El Rocío: Se cumplen 31 años de la visita del papa San Juan Pablo II

EL ROCÍO

Imagen de San Juan Pablo II en el altar del santuario.
Imagen de San Juan Pablo II en el altar del santuario. / Hermandad Matriz Almonte
S.R.

14 de junio 2024 - 11:57

Tal día como hoy, 14 de junio, pero de hace 31 años, visitaba la aldea del Rocío el papa San Juan Pablo II. Un acontecimiento histórico para la provincia de Huelva y para la devoción rociera que hoy vuelve a ponerse en valor tres décadas más tarde.

La propia Hermandad Matriz de Almonte se ha hecho eco de este aniversario en sus redes sociales con el siguiente mensaje: “Hoy se cumple aniversario de la Visita Apostólica de S.S. San Juan Pablo II. Uno de los motivos que justifican la Peregrinación de la Hermandad Matriz a Roma, este verano. Damos gracias a la Virgen por el Pontificado de este Papa Santo. Hoy lo celebramos en el Santuario del Rocío”.

La visita a la aldea y al santuario de la Virgen del Rocío fue la última etapa de su viaje en Huelva. San Juan Pablo II llegó poco antes de las seis y media de la tarde hasta la aldea mientras una multitud agolpada en la explanada del Santuario coreaba “¡Qué poderío, el Papa en El Rocío!”.

San Juan Pablo II tuvo oportunidad de postrarse y rezar ante la Patrona de Almonte y posteriormente dirigirse a miles de fieles desde el balcón que fue expresamente construido para esta visita en una esquina de la ermita y que desde entonces se reserva exclusivamente para visitas papales.

Hoy soy yo quien peregrina hasta aquí para postrarme a los pies de esta sagrada imagen que nos representa y recuerda a María”, dijo Wojtyla, entregado a la devoción a la Virgen del Rocío y sus peregrinaciones anuales, como acto “positivo y alentador”. “Pero se le ha acumulado también, como vosotros decís, polvo del camino, que es necesario purificar”.

El gentío vibraba entre palmas por sevillanas, próximo a la despedida. Entonces el Papa concluyó con la ya mítica frase: “¡Que todo el mundo sea rociero!”, correspondida con los oles de la multitud. Fue ahí, en ese momento, cuando para siempre Juan Pablo II se convirtió en el Papa rociero, y para siempre quedó ligado a la Blanca Paloma.

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