El Rocío

Los almonteños sueñan al lado de su Reina de las Marismas

  • La Matriz recorre el itinerario hasta la aldea por el Camino de los Llanos El Chaparral se convierte en el punto clave de la salida

Almonte escribió ayer un nuevo capítulo de su devoción rociera en el papiro de las arenas marismeñas, donde miles de pisadas certificaron el pistoletazo de salida a la romería de Pentecostés. Como en la mejor obra de Shakespeare, todo pregonaba en el corazón urbano de Doñana el rojo en el calendario. Los cohetes surcando de forma intermitentemente los cielos y una sinfonía interpretada por la Escuela de Tamborileros de Almonte y la Banda Municipal de Música de Huévar del Aljarafe, que lleva más de 33 años de forma ininterrumpida acompañando la partida de la Matriz, ponían los sones de alegría. Todo evocaba Rocío y el monumento a la Pastora lucía preñado de flores de todo tipo y colores que eran el preludio de una partida que comenzaba antes de las 10:00.

Frente al silencio que brindaba el tráfico paralizado en las calles, el asfalto lo dominaban mujeres ataviadas con trajes de flamenca saliendo de las viviendas donde días antes dieron lustre a las varas y medallas mientras los hombres acicalaban los caballos que les trasladarán a la aldea. Un trasiego enorme para acudir puntual a la cita al Alto Molinillo en el Chaparral, ese altar que conforma el punto de partida con la preceptiva celebración de la misa de romeros. Oficiada por Antonio Cepeda, párroco local y capellán del Rocío, el prelado tuvo un recuerdo para aquellos hermanos que nos dejaron.

Tras la eucaristía, el Simpecado a caballo fue llevado por las calles hasta que a mediodía desfiló frente a la parroquia Nuestra Señora de la Asunción y se rezó el Ángelus antes de que el pueblo se apagara emigrado de forma masiva hacía el Sur.

Vivir el camino con la Matriz es el mejor modo de glosar todas las razones que mueven a los peregrinos a disfrutar de la presencia de la imagen rociera ese Lunes de Pentecostés con el que ya sueñan miles de romeros. Un sueño que en el caso del hermano mayor, Antonio Acosta, hace tiempo que se convirtió en desvelo hasta este día en el que por fin pudo conducir a esta hermandad. Un ejemplo de joven comprometido como recordó el presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales.

Vistas las altas temperaturas del día, los almonteños afirmaban que había sido un acierto optar por el camino de los Llanos frente a los Tarajales. Es cierto que existían ganas de disfrutar de una senda histórica a través de las tres leguas que unen el núcleo urbano y la aldea, si bien la falta aún de arboleda (que ha sido plantada recientemente) desaconsejaba transitar por este área.

En cualquier caso, los almonteños se reafirmaron en que no importa la ruta o la belleza del itinerario, la distancia recorrida o lo angosto y duro que resulte el terreno que pisa el peregrino, sino "el hecho de caminar para ver a la Blanca Paloma".

Junto a ello, la alegría de la fiesta también se descorcha por doquier. El ambiente a caballo o en carriolas es especial y único. Es la romería de tu pueblo, la que vieron tus antepasados y la que disfrutas y mamas desde renacuajo. Son esos detalles los que hacen única esta salida hacia el olimpo de la fe mariana; una ermita que ayer vibró a la llegada de Almonte.

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