Huelva

La gran familia de la Asociación AMIA, una puerta a la integración en Huelva de las mujeres migrantes

La gran familia de la Asociación AMIA, una puerta a la integración en Huelva de las mujeres migrantes

La gran familia de la Asociación AMIA, una puerta a la integración en Huelva de las mujeres migrantes / H.I (Huelva)

El pequeño local de la Asociación de Mujeres Migrantes AMIA es un hervidero de actividad diaria. Las personas voluntarias de esta "pequeña gran familia", como la define su presidenta, Fatima Ez-Zohayry, llevan a cabo una labor integral con las mujeres que reciben, desde la primera acogida hasta su incorporación en la sociedad onubense a todos los niveles. 

"Las mujeres llegan en una situación de indefensión total, sin redes de ayuda y buscando una vida mejor para sus familias y para ellas", explica Fatima sobre el recibimiento que la Asociación brinda a las mujeres.  "Contamos con mujeres de todas partes del mundo, desde Marruecos hasta Latinoamérica pasando por Rumanía y Europa del Este". Para todas ellas, AMIA cuenta con importantes recursos para que su estancia en Huelva, sea por un tiempo o permanente, sea lo más amable posible. 

La asociación cuenta actualmente con un equipo de personas voluntarias que varía, entre las 30 y las 50 personas, según las actividades programadas y la época del año. AMIA aborda "todos los problemas que las mujeres pueden tener al llegar a la provincia" ofreciendo servicios comunes como el asesoramiento en cuestiones legales y de extranjería, la compañía a los centros de salud para ofrecer asistencia y apoyo como intérpretes lingüísticos. En casos específicos, los voluntarios de la asociación pueden llegar a trabajar en la intervención en casos de maltrato y violencia de género, en colaboración con los servicios sociales y los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. 

Asistencia alimentaria para 300 familias 

Además de asistencia técnica, AMIA ofrece alimento a más de 300 familias a lo largo del año, especialmente a madres solteras que no cuentan con recursos suficientes para hacer frente a las tres comidas diarias para sus hijos e hijas.

En estas tareas, la Asociación cuenta con la colaboración puntual del Banco de Alimentos pero, en la mayoría de los casos, los recursos parten de las aportaciones de las personas voluntarias y socias. "Nunca nos han dado subvenciones", asegura Fatima. "En los últimos meses hemos logrado que el Centro de la Mujer nos otorgue un proyecto que comenzaremos a elaborar a partir del próximo mes de marzo pero el resto de la actividad de la asociación siempre es a costa de nuestros bolsillos". 

Desde el Ayuntamiento también se muestra voluntad por la causa antirracista, una problemática tan extendida y que afecta especialmente a las mujeres migrantes. Para tratar de prevenir estas actitudes, AMIA ofrece talleres con los que se fomenta la integración de las culturas, tanto la de origen como la de acogida. 

Estos talleres son en su mayoría de tipo formativo, como el de certificación de manipulación de alimentos, pero también hay espacio para lo lúdico y convivencia como el taller de cocina donde se suelen fusionar la comida española con la del país de origen de las personas que participan. Con ellos se busca, además de generar lazos de unión, facilitar la integración laboral de estas mujeres, a menudo en situación de vulnerabilidad. "Tenemos mucho trabajo todo el año con estos talleres y, al igual que el resto de actividades, también los financiamos nosotras", explica la presidenta. 

La realidad de las mujeres migrantes en Huelva

Toda la actividad de AMIA está dirigida a mejorar la vida de mujeres como Makena, que llegó a Huelva desde Libia huyendo de la guerra y buscando un lugar donde su familia estuviese a salvo. "Cuando la guerra te golpea ya no puedes hacer otra cosa que salir y buscar un lugar seguro", afirma la joven.

"Cuando estalló el conflicto tenía una hija y estaba embarazada de la segunda, no podía permitir que los yihadistas decidieran su futuro o directamente me las arrebataran", explica Makena, que salió de su país en la segunda guerra libia de 2014. 

Como ella, la Organización Internacional para las Migraciones de la ONU calcula que más de 234.000 personas tuvieron que emigrar fuera del país. Makena y sus hijas, que actualmente viven en Guadalajara, encontraron acogida en Huelva en los primeros días tras su salida de Trípoli. "Me sentí muy bien tratada, esa es la verdad. En un momento en el que no tenía nada me lo dieron todo y solo tengo palabras de agradecimiento para los onubenses", asegura. "Vengo siempre que puedo como ahora en vacaciones a visitar a gente buena que nos abrió las puertas de su casa y a tratar de echar una mano a personas que como yo también lo pasaron mal. Es muy duro salir de casa y tener que dejarlo todo atrás pero con ayuda se consigue y se lleva un poco mejor". 

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