Huelva

El éxito de la formación

  • Dos trabajadoras cuentan su experiencia laboral

Isabel María Martín, empresaria agrícola.

Isabel María Martín, empresaria agrícola. / Jordi Landero

Isabel María Martín Ortiz es con solo 35 años una de las empresarias agrícolas más importantes de Lepe. En su finca, rodeados de blancas flores de nectarinos y ciruelos, ya que su empresa se centra en la producción y comercialización de frutas de hueso, nos cuenta que se hizo empresaria en 2008, cuando solo tenía 24 años de edad, y por tradición familiar. Ella lo tuvo siempre claro, y por ello decidió formarse para ser la mejor preparada para llevar su propia empresa.

Así las cosas, se diplomó el Relaciones Laborales en la Universidad de Huelva, lo cual complementó posteriormente con un Máster en Derecho Tributario por la Universidad de Sevilla. Desde entonces, añade, “nunca he parado de formarme, y nunca dejaré de hacerlo. A su edad, ha llegado a estar hasta en nueve consejos de administración de distintas empresas y entidades al mismo tiempo.

El hecho de ser mujer, en un sector tradicionalmente de hombres como el agrícola, no ha sido nunca para esta empresaria un obstáculo “más allá de las dificultades que cualquier otro empresario agrícola pueda encontrarse en la gestión diaria de su empresa, independientemente de si es hombre o mujer”.

En este sentido Martín tiene incluso claro que el hecho de ser mujer ha sido para ella todo lo contrario: una “oportunidad” porque según añade “desde hace unos años percibo que ser mujer es un valor porque se nos quiere escuchar, y porque se quiere conocer qué tenemos que aportar las mujeres al mundo de la empresa”.“Yo en este sentido tengo eso muy claro –puntualiza– y en mi empresa fomentamos de forma transversal el trato igualitario entre hombres y mujeres. Cada trabajador o trabajadora vale lo que vale por sus méritos y no por su género”. De hecho, concluye, “tengo trabajadoras carretilleras o manijeras, que son puestos históricamente masculinos; al igual que cuento con manipuladores de fruta, una labor que tradicionalmente ha estado ligada a la mujer”.

Rocío Acosta, ingeniera técnica forestal. Rocío Acosta, ingeniera técnica forestal.

Rocío Acosta, ingeniera técnica forestal. / Josué Correa

Por otra parte, Rocío Acosta estudió Ingeniería Técnica Forestal en la Politécnica de La Rábida allá por los años 70. Tan solo eran cuatro mujeres en una clase con unos 30 alumnos. “Parecía que en aquella época las mujeres tenían que tener otras inclinaciones” pero Acosta lo tuvo claro ya que este área tiene para ella “una tradición familiar” y siempre le ha gustado “muchísimo” el campo y el tema forestal. “Me decanté por eso y estoy muy satisfecha de haber podido desarrollar el trabajo que realmente me gusta”.

Una vez que finalizó sus estudios, Rocío Acosta comenzó a trabajar en la empresa familiar, La Vaqueriza S.A. y “luego decidí presentarme a unos oposiciones”. “Estudiaba a la vez que trabajaba y además con dos hijos pequeños. Lo llevaba con esfuerzo y muchas ganas”. Las labores del hogar y el cuidado de los menores se repartían como podían entre la familia hasta que “tuve la suerte de sacar una plaza en lo que era entonces la Agencia de Medio Ambiente.

Rocío Acosta actualmente trabaja como consejera delegada en la empresa familiar y es funcionaria de la Delegación de Medio Ambiente. También es vicepresidenta primera de Asaja y presidenta de la Asociación de Propietarios Onubenses de Montes. Acosta tiene clara su apuesta por la igualdad de oportunidades y posibilidades para ambos sexos. Anima tanto a hombres como mujeres a que desarrollen la profesión que “realmente quieren hacer” y que “luchen” para llegar a la meta de cada uno, “que al final se consigue”.

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