Día de la Universidad de Huelva

Arte, deporte, ciencia y muchos autógrafos

  • El cantaor Arcángel, el patinador Javier Fernández y el profesor Francisco Manuel Alonso se llevan el calor de la Onubense en su reconocimiento más académico

Los tres protagonistas del día lo fueron ayer desde tres disciplinas distintas, desde tres orígenes dispares que confluyen de alguna forma en la Universidad. La Onubense hizo ayer de punto de encuentro para todos ellos en sus diferentes vertientes y encontraron allí el calor de los presentes. Pareció, más que un acto institucional, un encuentro popular, en el que las peticiones de selfis y de autógrafos se sucedieron antes y después del acto; durante, también, en esa precipitada marcha obligada de uno de los medallistas, el patinador Javier Fernández, que llevó a algunos entre el público a salirse rápido del salón para una última foto con él.

“Espero volver muchas más veces a vuestra casa y poder disfrutarla muchísimo más tiempo”, dijo el deportista antes de bajar del escenario, en un edificio Jacobo del Barco que hizo su casa, “nuestro sitio, nuestra gente”, por unos momentos, a pesar de “estar un poco lejos de donde yo nací”.

María Antonia Peña dejó claro que las tres medallas de este año en la UHU han pretendido abarcar distintos ámbitos: el interno, con el profesor Francisco Manuel Alonso Chaves; el del entorno local, con el cantaor onubense Arcángel; y el externo, nacional e internacional, con el doble campeón del mundo y medallista olímpico en patinaje artístico sobre hielo. Al mismo tiempo, dijo la rectora, arte, deporte y ciencia, como pilares que deben estar también presentes en todo momento en la institución universitaria.

A lo que no están tan acostumbradas aquellas aulas es al paso de cazadores de autógrafos y de fotografías. El revuelo en torno a Javier Fernández fue considerable antes del acto, entre una nube de periodistas locales y entre un animado grupo de jovencísimas integrantes de una escuela de patinaje de Aljaraque, Danzapatín, que disfrutaron hasta de la parte más seria de la convocatoria, en el interior del salón.

Fernández se mostró agradecido por la oportunidad de “visibilizar un deporte que queda un poco en el olvido”, en ese homenaje a “la disciplina, el esfuerzo y la constancia”. Sólo él eclipsó ligeramente a Arcángel, que tampoco despachó pocos autógrafos y posados de fotos en el exterior.

“Si Javier hablaba de sentirse orgulloso de esta tierra pese a nacer lejos, imagínense –explicaba el cantaor– lo que significa esto para alguien que ha nacido aquí, que vive aquí y que encuentra aquí el ambiente adecuado para que se críen sus hijos”.

El artista tenía allí a sus dos niños, a quienes les dedicó la medalla, en las últimas palabras de su discurso, que arrancaron las risas y los aplausos de todos: “Espero que dentro de poco estén por aquí y lo hagan bien. ¡Dejaos de cante y tonterías de esas que eso no trae nada bueno!”.

Con ellos se quiso hacer una foto fuera, al término del acto, posando con la medalla, mostrándoles orgulloso la inscripción con su nombre en el reverso, tratando de transmitirles el valor que tiene una distinción de este tipo.

Porque Arcángel consideró esta medalla un “acto de hermanamiento de la Universidad y el flamenco”, como instituciones que “se dan la mano, espero que para siempre”, apuntó del encuentro con la UHU el onubense, director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba.

Desde dentro lo vivía ayer el profesor de Geología Francisco Manuel Alonso Chaves, granadino pero onubense de adopción, testigo directo de la creación de la Universidad y ejemplo, aquí, de esa transferencia de conocimiento a la que apela la rectora, en este caso por una causa solidaria, como el rescate en Málaga del niño Julen Roselló. “Cada profesor, cuando va cada día al aula, tiene una oportunidad para la transferencia del conocimiento”, destacó.

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