De las Agustinas a la Inmaculada
El obispo de Huelva, José Vilaplana, inicia los turnos de vela al Santísimo y preside la procesión de bendición de los campos · La procesión de banderas se inició en la parroquia mayor de San Pedro
Los laudes en la iglesia de Santa María de Gracia de las Madres Agustinas marcaban la culminación de una vigilia de espigas vivida de manera intensa y participativa. Convocados por las Adoración Nocturna de Huelva y la participación de las sacramentales se congregaron las banderas en la Plaza de San Pedro, con la colaboración especial de la Sacramental de Pasión. La Sagrada Cena tuvo una participación especial con la presencia del Cristo del Amor, por deseo de las Madres Agustinas que corrieron con la organización en su iglesia. En ella quedó el Santísimo Sacramento expuesto en la hermosa custodia ofrecida a la Comunidad de Madres Agustinas con ocasión del 500 aniversario del convento.
El respiro y la tranquilidad que tenía la ciudad lo coronaban los pájaros que barruntaban el amanecer del día. A esas calles en silencio le ponía la música los cantos piadosos y tradicionales dedicados a la Eucaristía. Un poco antes de las seis de la mañana, tras haberse sucedido los distintos turnos de vela, se inició la procesión con las sacramentales de Perdón, Oración, Esperanza, Salud, Sagrada Cena, Adoraciones nocturnas femeninas y masculinas, Sacramental de Pasión, todas con sus banderas. El Santísimo portado por el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco, bajo palio cuyos varales llevaban hermanos mayores y adoradores. Les acompañaba el sacerdote Julián López, y la superiora de las Agustinas, sor Carmen Figueroa. La procesión llegó hasta el monumento a la Inmaculada Concepción, Patrona de la Diócesis de Huelva, donde se había instalado un sencillo altar. Aquí el obispo procedió a la bendición de los campos, en este caso de la ciudad. Todos los participantes arroparon el altar y el monumento con sus banderas; un momento, sin duda especial de los muchos vividos en el monumento a la Inmaculada. Nunca mejor que aquí se escuchó la estrofa del "Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar y la Virgen concebida sin pecado original".
La procesión siguió hacia la Plaza de las Monjas y el día iba rompiendo sobre la ciudad con el acompasado despertar de las golondrinas. En la iglesia, las banderas volvieron a rodear al Señor. El obispo procedió a la bendición y se cantó la Salve ante la Inmaculada de la iglesia. El obispo invitó a "testimoniar la eucaristía en espíritu y verdad" y "a repartir el amor que se tiene al lado del Señor".
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