tribuna de opinión

La Arquitectura tiene nombre de mujer

  • Las mujeres sufren las carencias de espacios que "no nos representan, pero que nos son necesarios"

  • Es imprescindible un enfoque "que tenga en cuenta el papel que desarrollamos"

El 8 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer y quisiera hacer una reflexión acerca de los espacios donde tantas heroínas invisibles desarrollan su labor silenciosa, generosa e indispensable, sin la cual se detendría el mundo, nuestro mundo. Ser conscientes de las diferencias entre hombres y mujeres no justifica las desigualdades.

Todavía en una sociedad como la nuestra, en muchos de nuestros pueblos y ciudades, el espacio privado y no remunerado pertenece a la mujer y el espacio público al hombre, y la mujer corre sin descanso asumiendo funciones, roles y responsabilidades entre el espacio de la vivienda y la ciudad sin que ninguno de estos ámbitos suela centrarse en sus necesidades hoy: tres generaciones de mujeres que conviven y se apoyan en un equilibrio de delicadeza y fuerza para poder sostener un modelo familiar, socioeconómico y cultural en el que la economía, el cuidado, el soporte emocional y la educación de niños, personas dependientes, jóvenes y mascotas, la supervivencia de su familia y su propio desarrollo personal, dependen en gran medida de la habilidad de la mujer para poder conciliar vida laboral y familiar en jornadas de "tan sólo" 24 horas.

Arquitectura en femenino es construir ciudades más justasy más sanas

Esto supone la mayoría de las veces renunciar a nuestro descanso y/o desarrollo personal y profesional a cambio de la invisibilidad, la precariedad, el estancamiento laboral y la presión o falta de valoración social en el mejor de los casos, y de acoso familiar, laboral e institucional y violencia doméstica y social en los más extremos. El espacio en el que se desarrolla toda esta agotadora actividad facilita o dificulta aún más la labor de la mujer, por eso reivindico hoy una Arquitectura en femenino y con mayúsculas.

Es significativo que en períodos preelectorales se acelere el impulso de planes, nuevas leyes y medidas, o modificación de las existentes, muchas de las cuales tienen que ver con la Arquitectura y el Urbanismo. La razón es obvia, afectan a todos los espacios para la vida y en palabras de Botton "somos lo que habitamos". Pero si de vida se trata, las mujeres tenemos mucho que decir y deberíamos hablar de cómo no se tiene en cuenta nuestro papel en la sociedad. Urge reflexionar sobre cómo se concibe e impulsa el desarrollo local, la creación de espacios públicos, transportes, infraestructuras y equipamientos, en relación a la división del trabajo, los modelos familiares, el acceso al mercado laboral y a la vivienda junto a las posibilidades de emancipación, la conciliación familiar, embarazo, maternidad y lactancia, la pirámide demográfica, el papel de los abuelos hoy, el sistema de pensiones y su relación directa con la solidaridad familiar en tiempos de crisis y pobreza económica, energética, cultural… Todo esto es el marco social en el que nuestros espacios y modelos evolucionan; la complejidad urbana de nuestras ciudades emana de sus habitantes y los engulle, con una tendencia creciente a convertir nuestros centros urbanos en museos de cartón piedra, nuestros ensanches en enclaves globalizados sin identidad y permitiendo que actividades de cuestionable legalidad se desarrollen en barrios periféricos que se planificaron con todos los avances urbanísticos y sociales y se han convertido en guetos hostiles, insalubres e inseguros física y emocionalmente.

La Arquitectura tiene nombre de mujer, pero en el Urbanismo, el modelo de ciudadano es masculino. Esta mirada tradicional hacia el urbanismo suele excluir tanto a mujeres como a personas dependientes, niños y ancianos. ¿Qué sentido tienen los informes de género que se exigen a los instrumentos de planeamiento y que inevitablemente terminan en un cajón? Los análisis de urbanismo e inclusión social deben ir en otro sentido porque una política urbanística en femenino sí puede contribuir a la igualdad de género en el uso del espacio.

