"Dios me regaló quererme a mí mismo"
Tomás Páramo | 'Influencer'

FE EN LA INFLUENCIA. Creador de contenido, vulgo 'influencer', Tomás Páramo (Madrid, 1996) relata en 'Si supieras quién soy' (Espasa) su camino a la reconstrucción personal y espiritual tras varias experiencias transformadoras: desde misiones a Camerún y viajes a la frontera de Ucrania al nacimiento de sus tres hijos, la tristeza, el perdón y el reencuentro con su fe. En las redes encuentra un nicho para divulgar la palabra de Dios. Está casado con María G. de Jaime, también joven con influencia.
–Tirando del tópico manido, "la pregunta es obligada", ¿quién es Tomás Páramo?
–Tengo 29 años, tres hijos, estoy casado, me dedico al mundo de las redes sociales, escribo, la forma con la que mejor me siento al comunicarme, y tengo una firma de ropa con mi mujer.
–Se define como un apasionado de la escritura y se apellida Páramo. Habrá leído a Juan Rulfo...
–No lo he leído.
–Hace pública profesión de su fe católica. Acaba de morir el Papa. ¿Por qué le ha caído tan bien Francisco a los anticlericales?
–No me considero anticlerical, he tenido la suerte de vivir una conversión en Dios y, si crees de verdad, descubres el amor, lees la Biblia y hallas la figura de Cristo y cómo esas leyes impuestas por el hombre están muy lejos de ser su verdadero mensaje. A la gente que prima antes la ley que el amor no les ha caído bien Francisco porque tuvo la valentía de volver a abrir el Evangelio.
–No es muy habitual en los jóvenes declararse abiertamente católico practicante. ¿Nota algún rechazo?
–Por prejuicios, desconocimiento o heridas personales, algunos te juzgan desde su experiencia. Ese rechazo nunca me ha hecho mella, he elegido creer en Dios libremente, lo siento en mi vida y por eso lo hablo. Para mí la fe no es educación o política, va mucho más allá. Sí lo he notado, pero no me ha influido.
–Identidad, fe, crisis existencial... son temas que aborda en el libro. ¿No será el nuevo Unamuno en 'San Manuel Bueno, mártir'?
–Leí la novela y sería un honor serlo, soy indigno de ese halago. Peco de pensar demasiado, debería y me gustaría hacerlo menos, aunque la gente que piensa poco me parece muy aburrida.
–Qué cosas de su profesión, considerada muy frívola, le han puesto en conflicto con sus creencias.
–Muchas. Me genera el conflicto entre lo que soy y lo que mi profesión me exige. Cada vez me alejo más de eso, pero comparto trabajo con muchos jóvenes que han tenido todo de una forma muy rápida sin costarles un esfuerzo extra. En la carrera, antes de tener a nuestro primer hijo y una vida cómoda en lo económico, fuimos camareros, azafatos, nos esforzamos en construir lo que somos, incluso rompimos el prejuicio de que un 'influencer' escriba un libro. Me duele que todavía nos sigan metiendo a todos en el mismo saco. No juzgo a un arquitecto porque un edificio se haya caído. Es fácil meterse con el 'influencer'.
–¿A qué sitios iba y ya no va?
–Al principio me gustaba ir a eventos. Ya me cuesta dejar de estar con mis hijos por mostrar una vida frívola, tener que prepararme para, entre comillas, nada. Eso me desgasta muchísimo. Me gusta hacer cosas que sumen, tener tiempo para mi trabajo, para llegar a los demás, para escribir, para trabajar también en mi familia, a la que a veces dejamos en un segundo plano, y llega un momento en el que te das cuenta de que quizás el glamour está dentro de las sencillez de tu propia vida.
A ver si alguien lee la entrevista y se anima a acompañarme a repoblar España, que falta hace"
–Pasó una depresión gordísima. ¿Teme una recaída?
–Dispongo de herramientas que antes no tenía para luchar contra esa tristeza que a veces sin un porqué se apodera de ti. En mi proceso de lucha contra la depresión ha sido fundamental Dios, que me ha dado el regalo de empezar a quererme a mí mismo; antes, pese a todo lo que se podía ver, me miraba en el espejo y me odiaba. Ahora estoy contento, me llevo bien conmigo mismo y me gusta también pasar ratos en soledad, a la que antes le tenía miedo y hoy me parece bonita porque he empezado a quererme.
–Mi sobrino quiere ser 'influencer' y su abuelo le dice que estudie y se ponga a trabajar...
–Que estudie y trabaje como 'influencer' o... como panadero, una cosa no quita la otra. Y si no quiere que no estudie, pero que sea un hombre de provecho y trabaje.
–Como vivimos en el país de las dualidades tipo Madrid-Barça, le pregunto. ¿Usted es más de Rouco Varela o de Cobo?
–Yo soy del cardenal Cobo. Conozco a los dos.
–Tiene un canal en redes con reflexiones del Evangelio y lo siguen miles de personas. Sí que le cundieron sus estudios de publicidad.
–Algo bueno de la Universidad me he llevado. Todavía se me pone un nudo en el estómago al pasar por la calle de mi Universidad, esa época fue bastante difícil.
–Evangeliza desde las redes con la ventaja de que se libra de los mosquitos, no como los misioneros...
–A veces me pican muchos abejorros también, ¿eh? Para muchos soy un protestante, un hereje, porque digo lo que siento. Me libro de mosquitos, pero me pican abejorros, que duelen más.
–Una idea. Montemos un canal de moda cofrade: abrigos con bordados del manto de la Macarena.
–Yo soy supercofrade y sería la leche. Hace dos años Dior hizo un desfile en Sevilla y la diseñadora vino unos meses antes a inspirarse en los mantos de las vírgenes y en la moda cofrade. Dolce Gabbana también ha sacado una colección similar, así que igual ahí tenemos un nicho de mercado.
–Tuvo su primer hijo con 19 años, con 29 tiene tres y se plantea un cuarto. ¿Va a repoblar España solo?
–Falta hace. De momento no sé si tendremos el cuarto; el corazón me lo pide, pero la cabeza no me lo permite. Mi mujer también quiere. A ver si alguien lee la entrevista y se anima a acompañarme a repoblar España.
–¿Le mandó el Rey emérito una caja de langostinos por defenderlo con Revilla?
–Nunca me ha mandado nada. Hice un alegato al respeto en general, bajo la libertad de expresión nos permitimos decir lo que nos da la gana de todo el mundo. El Rey emérito habrá hecho muchas cosas mal y otras bien, como todos. Hice un llamamiento al respeto pero no hay caja de langostinos. Igual algún día me llega...
–¿Me pasa el móvil de su amiga Victoria Federica para pedirle una entrevistita?
–Igual quiere. A los periodistas que la tratan con amor, los recibe con amor.
–¿Y cómo lo he tratado yo?
–Con mucho amor, gracias. Creo que ella haría una entrevista encantada.
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