Pepe Baena: "El éxito de mis cuadros es que pinto lo que la gente ve en su vida cotidiana"

Pepe Baena (Cádiz, 1979), es el pintor de lo cotidiano en la más estricta escuela realista, tanto que cuando uno ve sus cuadros de desayunos entran ganas de tomarse el colacao migando las galletas. Este cámara y editor de vídeo que trabaja en la Diputación de Cádiz se he revelado como uno de los pintores más seguidos no sólo en Instagram sino por los coleccionistas de arte.

Pepe Baena con la etiqueta del puchero que ha pintado para la campaña Patrimonio Andalucía de Cruzcampo
Pepe Baena con la etiqueta del puchero que ha pintado para la campaña Patrimonio Andalucía de Cruzcampo / Juan Carlos Muñoz

-¿Qué hace que Andalucía sea Andalucía según Pepe Baena?

-Para mí es fundamental la alegría que hay aquí. Y ya después están otros patrimonios como la gastronomía, que influye mucho, pero sobre todo, a Andalucía la hace la gente. Y la alegría que hay aquí, yo creo que es fundamental, la forma de ser, somos más abiertos.

- ¿Y si tuviera que pintar en un cuadro qué es Andalucía?

-Desde el pescado frito, al puchero, todos esos bodegones para mí son muy Andalucía. Aunque no aparezca la gente, yo creo que hay gente detrás de esos bodegones. Los pucheros lo hace alguien.

-Tiene muchas pinturas de comidas. ¿Le gusta cocinar?

- Por ejemplo, para el dibujo del puchero fui a la plaza, compré los avíos, hice la foto, lo pinté, y después nos lo comimos. Por supuesto, lo cociné yo. Me encanta cocinar, es algo que me gusta. La gastronomía siempre me ha gustado y ahora se ve reflejado en los cuadros. Siempre me ha gustado cocinar y comer.

-Si tuviera que pintar cada provincia, ¿cómo sería?

-Para mi Cádiz es carnaval, a Sevilla le pondría todas las ferias de su provincia, la Semana Santa. A Huelva, por ejemplo, playas y gambas y a Málaga pondría unos espetos Córdoba yo creo que pondría el patrimonio que tiene y a Almería también pondría playas. Precisamente allí hay un museo del realismo donde hay un cuadro mío. Ahora están apostando mucho por la cultura. Y ahora están apostando por la cultura. En Jaén, olivos. A Granada, la Alhambra.

-Su obra reivindica lo cotidiano.

-Es como un grito de lo cotidiano. Es una llamada de atención: Oye, eso que nunca ves, existe y además puede ser bonito. Por ejemplo siempre pinto mi vida y todo lo que me rodea. Es cotidiano y es vida normal de la gente. Lo que pasa es que yo lo pinto y a la gente le llama la atención porque le recuerda su vida. Ese creo que es el éxito de mis cuadros, que recuerdan a una vida de una persona normal como soy yo. Eso llama la atención.

-Su pintura es tan cercana que hace que mucha gente se identifique con ella.

-Es una pintura que hace mucha gente se identifica con ella. Un colacao con Inés Rosales o cualquier puchero es algo que te recuerda lo que has visto en tu casa. Eso llama mucho la atención. Es el éxito de esto.

-Es un poco la felicidad de las pequeñas cosas.

-Se puede entender así. Son pequeños motivos que al final hacen uno grande.

- La última obra han sido las etiquetas para los botellines de Cruzcampo. Ha pintado un grupo de vecinos a la fresca, un desayuno con mollete y unos avíos del puchero que dan ganas de ponerse a cocinarlo. ¿Qué representa cada cosa para usted?

-Son pequeños patrimonios que hacen que son patrimonios grandes. El de las personas a la fresca me recuerda cuando no había internet y la gente se reunía a charlar y hablar en vez de estar cada uno con un móvil hablando con otro que no está allí. El puchero recuerda a abuelas y madres cocinando, a hierbabuena, al olor o a caldito. Y, hombre, el mollete es un desayuno andaluz. Siempre se dice que salir de Andalucía y desayunar es un problema. Aquí se desayuna muy bien y el mollete es un elemento muy andaluz. En cuanto a la mesa de camilla, la verdad es que no soy mucho de eso. Es más de abuela, es más para cuando hace frío y en Cádiz no hace mucho.

-Ha contado que comenzó a pintar cuando nació su hija. Entonces usted tenía 31 años. ¿Fue por casualidad que coincidió o hubo algo que le hizo empezar a coger los pinceles?

-Empecé a pintar con 31 años. No soy un pintor que desde que es pequeño está con los cuadros y los colores. Me gustaba la pintura, ir a museos, etc. pero nunca pintaba. No es algo que yo tuviera dentro. Fue meterme en clases de pintura y dibujo y hastar ahora, súper contento. Vamos, desde que empecé me di cuenta de que me encantaba y hace ya 14 años.

-¿Necesita algo especial para pintar?

-Me encanta pintar. Voy por la calle, veo algo que me gusta, cojo mi móvil y lo fotografía. No tiene que ser por la calle, me pasa algunas veces que estoy cenando con mis niños, con mi familia, la escena me gusta y la capturo con el móvil. Se queda ahí y a partir de eso empiezo a pintar. En realidad el cuadro empieza a tomar forma desde el momento en el que lo veo. Por ejemplo, cuando me encargaron el puchero el cuadro comienza cuando voy a la plaza y compro puerro, zanahoria, etc. Empiezo a pintara entonces, mucho antes de coger los pinceles. Eso pasa con muchos de los bodegones que hago. Estoy en algún sitio, veo algo bonito uy digo: mira eso qué bonito. Ahí es cuando pinto. A lo mejor hay gente que no se fija, que no ve la belleza que puede tener, por ejemplo, un pescado en un plato, pero cuando ve el cuadro le gusta y le parece algo bonito.

-Es un poco como los fotógrafos, que son capaces de ver una imagen potente donde otros no.

-Es que que yo también soy cámara. Tengo la mirada entrenada. Antes de pintar, miraba buscando el plano y ahora, veo cuadros. Otros pintores me dicen que encuadro muy bien. Eso es por la cámara. Estudié Imagen y Sonido y es cámara en la Diputación de Cádiz. La cámara no te enseña a encuadrar, tú educas el ojo. A un fotógrafo le puedes enseñar la ténica, dónde está el botón para disparar, pero es necesario tener la visión de que esa es la foto. Claro, y lo que hace que veas cosas bonitas y bellas en los casos en los que la gente pasa y no lo ven. Hay que mirar más allá.

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