Muchas mujeres proyectamos edificios y ciudades y todas habitamos y creamos vida, convertimos cualquier espacio en un hogar, nuestra oficina, la explanada estéril del barrio la transformamos en un parque de juegos o un balcón con macetas en jardines colgados para el disfrute de todos. No somos usuarias pasivas, y sufrimos cada día las carencias de esos espacios que nos envuelven pero no nos representan, tan necesarios, pero no los únicos que podemos habitar. Debemos analizar la vivienda y la ciudad y darles un nuevo enfoque donde se valore y facilite el papel indispensable y tan a menudo invisible de la mujer en el estado de bienestar de nuestro país. Ciudades más humanas y una gestión responsable de las mismas junto a modelos de desarrollo que pongan el foco en los valores sociales, reducirían el consumo cada vez más frecuente de antidepresivos, porque un espacio amable y saludable donde uno pueda desarrollarse en todas sus facetas como ser humano y relacionarse en él en lugar de en la redes sociales, invita a la vida y no al letargo. Por eso la Arquitectura debería ser un Bien de Interés General.

Arquitectura en femenino es construir ciudades más justas, más sanas, más seguras, más humanas. Diversas en población, en usos, en servicios. Es impulsar intervenciones y planeamientos que las llenen de árboles, que las doten de infraestructuras para la vida cotidiana, y las hagan legibles, accesibles, habitables, nuestras. Ninguna ciudad puede considerarse segura, inteligente o sostenible, a menos que toda su población pueda acceder a una vivienda digna y gozar de espacios públicos de calidad sin temer a la violencia, en especial, las mujeres y las niñas. Eso requiere un acceso universal a hogares, zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y todos los que valientemente, en un espacio muchas veces adverso, afrontan alguna discapacidad, física o mental, incrementada por la invisibilidad social a la que se les somete.

Medidas como una mejor iluminación en las calles, una señalización más adecuada, una mayor limpieza, protecciones frente al tráfico en espacios de convivencia con el peatón, accesibilidad en viario y transporte público, mayoritariamente usado por mujeres muchas de las cuales tenemos niños y personas dependientes a nuestro cargo, son pequeños gestos que empiezan a marcar la diferencia, repercutiendo directamente sobre el bienestar de todos.

Urbanismo en femenino es concienciarnos sobre la necesidad de contar con espacios públicos de calidad no sólo bien diseñados y ejecutados, sino adecuadamente gestionados con procesos y herramientas que promuevan y garanticen que esos espacios públicos estén bien comunicados, sean saludables, adecuados y seguros, que propicien la cohesión social y garanticen el bienestar y la seguridad diariamente y en las actividades y los eventos celebrados en los espacios públicos de nuestros pueblos y ciudades. Urge un diálogo político y ciudadano que se centre en estos objetivos y su consecución mediante la planificación y la gestión de los planes de vivienda y urbanísticos, que incorporen los valores y necesidades de las mujeres para trasladarlas al espacio, comprender y ver cómo se opera en él y desde él para poder transformar la realidad que habitamos.

Esa realidad que sostienen cada día mujeres invisibles y anónimas, esas mujeres maravillosas que creen que su historia no merece la pena ser contada, que piensan que no han hecho nada pero lo han hecho todo porque siempre piensan en los demás antes que en ellas mismas… Mujeres que sorprenden a los que de repente las descubren un día, por su fascinante humanidad y el desgaste adquirido con los años. Esas mujeres, como las ciudades invisibles de Ítalo Calvino, "no revelan su pasado, sino que lo contienen como las líneas de la mano, escrito en las esquinas de sus calles, los rasguños de las ventanas, las balaustradas de los escalones, las antenas de los pararrayos, los mástiles de las banderas, cada segmento a su vez marcado con arañazos y hendiduras…".

Mi reconocimiento y agradecimiento hoy a todas ellas, y a los hombres que nos aman y nos apoyan para que otra realidad sea posible.

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