Huelva

Aplausos al atardecer: Huelva y el cólera de 1833

  • Las medidas de confinamiento actuales así como de control de movimientos para controlar la expansión del coronavirus recuerdan las aplicadas ya en el XIX y diversos casos ante pandemias

Parte de la Junta de Sanidad de Huelva.

Parte de la Junta de Sanidad de Huelva. / Huelva Información (Huelva)

Los episodios pandémicos suelen relacionarse por lo general con consecuencias demográficas negativas, sobre todo en el Antiguo Régimen: peste bubónica, peste negra, fiebre amarilla, viruela, etc. y, tras aquel período, el cólera o la mal llamada “gripe española”, más recordadas. Respecto del cólera sufrido en España en el siglo XIX, tenemos que referir cuatro epidemias: 1833-34, 1854-56, 1864-65 y 1884-1885, y dos pequeños brotes casi desconocidos en el siglo XX: 1971 en la ribera del Jalón y 1979, de menor incidencia, en Málaga, Barcelona y Melilla, entre otras ciudades.El cólera de 1833 se inició como pandemia en 1817 en el Indostán y recorrió Asia y Europa hasta entrar en Portugal durante su guerra civil (1828-34). Pero para los onubenses de entonces no era desconocido; ya en 1828 la Junta de Sanidad de Huelva vigilaba la ría al saber de su aparición en Gibraltar. Desde 1832 el país se preparaba para su llegada y así el monarca ordenaba “que se implore lo primero la inagotable Misericordia Divina, haciéndose en todas las iglesias de mis dominios (rogativas)…para que aplacado y propicio el Todopoderoso, nos libere de tan nuevo y cruel azote” (Gaceta: 17-IV-1832).

Con el cólera en Portugal (1832), el Gobierno estableció cuarentenas para los buques procedentes de allí, prohibió todo comercio con el reino vecino (RO15-II-1833) y creó una comisión para estudiar el cólera en París, Viena y Múnich, con los médicos Pedro Mª Rubio, Lorenzo Sánchez Núñez y Francisco de Paula Folch y Amí.Según autores de la época, el cólera aparece en España el 9 de agosto de 1833 en Huelva. Sabemos sus síntomas por una historia de la enfermedad que actualmente se conserva en Huelva, del médico onubense José Rodríguez Machado, en el Boletín Oficial de Madrid, que relata cómo llegó a Huelva el 8 de agosto en una embarcación, de la que bajaron algunos marineros y comieron en una posada de la zona de la Calzada con otras personas “de vida relajada”. La posadera fue asistida por Rodríguez Machado de una “gastrocolitis muy intensa” y murió al día siguiente. Los cuatro marineros contagiados fueron recluidos en el lazareto de la Cinta, donde ya se hallaban cuatro vecinos infectados.

La Junta Municipal de Sanidad remitía a la Superior de Andalucía los partes firmados por los médicos de Huelva (Rodríguez Machado, José Bermúdez y Luis Barrionuevo), en los que se contaban, desde el 18 de agosto, trece infectados, de los que cinco habían fallecido. La Junta andaluza resolvió prohibir reuniones públicas y espectáculos, incomunicar el Condado de Niebla, especificar lazaretos y puntos de reunión, y publicar los partes de Huelva en el Diario de Sevilla. El capitán general de Andalucía, marqués de las Amarillas, reconocía oficialmente la existencia del cólera en la zona el 28 de agosto, e inmediatamente Huelva y Ayamonte fueron aisladas del resto del país mediante cordones sanitarios, a la vez que se establecía un lazareto en el santuario de la Cinta para acoger los recluidos por la cuarentena y el Hospital de la Caridad amparaba a los enfermos que podía.

Con el aislamiento se impedía a muchas personas ganar su sustento y el de sus familias. Así, el recaudador de las rentas del apóstol Santiago declaraba no haber podido hacer efectivas éstas por el cordón sanitario. A la vez, se disponía en la villa una serie de medidas sanitarias: limpieza de calles y plazas, control de los estercoleros y animales, etc… y reutilizaba un salvoconducto sanitario, que permitía la salida de la villa de las personas libres de contagio. Tal era el cariz de la situación en la villa que el doctor Folch y Amí, miembro de la comisión para estudiar el cólera en Europa, nos confirma, en su Breve descripción del Cólera-Morbo Oriental que se padeció en la ciudad de Sevilla, que fue enviado a Huelva para “cuidar de la asistencia y curación de aquellos infelices epidemiados” y ayudar con su experiencia.

Pero, según la Junta Superior de Sanidad del Reino, presidida por el conde Ofalia, las autoridades de Huelva “no se detuvieron en adoptar con laudable previsión y especial eficacia las disposiciones convenientes para evitar se propague la enfermedad a otros pueblos”, de esa forma por orden del Rey se acordonó Huelva para vigilar con “ los pueblos que se hallan situados al radio de diez leguas”; además se dispuso un segundo cordón “para estorbar que ninguno de los moradores dentro de esta segunda línea la traspase…”. Asimismo, se hacían prevenciones para que en Huelva no faltaran víveres para su subsistencia, auxilio y curación de enfermos y convalecientes. Igualmente se prohibía la salida al mar de las embarcaciones surtas en su puerto y el desembarco en el río Odiel (?). Los barcos transgresores serían conducidos al lazareto de Mahón u obligados a regresar a su punto de salida. Los procedentes de cualquier lugar entre el Guadiana y el Guadalquivir serían calificados de patente sospechosa, lo que obligaba a sufrir una serie de prevenciones hasta eliminar cualquier posibilidad de contagio. Para el acordonamiento se contaría con la tropa regular, y además con los Voluntarios Realistas y los vecinos honrados de los pueblos. Se disponía el expurgo y envinagrado del correo de las localidades contagiadas o sospechosas (Gaceta: 29-VIII). Otra RO de 17-IX limitaba también el tráfico de personas y mercancías desde el Guadiana al Guadalquivir como patente sucia, que no se admitirían en los puertos del reino sin la cuarentena en el lazareto de Mahón. Mediante otra RO de 19-IX, se concedía una serie de auxilios para los coléricos, por la que se ponía a disposición de las Juntas de Sanidad la mitad de los fondos, en grano y/o en dinero, de los pósitos reales y píos de cada localidad.

