Dietario de España

Una noche en la ópera y otra cicatrices moradas

  • El PSOE y Unidas Podemos ya han roto, aunque sigan sentándose juntos en el Consejo de Ministros: la reforma de la ley del solo sí es sí hace saltar por los aires el proyecto común

Ione Belarra e Irene Montero solas en el banzo azul del Gobierno en el pleno de esta semana en el Congreso.

Ione Belarra e Irene Montero solas en el banzo azul del Gobierno en el pleno de esta semana en el Congreso. / Ricardo Rubio / Europa Press (Madrid)

La modificación de una ley por el grupo socialista contra el partido coaligado (UP) en el su gobierno, que fue el impulsor del texto legal, es una cumbre del disparate institucional, máxime si tenemos en cuenta que ambos pertenecen al mismo Ejecutivo, incluido el PSOE, que es la otra parte del gobierno y ahora reformador de su propio texto, porque fue una ley de un Gobierno colegiado, no de UP. Tenemos derecho a no entender que la política sea eso en vez del resultado de un acuerdo. Aunque mayor disparate era la cerrazón de UP de dejar el texto tal cual y seguir sumando casos a la lista de 720 rebajas de penas y 74 excarcelaciones. O sea, todo muy en el tono absurdo de Una noche en la ópera de los Hermanos Marx: la primera parte, que será considerada como la parte contratante de la primera parte o si lo prefieren, la segunda parte, que será considerada como la parte contratante de la segunda parte.

Perlas cultivadas

Hablamos de la ley más importante del Ministerio de Igualdad, la del solo sí es sí. La intervención tremendista de la diputada de UP Lucía Muñoz apelando a que con la reforma de la ley por “un puñado de fascistas” (entre ellos sus socios del PSOE, que auspiciaron la reforma y que son la parte contratante…) las mujeres tendrán que justificar que “cerraron bien las piernas” antes de ser violadas son perlas impagables de la sesión parlamentaria del martes. Las declaraciones del portavoz del PSOE, Patxi López, cada vez más desahogado, tildando de “impresentables” y “mentirosos” a los compañeros de Gobierno incrementan el nivel de los despropósitos. Y, por último, la declaración de guerra de UP de llamar a todos los colectivos y activistas feministas a salir a las calles el 8-M -¿contra el gobierno del que forman parte? - “para no permitir un paso atrás” en la ley del solo sí es sí certifica que la coalición no estaba de parranda, sino muerta. Lo menos extraño de todo esto debiera ser que el PSOE pueda sacar adelante una ley con PP y Cs, aunque estamos tan desentrenados...

De nuevo juntos, café para dos

¿Es posible que se vuelvan a sentar juntos en el Consejo de Ministros como si tal cosa, aun opinando lo que opinan unos de otros? ¿Usted gobernaría con un partido lleno de irresponsables, obcecados, sectarios, inmaduros y mentirosos? ¿O con uno lleno de fascistas que prácticamente obliga a las mujeres a dar explicaciones cuando han sido violadas? Eso opinan ellos recíprocamente de ellos mismos. Pero sí, se sentarán de nuevo juntos. Es chocante pero el virtuosismo político es extraordinario. Del pleno quedan tres secuencias que lastran el futuro: una decisión política -necesaria pero agresiva- de reformar la ley contra un socio del propio Gobierno, profundas cicatrices moradas y la absoluta soledad de Irene Montero, vestida de luto preventivo y morado, junto a Ione Belarra en el banco azul. La foto que certifica la existencia de dos gobiernos, con uno ausente.

