José Miguel Torres, comediante

"Lo importante es el público, esté en un teatro o en un bar"

"Lo importante es el público, esté en un teatro o en un bar"

"Lo importante es el público, esté en un teatro o en un bar"

-¿Cómo se deja de vender coches para ser actor?

-En realidad es un proceso de evolución, pero el momento que marcó el cambio fue viendo El fantasma de la ópera en Madrid. Me di cuenta de que tenía que dedicarme a esto y no encerrarme en una oficina. El teatro siempre me había gustado pero ese día decidí que no podía estar más en un patio de butacas ni en un trabajo que no me gustaba.

-Eso es valentía.

-Fue un salto al vacío, sí, pero aquello pasó antes de llegar la crisis, y es verdad que iba avalado porque mi mujer es funcionaria, aunque eso tampoco es una red de seguridad. Yo era administrativo en Citroën y hubo un momento en el que compaginé las dos actividades. Se portaron muy bien. Iba con mi camiseta verde de Les Buffons debajo de mi ropa de oficina para actuar después en los colegios .

-Cualquiera no se atreve.

-Es importante que la gente deje el colchón del bienestar. En teatro hay una frase que dice: "No hay ninguna obra que fracase, fracasa la obra que se guarda en un cajón". Por eso intentarlo ya es un éxito.

-Habría gente que no le tomara en serio entonces.

-También ahora. Todavía hay quien cree que soy un loco piojoso al que le ha dado por ahí. He escuchado varias veces, en plena actuación, eso de: "¡Lo que tiene que hacer el pobre por estar en paro!". Pero llevo muchos años en esto como profesional y ya me río de eso.

-¿Faltan humor y alegría?

-Por todos lados. ¡Y mira que vivimos en la tierra de la alegría! Hay gente que va preocupada por la calle por cosas tan banales como que su hijo entre en un equipo de fútbol, por coger un buen hotel para el próximo puente, o por mostrar en Facebook el fin de semana que ha pasado con sus amigos. Todo eso nos lleva a tener una vida gris.

-¿Por eso no le toman en serio?

-Por eso me siguen preguntando: "¿Tú te dedicas a esto?". No entienden que realmente pueda vivir de ello.

-No hace falta hacer televisión, cine o grandes obras de teatro para eso.

-Se puede vivir de esto si piensas en los espectadores y no en el escenario. A mí lo que me importa es el público, esté en un teatro, en un parque, un bar o un chalé.

-El escenario da la categoría del actor, creen muchos.

-Yo puedo estar un día actuando en un teatro y al siguiente en una casa particular y no todos entienden que pueda ser así. A mí me importas tú, y mi obligación es que te lo pases bien, estés donde estés. La gente cree que actuar en los bares o en una casa es de Segunda División. A mí lo que me gusta es llegar a todo el mundo y no me importa el tipo de escenario. Seguro que alguna gente piensa que por actuar en comuniones no tengo la altura suficiente para actuar solo en teatros.

-Usted usa el término bufón pero éste se utiliza mucho en sentido peyorativo.

-Sí, pero los bufones fueron los primeros comediantes. Por eso me gusta. Ya en la EGB, en el Colegio Francés, quise poner el nombre Les Buffons al grupo de teatro en el que participaba. También lo intenté luego en el instituto y en la mili. Y tuve que esperar treinta años para usarlo, pero como estaba ya cogido, tuve que modificarlo y así surgió Les Buffons du Roi.

-¿Actuaría ante Felipe VI?

-Por dar sentido a mi nombre, no estaría mal. [Risas] He actuado ante gente muy conocida, de la nobleza, de la política, incluida la duquesa de Alba, ministros y algún ex presidente de la Junta. He estado en el hotel Alfonso XIII de Sevilla varias veces, pero también en centros sociales de pueblos de Cádiz, y en bares y casas de las barriadas del Torrejón o del Carmen en Huelva, con gente muy humilde.

-La BBC sí que da tablas.

-He hecho bodas en grandes cortijos de Sevilla y también en el barrio de Los Pajaritos. A una media de cuarenta comuniones o veinte bodas al año, en los catorce que llevo en esto, he visto de todo: dos muertes en directo, partos, peleas, divorcios... Aunque sea sólo por estadística, algo me toca siempre.

-Le daría para escribir un libro, un tratado sociológico.

-Varios libros de anécdotas, seguro. El hecho de interactuar con el público te permite descubrir mucho a las personas. Cuando alguien participa en el espectáculo, de alguna manera se desnuda ante ti sin saberlo. Yo los observo antes de empezar, veo cómo se mueven, cómo hablan y sé cómo van a reaccionar después. Nada se improvisa, todo se estudia.

-Los niños son parte fundamental de su público.

-Mis espectáculos son para toda la familia. Es importante que los padres, hombres especialmente, sean conscientes de que deben disfrutar de las actuaciones igual que ellos. No pueden pensar que es un momento para librarse de los niños; es para compartir risas y disfrutar juntos en familia.

-Está haciendo una crítica.

-Porque me fijo en la relación de los padres con los hijos e incido en ello. El teatro siempre debe tener una actitud crítica ante el espectador. Me preocupo también por la igualdad en el matrimonio, y que seamos más solidarios y menos idiotas.

-Usted también se apoya en su familia.

-Tere, mi mujer, es una profesional que tuvo su estudio de diseño gráfico. Ella es muy creativa y lo ha diseñado todo para Les Buffons du Roi, me ayuda en la redacción de los relatos, en el vestuario... Hasta mi hija ha participado en algunas obras cantando y bailando.

-¿Se ve así muchos años?

-No tengo más ambición que lo que tengo. Mi objetivo ya está cumplido. Cuando actúo en un pequeño pueblo de la sierra donde nunca antes ha habido teatro, percibo la felicidad y la alegría de la gente. Me dan su cariño y yo me siento como los antiguos comediantes que iban con su carromato de pueblo en pueblo, solo que yo voy en furgoneta.

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