Desde fines de agosto se iban sucediendo los partes de los médicos de la villa para la Junta Suprema de Sanidad del Reino, que los publicaba en la Gaceta de Madrid. No tenemos noticias de las defunciones de estos años ni en el Archivo Municipal ni en las parroquias onubenses, así que sólo contamos con las cifras del diario oficial.

El cólera permaneció en Huelva del 9 de agosto al 3 de octubre, con 570 contagiados y 238 muertes, durante casi dos meses, de un total de 7.416 habitantes. El cabildo de la villa, una vez finalizado el contagio, rendía tributo de gratitud a las autoridades de Cádiz por “los actos de caridad, religión y piedad…por suscripción unos, y por limosnas otros” (Gaceta: 12-XII). Nos puede servir de comparación el caso de Sevilla, donde la enfermedad se extendió del 4 de septiembre de 1833, en Triana, hasta el 9 de noviembre en toda la ciudad, de cuyos 96.000 habitantes fueron infectados unos 24.000, de los que murieron 6.262 (Morir en Sevilla en el año del cólera).

Igualmente podemos referirnos al caso de una localidad de parecidas proporciones demográficas como Ayamonte, en la que de 8.000 habitantes contamos 2.523 infectados y 202 muertos entre el 26-VIII y el 13-X. En la Real Isla de la Higuerita la epidemia tuvo lugar entre el 2-X y el 13-XI y produjo 393 contagiados y 116 difuntos. La misma regente María Cristina socorrió con donativos y exenciones a los isleños, que desde entonces pasaron a llamar Isla Cristina a su lugar (1834). El fin de la epidemia en Sevilla coincidió con el de la Real Isla (Gaceta:14/XI), cuya Junta Municipal pensaba cantar el Te Deum el 11-XI, “habiendo cesado el contagio que la afligía” (Gaceta: 28-XI).

Además de Ayamonte e Isla Cristina, el cólera afectó a otras localidades de la provincia, aunque con menos intensidad: Trigueros, Cartaya y Moguer, donde finalizó la epidemia el 21-XII-1834, tras un año, cuatro meses y 15 días, según González Sámano en su Memoria Histórica del cólera-morbo asiático en España de 1860.

Sin pensar en completar los datos de Sámano, podemos confirmar la existencia del cólera en otros puntos de la provincia durante 1834 tales como Almonte (del 12 al 22-VIII, con 122 contagiados y 22 muertos), Aracena (del 9 al 29-XI, con unos 300 enfermos, sin saber el número de fallecidos por estar sus tres facultativos enfermos), Aroche (del 15 al 31-X: 214 y 15), Cortegana (del 12 al 31-X:187 y 18), Encinasola (del 25 al 14-XI: 21 y 7), La Palma del Condado (del 2 al 27-VIII: 106 y 52), San Juan del Puerto (del 11 al 27-XI: 12 y 7) y Zalamea la Real (del 25-VI al 23-X: 47 y 32), datos consultados en la Gaceta de Madrid del año 1834.

Los médicos de Huelva trataban de atacar el mal con remedios tradicionales, que se diferenciaban de los empleados en otras zonas por su escasa eficacia y que aplicaban según las graduaciones y síntomas que presentaba la enfermedad en cada persona por su complexión. Estos facultativos de la provincia mantenían estrecha relación con las instituciones médicas sevillanas. De hecho, la Junta Superior de Sanidad de Andalucía, entre sus Procedimientos para curar el cólera-morbo asiático… incluyó en 1833 un folleto del médico de Gibraleón Juan Lorenzo Vélez. Al año siguiente, se publicaba en Cádiz una Descripción de las observaciones y diferentes métodos curativos practicados en Villa-Real de San Antonio, Cabeza de San Bruno y Ciudad de Ayamonte en la aparición del cólera-morbo en dichos puntos en el año de 1833, cuyo autor era el médico ayamontino Miguel Pérez Ortega y cuya lectura es una delicia.

El estudio de la epidemia de 1833 en textos y documentos de la época, puede evidenciar relaciones con nuestra situación actual en ciertos aspectos, afortunadamente sólo algunos pues, por ejemplo, muchas personas, que entonces debían socorrer espiritual, asistencial y/o médicamente a los infectados, abandonaron ciudades y pueblos para eludir el contagio. Otros, como nuestros sanitarios hoy día, dieron ejemplo de solidaridad y atendieron a todos sus conciudadanos sin distinción alguna. Es de mencionar el ejemplo de varios médicos sevillanos que se prestaron voluntariamente a atender a los contagiados de Triana en los primeros momentos de la enfermedad, así como los alumnos de la Academia sevillana de Medicina, que fueron llamados para atender a los coléricos de Triana y Sevilla poniendo en peligro su salud y su vida. El cabildo de Huelva, por su parte, felicitó y premió a los médicos onubenses de aquellos años por su comportamiento y actitud en la lucha contra el cólera. Hoy día recibirían el aplauso de todos nosotros al caer la tarde.

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