Los caminos rocieros vibran con el paso de los miles de peregrinos de Huelva: "La Charca es donde empieza todo, es la puerta definitiva a El Rocío"

El calor y las inclemencias meteorológicas no apagan la devoción de los peregrinos de Huelva hasta la el barrio de Las Gallinas

El encanto de la Huelva que va al Rocío, desde dentro de los carros: "Aquí hay sitio para todos"

Los peregrinos de Huelva en el camino al Rocío.
Los peregrinos de Huelva en el camino al Rocío. / Alberto Domínguez

Huelva/La imponente marea humana que avanzaba entre los caminos rocieros se multiplicaba por diez este viernes. Pero hoy no vestía de colores blancos e impecables, ni tampoco eran azules, ni rosas. Y ya el sombrero no era la guinda del atuendo, sino más bien una primera necesidad -junto con el agua- para continuar con el largo camino y llegar al fin hasta la ermita. Solo quedaban algunos trajes que seguían intactos como en su comienzo, cuando la Hermandad de Huelva aún no había cruzado la senda hasta el coto, ni el polvo había pintado aquella gran masa de gente de tonos marrones y uniformes.

Camino hacia El Rocío.
Camino hacia El Rocío. / Alberto Domínguez

Terminarlo es el aliciente, y superar la climatología -que ya lo ponía difícil a las 11:30- era la gran dificultad. Pero sonaba mucho más fácil cuando había un buen motivo. "El camino se vive con sentimiento y con mucha devoción. Viene de tus padres y de tus abuelos. Este año, precisamente, vengo a recordar y a pedir por mi padre, que está malo, mucha salud. Es un gesto de agradecimiento, por otra parte. De dar las gracias por todo lo que tenemos y que ojalá sigamos teniendo. No le pido nada más", contaba una familia que iba casi al completo a peregrinar con Huelva hasta El Rocío. Tocaba "caminar, caminar y caminar" hasta Gato, donde al fin esperaba la parada que permitiría tomar aire, respirar y coger impulso para seguir adelante.

Camino hacia El Rocío.
Camino hacia El Rocío. / Josué Correa

Los Cabezudos era la primera puerta hacia el descanso, para el que aún quedaba un trecho. Por eso muchos preferían aguantar hasta llegar a la zona de almuerzo, un oasis en el recorrido. El Simpecado iba por detrás, regentado una vez más por los Hermanos Mayores y protegido y guiado por Manuel, el carretero que continuaba portándolo como si fuera el primer instante de la salida desde la Plaza de Paco Toronjo. Entre el polvo y los pinares, miles de historias y de deseos que llevar hasta la aldea, en la que muchos se quedarán y a la que otros tantos dirán adiós para volver a sus casas después de una visita a la virgen.

Camino a El Rocío.
Camino a El Rocío. / Josué Correa

Para el dolor de piernas y el cansancio, nada mejor que apoyarse en el hombro de tu compañero de viaje. En muchos casos, el mismo con el que se comparte desde siempre. A los que lo conocen de memoria el trayecto, les sorprende el crecimiento que la hermandad ha experimentado en los últimos años. "Al principio íbamos solos y justo delante del Simpecado. Nos alegra que la gente se siga animando a hacer el camino hacia la ermita y que todo esto se mantenga", contaba Inés, de 65 años. "He perdido la cuenta de cuantas veces lo hemos hecho. Llevamos más de cincuenta años casados y más de 25 de ellos hemos hecho este segundo día de camino. A mí me gustaba y a él no tanto. Pero un día le expliqué como era todo y ahí está, peregrinando un año más".

Descanso en Gato.
Descanso en Gato. / Alberto Domínguez

Una merecida parada en Gato estaba al fin a la vuelta de la esquina. A poco de llegar ya había un gran despliegue de mesas y comida, que no eran de nadie sino de todos. "Me duelen los pies", dicen una pandilla de jóvenes mientras toman asiento y se descalzan. El camino es también la convivencia. "Nos llevamos bien aunque a veces nos peleamos, pero lo solucionamos porque no queda otra y para adelante", contaba María Gómez, del mismo grupo de onubenses. "Es muy duro, pero merece la pena.", matizaban desde la otra punta del grupo. Hay quien viene desde muy lejos para vivir por primera vez la devoción de la Hermandad de Huelva por sus caminos. Un buen ejemplo son Vanesa -Huelva- y Sumand -La India-, que viven en Hong Kong desde hace 10 años. "Hacía muchos años que no venía y hemos decidido hacer un día de camino", contaba la onubense. "Es muy distinto de ver, sin duda hay que venir una vez en la vida", contaba su marido.

Matrimonio que hace el camino desde hace 25 años.
Matrimonio que hace el camino desde hace 25 años. / Alberto Domínguez

El presidente de la Hermandad de Huelva, Antonio Sánchez de Piña, también recibía al fin su merecido descanso. "El camino es como todos los caminos que nos llevan a la Virgen, con ilusión, con fe y con los problemas propios. Otros años han pensado que no íbamos a llegar y llegamos, y tuvimos un Rocío de gloria. Hoy me levanté de buen humor al ver buenas noticias y la grandeza de la hermandad que llevamos, y de lo bien que transcurrió la jornada. Me acuerdo de mis amigos, los que ya no están, y con los que empecé hace ya muchos años", contaba a Huelva Información durante la parada. Asume que tiene una gran responsabilidad y si algo pide es respeto a los que se asoman a la experiencia, "porque las personas que vienen tienen que saber que esto no es turismo, es fe y cultura".

Descanso en Gato.
Descanso en Gato. / Alberto Domínguez

De camino hacia la Charca, el momento "más bonito" para muchos -y el que más se hace de rogar- aún se escuchan salves a la Virgen del Rocío y palmas de alegría. La entrada por el barrio de Las Gallinas cada vez está más cerca y el paso de los caballos por el agua es la señal. Ver la llegada vuelve a levantar los ánimos de los peregrinos, que se bautizan y se abrazan con sus seres queridos. Es escuchar el trote de los caballos cada vez más cerca lo que siembra los nervios de los peregrinos. "Todo esto es tradición familiar. La primera vez que pasamos por aquí fue hace cuatro años, nuestros padres nos lo enseñaron desde pequeños. Luego, me bautizó mi amigo y yo a él", contaban Luisma y Jose, que lo hacen por primera vez juntos. "Es un momento muy bonito porque lo haces con tu gente, con los que más quieres, y puedes pensar en todo lo que no has pensado en el año".

El camino hacia El Rocío.
El camino hacia El Rocío. / Alberto Domínguez

Es momento de celebrar la compañía de los tuyos. Tanto que, de repente, las miradas se posan en una de las orillas de tierra, donde una pareja se abraza y lloran emocionados. "Lleva esperando todo este tiempo para pedirme matrimonio, llevamos 23 años juntos y ya era hora de formalizarlo", dicen Viena y Jesús Carvajal. "Yo quería casarme ya, y creo que no hay sitio más bonito que este. Llevo toda la vida viniendo al Rocío con mis hermanas y hermanos. El anillo lleva guardado ya dos meses y yo no podía aguantar más con este secreto. La charca era el sitio donde tenía que ocurrir esto", contaba a este periódico.

Apareciendo entre los pinares, el Simpecado en su carro ocupa el centro de la Charca y vuelven las salves y las lágrimas, que son de emoción por saber que la puerta a la aldea está cada vez más cerca. A la cabeza de la gran comitiva no dejan de llorar los Hermanos Mayores, que miran hacia el agua donde permanece quieto el Simpecado. Solo quedan dos horas más para llegar, un año más, a los pies de la Blanca Paloma.

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