Doble fondo

Díaz aguanta el pulso a Sánchez

El presidente cierra el enésimo desencuentro con sus socios asumiendo el liderazgo de la ministra de Trabajo en la reforma laboral, cuyo alcance y metodolgía pasarán por el aro de Calviño

La vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, junto con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Congreso.

La vicepresidenta y ministra de Economía, Nadia Calviño, junto con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en el Congreso. / Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Si alguien pensaba que con el abandono de Pablo Iglesias del Consejo de Ministros tras su abrupta salida de la política a raíz del sempiterno rapapolvo en las urnas de la derecha en Madrid llegaba la calma chicha a Moncloa, Yolanda Díaz, la nueva marca electoral de Unidas Podemos, está demostrando que se equivocaba a golpe de un guante de seda que no se arredra en los pulsos contra el presidente del Gobierno, como se está evidenciando con una reforma laboral que la parte morada de la coalición insiste en derogar –tal como establece explícitamente el acuerdo de gobierno firmado en enero de 2020– y la socialista en "modernizar", lo que deja un amplio margen gatopardiano: cambiar algo para que todo siga igual.

El nudo gordiano del enésimo desencuentro entre los dos socios de la coalición de gobierno tiene un nombre propio: Nadia Calviño, antaño bestia negra de Iglesias y que ahora se las tiene por ende tiesas con la última esperanza morada. El jefe tiene claro que la vicepresidenta primera debe participar en la negociación de la reforma laboral, una presencia que desde Podemos se observa con recelo hasta el punto de verla como una "injerencia" y que urgió la convocatoria de la comisión de seguimiento del pacto de coalición, que se reunió el lunes y acabó como empezó, con los dos socios de uñas.

Tan firme como sonriente, Yolanda Díaz (la dirigente mejor valorada por los españoles según el CIS) señala, sin mentarla, a Calviño cuando repite cual jaculatoria que hay "una parte del Gobierno que no quiere que se cambien las relaciones laborales". "Una parte del Gobierno sigue discutiendo los contenidos y no quiere cambiar el statu quo de relaciones laborales", proclama la dirigente comunista, que no está más que afiliada al PCE, no a Podemos.

Encaje de bolillos ministerial

El PSOE se obstina en que hasta cuatro de sus ministros participen con Calviño en el desmontaje de la reforma laboral del PP de 2012, manifiestamente lesiva para los trabajadores. En todo caso, y éste es el último titular que ha deparado el pulso entre Díaz y Sánchez, el presidente del Gobierno asume que el Ministerio de Trabajo debe liderar –con la eurofuncionarísima a su vera, por supuesto– la negociación con los agentes sociales. La buena nueva la ha dado este martes la portavoz del Ejecutivo bicolor, Isabel Rodríguez, quien sin embargo ha rehusado entrar en el meollo de los contenidos y los cambios legislativos que incluiría la contrarreforma laboral en ciernes.

Desde el principio, las patronales se han resistido a abordar dos cuestiones que para Trabajo y los sindicatos son prioritarias, no tanto para Calviño: la primacía del convenio sectorial sobre el de la empresa y el reequilibrio de las fuerzas de la negociación colectiva.

Con este punto de presunta directora de orquesta que le da lustre a Díaz, aunque no se zafa de la alargada sombra de Calviño, parece cerrarse por ahora un nuevo paréntesis en la precaria sintonía entre PSOE y Unidas Podemos, que se ha visto alterada sobremanera con el malestar de la parte morada por la decisión de la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, de retirar el acta al diputado de Podemos, Alberto Rodríguez, cumpliendo así una polisémica sentencia (expertos juristas siguen sin ponerse de acuerdo) del Supremo; un temporal que viene amainando tras las amenazas de una querella contra Batet (los morados le acusan de "atentar contra la democracia") con el anuncio de la salida de la política del diputado morado canario, un renuncio que curiosamente está haciendo volver las revueltas aguas a su cauce.

Díaz le aguanta pues el pulso a Sánchez y a Calviño, que está pasando a marchas forzadas del segundo y tercer plano ("nada", por Nadia, le llamaban burlonamente en el PP por su ostracismo de antaño) a un foco que ilumina un Gobierno agrietado... con o sin Iglesias.

PSOE y Unidas Podemos capean su última tormenta con dos mujeres independientes (Calviño, como Díaz, tampoco está afiliada al partido al que representa) a paraguazos mientras la derecha sigue cantando bajo la lluvia a la convocatoria de unas elecciones generales... tan lejos y tan cerca...  

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