Crónica de la función del voto

La aldea vuelve a llenarse de devotos en un esperado Rocío Chico

Celebración de la función del voto.

Celebración de la función del voto. / Clara Carrasco

Cientos de personas acudieron a la función del voto celebrada en la mañana de este viernes en la aldea almonteña de El Rocío, que fue oficiada por el obispo de la Diócesis de Huelva, Santiago Gómez Sierra, quien pidió a los feligreses una "oración confiada" a la Virgen.

Como cada 19 de agosto desde 1813, los almonteños y devotos de la Virgen del Rocío renovaron su Voto de Acción de Gracias de manera formal y expresa a su patrona, a la que el pueblo rezó para evitar la invasión francesa allá por el año 1810. 

La aldea se volvió a llenar de esperanza y gratitud en una mañana de agosto marcada por una gran afluencia de personas a pesar del calor. Minutos antes de las 10:00, nutridos grupos de familias, nietos con sus abuelos y grupos de amigos llegaban a la ermita para tomar asiento antes de que comenzara la misa. Como preludio de esta, la imagen de un santuario repleto de devotos de la Virgen del Rocío, que colmaron los bancos de la ermita y llenaron el resto de espacio disponible con sillas.

Entre la marabunta de personas, en torno a las 10:10, se hizo el silencio para dar paso a la comitiva que presidiría el acto, que hizo su entrada por el lateral izquierdo del templo. Sonaron cohetes que anunciaban la llegada de una nueva función del Voto de Acción de Gracias, tras dos largos años de ausencia a causa de la pandemia. 

El acto comenzó con la palabra de la hermana mayor de la Hermandad Matriz de Almonte, Rocío Corona, quién abogó por un “clima de silencio y oración que facilitará el encuentro con el Señor”. Tras su intervención, la agrupación rociera armonizada por los directores del Coro Infantil de la Hermandad Matriz rezaba “y otra vez Rocío la brisa te susurra… y es la hora de estar contigo bajo el sol de tu mirada”. 

Prosiguió la misa, que se hilvanó con nuevas intervenciones del coro que ponían el tono musical rociero a la función. En la homilía, el obispo tras hacer alusión a la historia de este día, repitió en distintas ocasiones la importancia de realizar una “oración confiada” a la Virgen del Rocío, que se convirtiera en una “alabanza entusiasta”, pues “la eucaristía nos ayuda a vivir en la alabanza divina”. Así, Gómez Sierra propuso la oración “como refugio y salvación eterna” para los allí presentes y expresó que “hemos de imitar a la Virgen en la fidelidad, la esperanza, la obediencia a la palabra de Dios y la solicitud de oración por la Iglesia”.  

Durante los rezos, los ruegos al Señor recordaron la situación de la guerra en Ucrania, para la que se pidió paz encarecidamente. También se rogó por el pueblo de Almonte, “que siempre miró a la Virgen del Rocío en los momentos de mayor dificultad”, tal y como señaló el obispo. 

La Virgen del Rocío, que presidía el altar, estaba vestida igual que en la última romería, con un traje confeccionado por el taller de bordados de la Hermandad Matriz en 2015. Se trata de un terno compuesto por saya, corpiño, mangas, sobremangas y el traje del Niño. El manto era el conocido como de Pentecostés, realizado en el taller de bordados de Santa Bárbara, en 2011. Asimismo, la Virgen y el Niño llevaban las coronas de 1919 de su coronación canónica y las ráfagas eran las de punta de martillo, en plata sobredorada, de 1949. 

Tras la misa, sobre las 11:30 dio comienzo la tradicional procesión eucarística alrededor de la ermita, ante la que los feligreses se ordenaron dentro del templo para facilitar su salida al exterior. Un fuerte sol brillaba mientras la comitiva rodeaba el santuario. El calor se dejó notar y fueron numerosas las personas que optaron por aliviarlo haciendo uso de sus abanicos. 

El día también estuvo marcado por la presencia de turistas, que se arremolinaban en las inmediaciones de la ermita. “Claro, es que aquí hay algo”, se oía decir a uno de ellos. Algunos nacionales y otros extranjeros -llegados incluso desde Italia-, la mayoría se paraban en la puerta a sacarse alguna foto para el recuerdo. Alguno se pudo ver incluso con la indumentaria para la posterior parada en la playa o hasta con alguna falda rociera propia de la romería. 

Unos veinte minutos más tarde, con la llegada de la procesión al interior del templo, comenzó a rezarse la salve, que finalizó con los sonoros y emotivos vivas a la Virgen. Pasadas las 12:15, la hermana mayor de la Matriz volvió a subir al estrado para realizar un breve balance sobre sus 124 días de mandato. “El camino ha sido bonito y difícil”, reconoció, para posteriormente dar las gracias a “mi familia, amigos y a todos los hermanos mayores”. Emocionada y casi sin voz, Rocío Corona protagonizó nuevos vivas a la Virgen y fue despedida entre calurosos aplausos.

Concluía así una nueva función del voto del Rocío Chico, de las más esperadas tras varios años de ausencia, pero la aldea continuaría llena de devotos y rocieros que celebran un año más este marcado acontecimiento durante el fin de semana en este emblemático rincón almonteño.

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