural, desde el punto de vista religioso, lo representa la diablada, como muestra de la convivencia del bien y del mal, dualidad común al margen de credos en la cultura boliviana.
Los ecuatorianos llevaron además a las calles onubenses el vistoso sanjuanito y los bolivianos el salay. Todo un catálogo cultural andino en el que la danza trajo a Huelva historia y hermandad.
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