Destituir, dimitir, verbos proscritos

No nos engañemos, los gobiernos de coalición funcionan por parcelas y el pacto político que lo sella incluye implícitamente la pérdida de ciertas prerrogativas del presidente sobre los ministros del otro partido. Por ejemplo, la destitución de alguno de ellos cuando se niega a rectificar una ley dañina. Podría destituir a Irene Montero, claro está, pero sería el fin de la coalición y pondría el futuro cuesta arriba. O sea, que no puede. Otra opción es la dimisión de la ministra a la que le han tumbado una ley que ella misma se encarga de decir que ha sido descafeinada en lo sustancial y que por lo tanto ya no es su ley. Otra cosa que tampoco ocurrirá.

Yolanda Díaz e Irene Montero esta semana en el Congreso. Yolanda Díaz e Irene Montero esta semana en el Congreso.

Yolanda Díaz e Irene Montero esta semana en el Congreso. / Mariscal / EFE (Madrid)

Es lamentable cómo esta primera coalición de izquierdas va a terminar coronándose por este episodio, que nunca debió llegar tan lejos, como ha dicho con toda la razón la vicepresidenta Yolanda Díaz. Aunque de esta crisis salen todos con plomo en las alas. Díaz también. La vice experimenta una pérdida de autoridad creciente en el ámbito de UP y se está especializando en hacer el Don Tancredo. Mal asunto para un perfil político cuando se trata de camuflar como pactismo y equilibrio lo que no es más que la incapacidad real para solucionar problemas entre los socios y que UP ya no le reconoce liderazgo interno alguno.

El desacuerdo, un drama

De hecho, es dramático que los dos partidos hayan sido incapaces de gestionar un acuerdo. A las dificultades que tiene el gobierno desde el primer día para vender su gestión, rentabilizar sus logros -especialmente el blindaje social durante la pandemia, la subida histórica del salario mínimo interprofesional, el acuerdo para la reforma laboral o el incremento de las pensiones- y ganar prestigio se suma esta algarada final, el argumento perfecto para que los adversarios califiquen de desastre total la experiencia de la coalición de izquierdas. Sostienen las dos partes que no van a romper, que es más lo que les une que lo que les separa, pero la colección de epítetos ha llegado demasiado lejos como para ignorarla y las costuras del gobierno han quedado al aire. Todo ello sin olvidar que tendrán que recuperar puentes porque si la aritmética electoral lo permite están condenados a entenderse de nuevo. De momento, UP y la plataforma Sumar de Yolanda Díaz no tienen un acuerdo que evite la disgregación de los votos y la consecuente pérdida de escaños, lo que pondría en seguro riesgo la reedición del pacto. Tienen mucha tarea por hacer y es muy compleja. Y solo vemos el humo que queda tras los incendios.

Ya tienen sus argumentos

Sin embargo, a estas alturas de una legislatura que ha necesitado neumáticos todoterreno para transitarla cada partido está llegando ya al límite de la convivencia, como lo demuestra el carrusel de improperios y acusaciones que han hecho público ahora, aunque las dos partes vienen filtrándolos sottovoce hace tiempo en cualquier foro a quien quisiera escucharlo. Y a la vez están encontrando ya los argumentos perfectos de unos contra otros para la batalla electoral: UP es un partido inmaduro, incapaz de asumir responsabilidades cuando gobierna, una izquierda de pancarta y megáfono. Y el PSOE es el partido de siempre, aliado del PP cuando se trata de votar contra las mujeres e incapaz de defender políticas netas de izquierdas. Ea, pues ya lo tienen hecho. Aunque no romperán hasta que sus sacrosantos intereses electorales y partidistas lo aconsejen. Este es el estado de la cuestión. Y si parten dará igual a efectos de legislatura, que se agotará coincidiendo con la presidencia de turno de la UE para Sánchez. Pero a partir de ahora se acabó la seda. Ni siquiera percal: lija, mucha lija.

Ramón Tamames entre los dirigentes de Vox, Santiago Abascal e Ignacio Garriga. Ramón Tamames entre los dirigentes de Vox, Santiago Abascal e Ignacio Garriga.

Ramón Tamames entre los dirigentes de Vox, Santiago Abascal e Ignacio Garriga.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios