Amor en el suburbio

Amor en el suburbio
Amor en el suburbio

22 de febrero 2009 - 01:00

Esta película con la que su director ha dicho que ha "intentado captar la esencia de Bombay", nominada para diez Oscar de la Academia de Hollywood, ha sido la gran sorpresa de la actualidad cinematográfica y un éxito en la taquilla. No cabe duda que en ello ha contribuido esa voluminosa nominación. Estamos ante un film que refleja perfectamente la acritud de las calles de una de las más famosas y populosas ciudades de la India y que, a modo de fábula nos cuenta la espectacular elevación a la fama y el estrellato de un muchacho que a través de la consecución de un premio televisivo hace realidad su más preciado sueño.

En el curso de la intervención del joven protagonista, Jamal Malik en el concurso de televisión ¿Quién quiere ser millonario?, del que también en España tuvimos su correspondiente réplica, paralelamente seguimos la trayectoria humana de este huérfano desde su más tierna infancia, junto a su hermano Salim y la pequeña Latika. Ellos vivirán toda una odisea que se desarrollará en los suburbios de Bombay, sus inmensos basureros y las zonas más deprimidas y marginales de la gran metrópoli, hoy próspera y denominada localmente Mumbai, que ha progresado al igual que Salim, el hermano mayor de Jamal, junto a quienes con la corrupción y el delito se han enriquecido a costa de una infancia y adolescencia condenada a la mendicidad y a la prostitución.

Es difícil no recordar en este trance para el espectador más avisado la excelente película brasileña Ciudad de Dios (2002), de Fernando Meirelles, que puede rivalizar con ésta en ese reflejo despiadado del desarraigo, la marginalidad y la depravación de los seres y las clases más ínfimas de India, un país de desarrollo gigantesco y desmesurado en algunos aspectos de su realidad actual. Éste es evidentemente otro Bollywood, que es como se denomina el abundante cine indio, el más potente y a la vez el plató más barato del mundo, pero Danny Boyle, el director de la inolvidable Trainspotting (1996), ha sabido articular su historia sin aspavientos pretenciosos ni excesos de producción, motivando los géneros -comedia, drama, tragedia, fantasía, thriller, costumbrismo- convenientemente para insertarlos en su discurso fílmico de forma apasionante en muchos de los pasajes más impresionantes de tan intenso relato.

Podrán achacársele cierta tendencia al videoclip y otras licencias para viabilizar cinematográficamente la adaptación de la novela de Vikas Swaurup ¿Quién quiere ser millonario?, codirigida, eso sí, con Levelee Tandan, a través de tres recursos narrativos simultáneos o paralelos: el concurso como eje de la narración, el interrogatorio policial cuando es detenido como sospechoso de hacer trampas al acertar todas las preguntas y los continuos flash-backs, de los cuales se abusa un tanto, que nos desvelan la desconcertante biografía del protagonista. De todas formas y a mi modo de ver, Danny Boyle, nos descubre unos recursos tan renovadores, tan abiertos a insólitas perspectivas, que me obligan a un análisis más completo para ampliar mi crítica próximamente.

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