Huelva

El Aeroclub de Huelva abre sus alas

  • Ochenta ultraligeros, helicópteros y paramotores participan en una jornada de puertas abiertas en el campo de vuelo de Niebla · La conmemoración incluyó un espectáculo aéreo acrobático

El 1 de septiembre 1911, el aviador francés Georges Leforestier desplegaba las alas de su ave de acero y rompía las leyes de la gravedad desde el cielo onubense, escribiendo así el primer capítulo de la aviación en la provincia de Huelva. Aquel histórico acontecimiento ha tenido su homenaje cien años después a manos del Aeroclub de Huelva, quien festejó esta efemérides con una jornada de puertas abiertas en el campo de vuelo de Niebla, donde cientos de personas pudieron vivir en primera persona una experiencia única, como fue disfrutar de su bautismo de vuelo.

El centenario se desarrolló sobre el tapiz del campo de vuelo de Niebla, cuyos hangares se vieron colonizados por las actividades culturales del club. Mientras, en los laterales de la pista de despegue-aterrizaje se agolpaban una lengua de naves que conformaban un documento vivo de la historia de la aviación de recreo, con piezas de gran valor como el modelo Renegade, o alguno de los primeros ultraligeros que acuño esta industria. En total, unos ochenta ultraligeros, amén de helicópteros y paramotores. Además, aquellos que sufren de vértigo tuvieron la oportunidad de disfrutar de las sensaciones del pilotaje con los pies en la tierra y a los mandos de reliquias del aeromodelismo.

La jornada se vio aderezada con un espectáculo de vuelo acrobático, mientras que previamente a ello aterrizaron sobre suelo iliplense un grupo de jóvenes con paramotores provenientes del pueblo sevillano de Fuentes de Andalucía. Fueron 120 kilómetros completados con un único repostaje a la altura de dos hermanas. Los espectadores pudieron disfrutar de la belleza plástica de estos vuelos en los que puedes sentir la caricia del viento en el rostro. Además, este deporte que bebe del parapente, representa una de las formas más económicas de experimentar la sensación de volar, si bien requiere una mayor destreza y unas óptimas condiciones físicas.

En cuanto al helicóptero, los visitantes pudieron realizar su bautismo a bordo del Robison 44. Se trata de uno de las aves de acero de cuatro plazas más seguras del mundo, que permiten viajar a una velocidad de crucero de 112 nudos. Según explicaba uno de los pilotos, el R-44 es uno de los más indicados para disfrutar de una experiencia de vuelo, al disponer de una enorme visibilidad, lo que le hace especialmente indicado para trabajos fotográficos, de publicidad, vigilancia o televisión, y, cómo no, para este tipo de pruebas donde se persigue de forma denodada poner el acento en la espectacularidad del viaje y, por tanto, que sus usuarios disfruten de los encantos del paisaje.

El piloto Habys Martin también quiso desterrar la preconcebida idea de que disfrutar de esta afición es coto vetado a las personas de grandes recursos económicos. En este sentido reitera que el ultraligero vino a democratizar esta afición, poniendo en manos del común de los mortales la posibilidad de disponer de tu propio ave En efecto, el joven cita que en el club iliplense, junto con tres compañeros, "adquirimos un ultraligero de segunda mano por 6.00 euros, de forma que cada propietario sólo tuvo que aportar 1.500 euros". Cifra que le da derecho a dar rienda suelta a una de sus pasiones latentes desde pequeño.

El presidente del Aeroclub de Niebla, el ex piloto militar Andrés Martínez, se congratuló del éxito de la jornada e invitó a todos los ciudadanos a experimentar una vez en su vida uno de los anhelos más antiguos del hombre: volar.

La jornada aeronáutica se vio aderezada con una charla a cargo de científicos del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) El Arenosillo de Mazagón, que versó sobre las actividades que en materia de vuelo se han desarrollando en las instalaciones onubenses. Tras esta primera ponencia los miembros del aeroclub disertaron sobre la construcción amateur de aviones. No en vano, el piloto Joaquín Martín es un experimentado constructor que ha modificado algunos ultraligeros para adaptarlos a los requerimientos técnicos de los vuelos de exhibición, donde atesora importantes premios. El veterano piloto es además el impulsor en Huelva de la escuela ULM Plus Ultra, de cuya génesis se engendró el club Aeroniebla y ahora el provincial que aglutina al citado club y al de sus vecinos de Beas, Almonte el Plus Ultra de Aljaraque y los Aeródromo de La Jara, Las Arenas de Valverde.

Los últimos avances tecnológicos aplicados a los aviones ultraligeros han permitido que dentro de la aviación recreativa sean los predilectos por todo tipo de público. El hecho de que tengan un peso muy reducido (las alas de algunos están realizadas con tubos y telas) y un desplazamiento relativamente lento permite aterrizar en cualquier superficie plana e incluso en distancias inferiores a 100 metros, siempre en virtud de la destreza y experiencia del piloto.

En la actualidad existe una enorme diversidad de modelos con ala baja o alta, con motores delanteros o traseros, monoplaza y biplaza, terrestres, anfibios e incluso con esquíes para la nieve. Marcas como Flightstar, Rans, Quicksilver o Challenger son algunas de las más punteras y conocidas a las que se unen algunas de nuevo cuño que están copando cada vez más mercado por sus altas prestaciones y su buena relación calidad-precio. En general estos vehículos del aire suelen montar motores de dos y cuatro tiempos que ofrecen una velocidad de entre los 50 y los 150 kilómetros por hora. El combustible que se utiliza es gasolina sin plomo de 95 octanos y su consumo oscila en una horquilla de entre 8 y 15 litros por hora, lo que dependiendo del depósito puede brindar una autonomía que oscila entre las dos y cinco horas de vuelo. Estas aves de metal permiten alcanzar altitudes máximas de vuelo de hasta 10.000 pies, es decir, aproximadamente 3.000 metros.

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