"¿Quién no ha pensado alguna vez en quitarse de en medio?"

Mara Torres | Periodista

Mara Torres.
Mara Torres. / Gabriel Hinojosa

AMOR DE MARA. En la onomástica de san Vital de Savigny, 16 de septiembre, de 2013 se quitó la vida Aly. Mara Torres (Madrid, 1974) no sólo honra la memoria de su hermana en Recuérdame bailando (Planeta), sino que desea que este libro, que contiene textos de ambas, sirva para que quienes sufran problemas mentales busquen ayuda en los especialistas. Mara, gran conversadora, conduce de madrugada El Faro en la Cadena Ser.

–Estas entrevistas tienen un toque cachondo pero para hablar del suicidio de su hermana...

–Sería la típica entrevista que le gustaría a Aly. Y mi forma de escribir, también en Recuérdame bailando, es tragicómica. A la tragedia siempre le encuentro una parte para sonreír.

–Hermoso epitafio para un adiós muy cruel.

–Casi prefiero definirlo como un canto a la vida.

–Aly se suicidó el 16 de septiembre de 2013. Maldita coincidencia que ese día sea san Vital.

–No lo sabía pero le digo: el día de san Vital murió alguien que quería vivir.

–¿Le debía este libro a ella o a usted misma?

–A ninguna. Hay 4.000 suicidios al año, un problema muy serio. El libro igual ayuda a alguien.

–¿Se siente más impotencia, culpa, pena...?

–De todo pero principalmente tristeza. Perder a alguien de la familia es algo tristísimo independientemente de la causa. Luego aprendes a convivir con ella de otra manera, a Aly la tenemos muy presente en estos 12 años.

–En Frente al espejo, los textos de Aly que usted reproduce, ¿había atisbo de esperanza?

–Hay una vida muy luminosa, la de una treintañera, y luego tristeza, desolación y desesperación. Está la imagen que proyectaba y la de quien era, pero no lo leímos hasta que falleció. El título es suyo. Es esta cosa de la imagen que proyecto, lo que quiero ser y lo que no logro ser.

–Leer un diario ajeno está feo, pero esta vez estaba justificado.

–No es el diario. Abrimos una caja y había cuadernos escritos a mano, pero esto estaba impreso. No era consciente de la intimidad que estaba volcando, según avanza pasa de ser algo casi ingenuo a la mente poderosa de alguien que está sufriendo.

Hay una cosa importante: el amor no mata. Amar, querer, sentir, ser apasionado, enamoradizo... Eso no mata"

–"Sólo en el amor me han ido mal las cosas", dejó escrito. ¿Tanto le afectó no encontrar a su media naranja?

–Derivaba toda su desazón a las relaciones sentimentales. "Soy yo la que no sé enfrentarme a ellos", escribió. Piensa que el amor la puede curar, pero lo que tenía era tristeza latente que la incapacitaba para gestionar emociones que todos controlamos con herramientas. Hay una cosa importante: el amor no mata. Amar, querer, sentir, ser apasionado, enamoradizo... Eso no mata.

–En las facultades de Periodismo insistían en que no había que hablar de suicidios.

–Yo no sabía nada del tema por el pacto de silencio de los medios y me documenté. Que hay efecto contagio es un mito falso. El silencio hace que falte información. Mi hermana nunca creyó que tuviera una patología mental. Aunque fue a terapia un tiempo, pienso en qué habría pasado si hubiera ido a un psiquiatra.

–¿Suicidarse es de cobardes o de valentes?

–Otro falso mito. Ni de cobardes ni de valientes. Hay una cita de una psiquiatra que dice: "Nunca he visto cobardía ni valentía en el suicidio, sólo tristeza y desesperación". Y otra de mi hermana: "No me siento lo suficientemente cobarde como para quedarme ni lo suficientemente valiente como para irme". No es cobardía ni valentía, es tristeza, desesperación, no encontrar herramientas para quedarse.

–Manel Estiarte contó que no pudo evitar el suicidio de su hermana por un segundo y eso lo ha perseguido siempre.

–Probablemente te pese para siempre, pero quien te tiene que salvar no es quien tienes al lado, sino un profesional. Ojalá yo hubiera llamado al telefonillo a mi hermana ese día para que bajara, pero sólo la podría haber salvado un tratamiento.

–El cómico Daniel Sloss juega fuerte con anécdotas de su hermana Josie, que sufría parálisis cerebral y murió con 7 años. ¿El humor lo desengrasa todo, humaniza lo inhumano?

–Totalmente. Soy así también. En un capítulo hago volver a mi hermana y la conversación es de coña. En el libro lloras desconsoladamente con una frase y en la siguiente te partes porque mis hermanas y yo somos así. Sin ser cómicas, nos hemos tomado la vida con mucho humor. Somos una familia con gracia sin ser graciosos.

–Recurriendo a su programa, ¿este libro es un faro para visibilizar la salud mental?

–Cuando mi familia y yo decidimos publicarlo, pensamos que podía ayudar a alguien. Y no sabe la cantidad de lectores que me dan las gracias.

–¿Hay en el libro claves para detectar si una persona está pasando por un calvario así?

–Ojalá. Mucha gente hace una primera lectura del libro muy emocional y luego una segunda y subraya frases de mi hermana. Creo que pueden encontrarse pistas.

–¿Alguna vez ha sobrevolado por su cabeza la idea de quitarse la vida?

–¿Quién no ha pensado alguna vez en quitarse de en medio? Pero a mí no me pasa lo que a ella. No hablo de una neurona descontrolada, de un patito raro en medio de patitos blancos... Afortunadamente, hay muy poca gente a la que le pasa lo mismo que a Aly, aunque sea muy fácil identificarse en el duelo, en la insatisfacción con la vida, en la tristeza por un desamor, pero lo suyo era tan grave que acabó con ella.

–De trasnochador a trasnochadora: hay que desmentir que a quien madruga Dios lo ayuda.

–Lo desmiento rotundamente. A quien trasnocha Dios lo ayuda.

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