Historia de una tonalidad

Arsénico, un color de moda mortal

  • Quienes lucían vestidos con el colorante verde Scheele hay que reconocerles que eran auténticos 'fashion victim'

Papel pintado de William Morris tintado con verde Shceele

Papel pintado de William Morris tintado con verde Shceele

Hay modas que son perjudiciales para la salud y el verde favorito de los prerrafaelitas victorianos fue el color más letal que se registra. Una tonalidad cuya pigmentación requería un compuesto sintético de cobre y arsénico que se utilizó, pese a las advertencias sanitarias, hasta bien entrado el siglo XX. La compañía de papeles pintados y telas decorativas de William Morris tenía prohibido distribuir en el Reino Unido en los años 30 motivos tintados con el llamado verde arsénico pero siguió exportando estas piezas, de indudable toxicidad, a otros países.

Ha sido Josie el que ha recuperado el uso del llamado verde arsénico para las botas de Nochevieja lucidas por Cristina Pedroche. No eran azules (según la impresión de algunos que la veían), ni tampoco de color verde quirófano (por el de la ropa de los sanitarios). La tonalidad era “más bien verde arsénico”, o verde de París, la primera ciudad donde deslumbró el tinte descubierto por el químico sueco Carl Wilhelm Scheele.

Un verde que se convertiría en mortal para miles de clientes que portaban el arsénico en sus ropas o en el mobiliario de su casa, en telas de revestimiento, cortinas y, sobre todo, en las paredes. La causa que aceleró la muerte de Napoleón en su exilio de la tropical Santa Elena fueron las inhalaciones del arsénico en forma de gas que desprendían las paredes empapeladas, afectadas por la humedad reinante.

En las ciudades frías el arsénico campaba silencioso por las casas burguesas como detectó el doctor Turner, el primero que en 1822 alertó de la peligrosidad del compuesto Verde de París, que se importaba en polvo, en latas. Un colorante de tono similar, la conicalcita, ya se utilizaba en la Antigüedad, pero sin el matiz brillante de la nueva coloración que llegó a utilizarse también en golosinas y pastelería, para enfermedad de sus consumidores más voraces.

Scheele, que daba nombre también a la nomenclatura, lo patentó en 1775 y se impuso de forma rápida como colorante, utilizado en pinturas y tintas, de un color esmeralda tan llamativo que embelesaba a artistas y clientes. Autores impresionistas como Monet y Renoir utilizaron este compuesto para sus estampas campestres, como habían venido aplicando con fruición durante todo el siglo XIX los pintores británicos. Si los cuadros y las paredes pintadas no son letales ahora al cabo de siglo y medio es por la pérdida de toxicidad del arsénico.

Papel pintado con verde de París Papel pintado con verde  de París

Papel pintado con verde de París

Su rápida degradación en disoluciones frescas llevaba a las portadoras de los vestidos a continuos desmayos y a fallecer por afecciones pulmonares a los niños y enfermos de unas casas convertidas involuntariamente en cámaras de gas sin haberse inventado aún la guerra química.

Pese a que de manera más bien temprana se encontró la causa-efecto de este tinte, costó décadas de advertencias para que se erradicara su uso. De hecho, tras quedar apartado a mediados de la centuriapor su peligrosidad, el colorante volvió a popularizarse para los sugerentes motivos vegetales de la firma de William Morris, en el último tercio del siglo XIX. El empresario de materiales y elementos decorativos era un firme defensor de la causa obrera, pero sus desvelos sindicales quedan enfrentados ante su incesante producción de materiales con un colorante tan potencialmente venenoso.

Un vestido de 1870 con el mortal colorante Un vestido de 1870 con el mortal colorante

Un vestido de 1870 con el mortal colorante

El verde Scheele terminó siendo un efectivo insecticida, pero era tal su eficacia que también se llevaba por delante al resto de la fauna. Una belleza química realmente fatal, compuesto que también formó parte de cosméticos de dudosa utilidad y que en la actualidad aún se manipula en la pirotecnia para lograr el color azul.

Hay colores que matan, el verde arsénico es sólo ya una apreciación cromática, sin la presencia de un elemento letal en determinados compuestos. Un tono esmeralda que causó muchos ‘fashion victim’.

Una caricatura de 'Punch Magazine' de 1862 sobre la toxicidad del verde París Una caricatura de 'Punch Magazine' de 1862  sobre la toxicidad del verde París

Una caricatura de 'Punch Magazine' de 1862 sobre la toxicidad del verde París

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