En carretas hasta los pies de su casa
Al mediodía comienza la recepción de las filiales en la puerta del santuario y llegará la noche cuando pase la última, la de Pozuelo de Alarcón · Por la calle Carreta comienza a desfilar la comitiva rociera
DURANTE estos días cada hermandad ha vivido una parte del Rocío muy personal, el que arranca en sus pueblos y se hace surco por los caminos, hasta llegar a esta mañana del sábado cuando El Rocío, romería, devoción y fiesta entorno a la Blanca Paloma comienza.
Almonte, anfitriona de esta Fiesta de Pentecostés que se extiende en la historia y por todos los pueblos de Andalucía, de España, que ha llegado hasta Bruselas, guarda las formas de siempre. La romería tiene su propia liturgia, que no debe ceder ni por esnobismos ni por nuevos tiempos. El Rocío crece, lo hace no sólo en su espacio de aldea, sino en el de las hermandades filiales. Pero lo hermoso del Rocío es guardar su esencia, pero no como algo que se proyecta y se mira en una sucesión cadenciosa de hechos que nos pueden resultar sencillamente agradables. El Rocío, encuentro mariano en Pentecostés, tiene una profundidad histórica, cultural y espiritual que sobrepasa los límites del tiempo para formar parte de nuestras propias vidas. Aunque El Rocío haya tomado unas dimensiones que a veces nos puedan parecer desorbitadas hay que velar -como lo hacen la Hermandad Matriz y el Ayuntamiento de Almonte- por la pureza, la esencia que es sentido de todo. Por eso hay que ir disfrutando de cada instante, porque estarán jalonados de momentos que se unirán unos a otros dando sentido a la fiesta.
Así Almonte, consciente de la historia que le hace no sólo protagonista sino valedora de una tradición y de la fe de un pueblo inicia esta romería. Lo hace con solemnidad en este sábado de la presentación, de 'la entrá' de las hermandades. Con elegancia sale en comitiva desde su casa de hermandad para entrar en el santuario, participar de la misa matinal ante Nuestra Señora del Rocío y esperar luego la llegada de todas las hermandades filiales.
La Matriz presidirá ante la puerta, bajo la concha peregrina, medallas, varas, color de volantes, seriedad e historia arrancan con la hora del Ángelus. Es un mosaico de color, una estampa añeja, a la que incluso acude el Ayuntamiento de Almonte, que se adornará con el saludo de cada una de las hermandades. La primera será la de Villamanrique de la Condesa, la más antigua de las filiales. Por la calle Carreta comienzan a desfilar para encontrarse delante de la ermita de la Blanca Paloma. En la explanada de la calle Almonte se vive una estampa también hermosa, de preparativos, de hermandades que van buscando su sitio por orden de antigüedad, cubriendo el protocolo de banderas y estandartes, unos portados a pie, otros lo llevan los jinetes; todos hablan de la historia de una vida, cada guión tiene un algo que contar, no verlos es como no entender qué es una hermandad. Las comitivas se van acercando desde los distintos lugares de las casas de hermandad, allí se ha puesto en el pizarrín o tablón de anuncio la hora de la salida. El Rocío tiene en estas horas una vida especial, carretas y peregrinos van a estar en movimiento. Se tiran cohetes, por los altavoces se anuncia la hermandad que va a entrar.
Hay costumbres que aún se guardan por algunas hermandades que no llegan hasta el sábado para hacer su entrada directamente desde el camino hacia la presentación ante el santuario. Triana llega con esa alegría para postrarse ante la Blanca Paloma abierto el mediodía, rodeada de atillos de romero, de sevillanas y de palmas.
Sigue la presentación y hay un cuadro único, pinceladas de Rocío y tradición en ese cordón que forman las carretas y los carros adornados, en ese mosaico de diversidad que traen de cada pueblo los peregrinos, con su toque de personalidad, fijaros en Granada que trae todo el Generalife para cubrir a su Simpecado; o los carros de Emigrantes que tienen una personalidad única, una belleza propia, un color que desborda y es que como ellos mismos cantan, los "carros de Emigrantes son para la Virgen". El tiempo parece como si se hubiese detenido, los jinetes a caballos, el carretón del Simpecado, la gente andando y cantando, tocando las palmas y lanzando vivas, las carretas adornadas de familias enteras que vienen a vivir El Rocío. Es como si cada una fuera una flor para este jardín marismeño.
Las puertas están abiertas y las carretas del simpecado se dirigen hacia la Blanca Paloma. Hay una música distinta de los cascabeles de los mulos que bien conocen esta pequeña subida; lo mismo que los bueyes, vestidos como reyes tartesios y su armoniosa tranquilidad, que llevan al simpecado casi a besar a la Virgen del Rocío. Es un trabajo hermoso y a la vez difícil entre el gentío, hay abrazos que coronan este encuentro, hermanos mayores y presidentes. Dicen que hay cosas en El Rocío que no se pueden describir con palabras, quizás sea esta una de ellas; pero de lo que sí estoy seguro de que está tejida por el hermoso paño de la vida de un pueblo que cada año da una nueva puntada bordada de emociones.
Suena la Marcha Real, la Banda de Música de Huévar quizás sea la que más veces lo toca en un mismo día. Por los altavoces la Matriz le da la enhorabuena a la hermandad que acaba de entrar: ¡Felicidades por su presentación! ¡Feliz romería! ¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva la Blanca Paloma! ¡Viva la Reina de las Marismas!, ¡Viva la Patrona de Almonte! ¡Viva la Hermandad… (ponga el nombre de todas ellas)! ¡Que viva la Madre de Dios! Lo que empezó por la mañana, floreciendo el día, va llegando a recibir la luz de la tarde que besa el santuario y se deja entrar por la puerta abierta, en el interior siguen las misas ante la Blanca Paloma. Se vislumbra ahora toda una sombra que se proyecta desde la presidencia que recibe a las hermandades. La última hermandad aparece cuando un manto negro de estrellas cubre El Rocío, llega con la misma alegría que lo hacía la primera. La Hermandad Matriz de Almonte agradece por los altavoces a cuantas hermandades y peregrinos han pasado por delante de la Virgen del Rocío a la que pide su bendición en esta Romería y durante todo el año, deseando: "Vivamos un Rocío de Gracia".
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