Antonio Márquez: el verdadero regente del diario ‘Odiel’

Obituario

Aguantó en su pequeño negocio hasta 2015, feliz, generoso y, sobre todo, respetuoso con los buenos periodistas

Obituario: Ramón Masats se ha ido de entre nosotros

Antonio Márquez, con una de las máquinas para impresión con las que trabajó durante toda su vida.
Antonio Márquez, con una de las máquinas para impresión con las que trabajó durante toda su vida.
Antonio Manfredi

11 de marzo 2024 - 05:00

Antonio Márquez Millán (Huelva, 11 de marzo de 1931 - 1 de marzo de 2024) estuvo trabajando hasta los 84 años componiendo textos en papel, los últimos creando singulares cajas de cebo para regalárselas a sus amigos pescadores. Ligado desde siempre a la prensa local, le conocí en el verano de 1979 cuando llegué al diario Odiel de La Placeta. Después de años de trabajo había llegado a ser el regente, máximo responsable de la impresión, donde supo ganarse la confianza de todos, incluidos los periodistas. Siempre respetó nuestro sitio. El primer día, al entrar, me llevó a un aparte y me preguntó si yo era hijo de su amigo de juventud Antonio Manfredi (mi padre nació en Isla Chica el 10 de septiembre de 1930 y se lo llevó el Covid en 2021) con el que había perdido contacto al irse a la mili en 1950. Se vieron casi 30 años después.

Yo, además, me iba de los últimos porque me gustaba respirar el olor de la tinta. Gracias a él, casi a escondidas del director, practiqué con la linotipia, artefacto que es, para mí, el mayor símbolo de un periódico y que puede verse ahora en el Centro de la Comunicación Jesús Hermida, pues tuvo a bien regalar una de sus dos máquinas al pueblo de Huelva; junto a un vídeo explicativo que debería ser de obligado estudio en la asignatura de Historia del Periodismo.

Con él respiramos el especial olor del plomo ardiente. Además, allí estaba también, junto a otros grandes compañeros, su hermano Pepe Márquez, encargado de las pesadas planchas fotográficas o fotolitos, y su hijo Antonio, que, lógicamente, siempre fue Antoñito Márquez. Con todos ellos aprendí el amor verdadero a la exactitud periodística, pues no pasaban ni una, y el valor de una tertulia de madrugada, en el descanso de la noche veraniega.

Regaló una linotipia al Centro Jesús Hermida de la Comunicación, donde hoy se exhibe

El periódico cambió de sitio en 1981 y nos fuimos al extrarradio a unas nuevas instalaciones, modernas y con voluntad de futuro. Y allí siguió él. Recuerdo que una noche, con la tirada ya muy avanzada, mandó parar las máquinas e hizo cambiar una noticia que estaba ostensiblemente equivocada. Cientos de ejemplares se fueron a la basura, algo impensable hoy. Y en 1983 llegó la orden de cierre y todos los trabajadores pudieron acogerse a empleos públicos, como las oficinas del DNI o el Gobierno Civil, excepto uno que no quiso: Antonio Márquez, que siguió confiando en sus linotipias instaladas en la Barriada de la Hispanidad.

La extraordinaria linotipia que exhibe el Centro de la Comunicación Jesús Hermida donada por Antonio Márquez.
La extraordinaria linotipia que exhibe el Centro de la Comunicación Jesús Hermida donada por Antonio Márquez. / Alberto Domínguez

Otra fecha importante es el 29 de julio de 1984, domingo, porque salió el primer número del periódico La Noticia y adivinen quién se apuntó al carro de llevar la imprenta. Allí volvimos a coincidir, esta vez con tecnología modernizada, sin linotipias. Nueve meses duró aquella aventura tan onubense, tan nuestra, tan desconocida hoy. Más de una vez, en la confianza de la noche, al olor de la tinta, le escuché lamentarse de la deriva del periódico. En abril de 1985 se quedó en el paro y le tocó volver a su pequeño negocio y allí aguantó hasta 2015, feliz, amigo de sus amigos, generoso y, sobre todo, respetuoso con los buenos periodistas. Se nos ha ido un aliado; la Huelva de las noticias está de luto. Adiós, don Antonio, el verdadero regente.

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