La evolución de la sociedad está provocando el arrinconamiento social de los mayores. Es paradójico que esto suceda cuando se trata de un colectivo cada vez más importante pero la realidad es tajante. La soledad es una dolencia que no solo afecta el alma sino que también tiene repercusiones físicas. Pero lo cierto es que las ganas de vivir no se pierden nunca. Tan solo hace falta oportunidades y eso es lo que procura Anumayores.

Todo partió de Isabel González que, cinco años dedicada al comercio, oyó de muchas situaciones; cómo las familias se sienten mal porque no tienen tiempo para dedicarles a sus mayores por el ritmo trepidante de vida actual: “Hay poco tiempo para ellos y escasa comprensión”, señala. De este modo, es fácil llegar a la conclusión de que “la gente mayor está en soledad y necesitan de atención”. Esos fueron los impulsos para que hace algo más de un par de años, se pusiera en marcha Anumayores que actualmente, atiende a 27 ancianos aunque las edades son diversas ya que hay algunos más jóvenes que han encontrado en la asociación un pilar sólido tras haber sufrido una experiencia dura.

Todo empezó con hacer acompañamiento en hogares de algunos mayores, lo que se sigue haciendo. De hecho, Anumayores quiere llegar a un acuerdo con la Residencia de la Orden para poder realizar visitas a aquellos que así lo necesiten y deseen.En la actualidad, la asociación cuenta con nueve voluntarios permanentes que atienden a 27 personas. Algunas de ellas están capacitadas para asistir a las actividades que se realizan en la sede que, por cierto, ya se está quedando pequeña.

Anumayores permite ver de primera mano, esa realidad que la sociedad parece querer obviar: la soledad, la principal enfermedad para muchas personas de la Tercera Edad, que les afecta bien por abandono de los familiares, o bien porque éstos no tienen la posibilidad de dedicarles el tiempo necesario. Lo cierto es que “cuando llegan aquí vienen ya con un estado de ánimo muy deteriorado”, indica González. Lo que se vive sin embargo en las actividades que se llevan a cabo, dicen todo lo contrario. Esto significa que la comunicación y el compañerismo son unas medicinas insustituibles e incuestionables. De este modo, están programados tres talleres semanales. El primero de ellos, se encamina hacia la memoria, el segundo es de carácter psicosocial y el tercero, de movimiento.

Todos ellos son atendidos por personal voluntario. Una de las cosas que más valoran, es que “ellos se encuentran con una agenda y el tiempo ocupado. Ya se les ha terminado la monotonía de ver cómo pasa un día tras otro sin ningún aliciente. Vuelven a sentir que los días tienen sentido y a esto, hay que añadir la relación con los demás”, que en buena medida sigue después de los encuentros en la sede. La alegría y las ganas de compartir se sienten a flor de piel entre los integrantes de los distintos talleres. Algunos de ellos vienen de pasar situaciones personales muy duras pero parece que todo se queda a un lado cuando están juntos. Ese es el caso de Inés Romero que fue una de las primeras en incorporarse a la asociación y que confiesa que “esto nos da la vida”. Antonio Moreno por su parte, hace referencia a un duro proceso de salud en el que estaba implicado un problema cerebral grave.

Su participación en la asociación es pura medicina para él. Da gracias a este grupo y confiesa sentirse muy contento de pertenecer a él. Rosario Feria ha sido la última en incorporarse por el momento. Venía afectada por una depresión tras haber perdido cuatro seres queridos en un corto intervalo de tiempo y se siente feliz porque “aunque soy más joven, me han aceptado”.Una de las cosas más importantes es que “necesitan sentirse útiles y necesarios, porque ir a visitarlas no es suficiente”.