La Audiencia absuelve a la familia Cortés por el tiroteo de El Torrejón
Sólo condena a 14 meses de cárcel al cuñado del padre de Mari Luz, que se autoinculpó en el juicio Al carecer de antecedentes penales, Vicente Jiménez, no pisará la prisión
Absueltos. La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Huelva hizo pública ayer la sentencia por la que exime de toda responsabilidad en el tiroteo acontecido en septiembre de 2011 en El Torrejón a cuatro miembros de la familia Cortés: el padre de Mari Luz, Juan José; el padre de éste, Juan, y sus dos hermanos, Diego y Valentín. Concretamente, el pastor onubense se enfrentaba a 10 años y dos meses de cárcel por un delito de homicidio en grado de tentativa, otro de tenencia ilícita de armas y otros tres más de amenazas.
En el dictamen judicial, que consta de 25 páginas y ha tenido como ponente al propio presidente de la Audiencia de Huelva, Antonio Pontón, únicamente resulta condenado el cuñado de Juan José Cortés, Vicente Jiménez, quien se autoinculpó en el plenario, admitiendo que fue él quien realizó los disparos contra la vivienda de la calle Dalia.
El tribunal lo considera autor de un delito de amenazas no condicionales y de otro de tenencia ilícita de armas de fuego, además de estimar que incurrió la noche de autos en una falta de lesiones. Por los dos delitos, Vicente Jiménez deberá responder cumpliendo una pena de catorce meses de cárcel (aunque nunca pisará una penitenciaría, ya que carece de antecedentes penales). Tampoco podrá tener o portar armas de fuego durante cuatro años, mientras que por la falta tendrá que abonar 240 euros, amén del pago de la quinta parte de las costas del juicio. No obstante, los delitos atribuidos a Jiménez quedan muy lejos del de homicidio en grado de tentativa que le asignaba la Fiscalía, por el que pedía para él siete años de prisión.
Los magistrados Antonio Pontón, Santiago García y Francisco Bellido ven probado que el 20 de septiembre de 2011 Antonio Fernández discutió por teléfono con su sobrino Juan José Cortés "y, en el curso de la misma, le dijo que se "cagaba en sus muertos", lo que causó en el segundo "un gran impacto emocional". La conversación fue acalorada y hubo "mutuos reproches". Juan José colgó el teléfono.
Minutos más tarde, su tío materno volvía a llamarlo para pedirle disculpas, pero el asunto no llegó a buen puerto y Cortés le espetó que "deberían irse de la ciudad". No obstante, Fernández "no obtuvo de estos reproches y manifestaciones sentimiento alguno de miedo o desasosiego".
Tras esta conversación, Antonio Fernández y su familia, "y siguiendo una costumbre de la etnia gitana, se desplazaron hasta la vivienda" que su hermano, José Fernández, posee en la calle Dalia de El Torrejón.
Horas después, ya en la madrugada del 21 de septiembre, el cuñado de Juan José, Vicente Jiménez, tuvo conocimiento de la discusión vespertina y "se sintió ofendido por esa expresión", la de "me cago en tus muertos" que profirió Antonio Fernández a Cortés. Dice luego la Audiencia que se trata de un enunciado dicho "entre personas de etnia gitana, que ya de por sí le atribuyen una especial ofensa, pero además en este caso es conocido y público que la hija de Cortés fue asesinada", lo que impulsó a su cuñado a entrar en acción.
Decidió entonces, en torno a las 02:00, dirigirse a la calle Dalia. Vicente Jiménez iba pertrechado con una escopeta de caza de calibre 12 que estaba cargada con cartuchos de perdigones del número 7. Carecía de licencia o permiso para portarla y pretendía con esta acción "amedrentar" a los Fernández, ocultos en el piso.
Realizó tres disparos -a una distancia aproximada de 30 o 40 metros- sobre las tres ventanas de la vivienda, afirman los magistrados en la sentencia. Cada uno de ellos impactó en las persianas del domicilio, que en esos momentos estaban bajadas, pero también llegaron al salón y dos dormitorios. En este lance, Antonio Fernández resultó herido. Un perdigón lo alcanzó en la cabeza, provocándole una herida frontal puntiforme y excoriaciones en la muñeca. Precisó únicamente de una primera asistencia médica, invirtiendo diez días en su curación. "En esta acción no participaron Juan José, Juan, Valentín ni Diego Cortés", motivo por el que el tribunal los absuelve.
Para la familia de Mari Luz, la noticia llegó ayer como un soplo de aire fresco. Según indicó Juan José Cortés a Huelva Información, "estamos contentísimos, que no sorprendidos, porque nos lo esperábamos tras el juicio".
Piensa que es desmesurado "la que se ha liado por una herida de plomillo en la cabeza, una tontería que no llegó a mayores". Cortés deja claro que "si hemos llegado hasta aquí es porque yo soy quien soy, por la adversidad política; había quien quería mi cabeza a toda costa, pero no la ha podido conseguir", explicó a este diario con una mezcla de satisfacción y rabia en la voz.
El pastor onubense recordó que "siempre mantuve mi inocencia porque ésa era la única verdad, no había otra", y aplaudió que el tribunal "se diera cuenta de ello en el juicio".
Los Cortés brindaron ayer con champán. Y cantaron y bailaron en casa, en la Plaza Rosa de El Torrejón y en la puerta del Palacio de Justicia, desde donde Juan José indicó a la prensa que pedirá a la Fiscalía General del Estado (FGE) que estudie "qué ha pasado en este caso con la Fiscalía", al considerar que este órgano los ha acusado "sin pruebas".
Los festejos continuarán en la jornada de hoy, porque "hemos pasado mucho con lo de nuestra hija y con todo esto, así que ahora nos toca vivir tranquilos", indicó a este rotativo. Los Cortés celebrarán este mediodía un almuerzo familiar en El Torrejón para el que, incluso, "compraremos un baliché", un cerdo en idioma caló.
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