La aldea de El Rocío se prepara para vivir uno de los fines de semana más importantes del año en torno a la Blanca Paloma. El calendario habitual de peregrinaciones de hermandades filiales se detendrá estos días después de haber celebrado hace menos de una semana uno de los eventos más multitudinarios de cuantos tienen lugar en la aldea almonteña, como fue el protagonizado por las filiales de Triana, Pilas, Villanueva del Ariscal y Gibraleón durante sus peregrinaciones extraordinarias.

Como es habitual el primer fin de semana de febrero, el mundo rociero se dispone ahora a celebrar, en esta ocasión, la Fiesta de la Luz, que conmemora la presentación del Niño Jesús en el Templo en Jerusalén, tal y como se recoge en los pasajes evangélicos, y que tiene como uno de los momentos más emotivos y entrañables la presentación de niños ante la imagen de la Blanca Paloma.

La Hermandad Matriz de Almonte, encargada de organizar estos actos en torno a la Virgen del Rocío, ha dado ya a conocer los horarios de los cultos que se celebrarán los días 3 y 4 de febrero en el Santuario en el marco de la Fiesta de la Luz, si bien, por segundo año consecutivo, una eucaristía organizada por la Asociación de Tamborileros de Andalucía, será la encargada de dar el pistoletazo de salida. En concreto, esta misa se celebrará el sábado a partir de las 18:30 horas.

Ese mismo día, a las 20.00 horas, tendrá lugar el rezo del Santo Rosario que discurrirá por el camino tradicional. Posteriormente, a las 21.30 horas, se celebrará la Vigilia Mariana y el Acto Eucarístico. Se trata de uno los momentos de mayor recogimiento en los que, con el templo prácticamente a oscuras, se bendice el fuego y se alzan las velas, como símbolo de que Jesús es la Luz que viene a alumbrarnos.

Los cultos continuarán el domingo 4 de febrero a las 11.00 horas. Será el momento más importante de todo el fin de semana en la aldea almonteña, ya que es cuando se proceda a la presentación de los pequeños rocieros ante la imagen de la Blanca Paloma. Los niños serán bendecidos al pasar por el manto de la Virgen del Rocío, en un acto que concita la presencia de cientos de familias rocieras que acuden a la aldea procedentes de distintos puntos de la geografía española.