Rezos y plegarias antes de la salida de la Virgen

Ilusión. Miles de rocieros le dedican sus oraciones a la Blanca Paloma, en las que la devoción y la inmensa ilusión por verla en procesión por la aldea se hacen latentes

Devotos de la Blanca Paloma le dedican sus plegarias agarrados a la reja.
Devotos de la Blanca Paloma le dedican sus plegarias agarrados a la reja.

Los rocieros esperaron durante todo el día de ayer el momento culmen de la Romería del Rocío, cuando la Blanca Paloma sale de procesión por las calles de la aldea almonteña.

Tras la misa de la mañana, donde los simpecados se mostraban majestuosos, podía verse cómo muchos rocieros aprovechaban el momento para poder disfrutar de la presencia de la Virgen, con un poco más de desahogo. Sin embargo, dentro, en la ermita, muchos parecían haber pensado lo mismo. Y allí estaban. Cientos de romeros que durante la misa rociera aprovechaban las últimas horas antes de su procesión para mostrarle sus respetos, a la vez que entablaban con Ella una larga conversación. Frente a ella y de rodillas, los romeros se agrupan en la reja. La cabeza alta y la mirada fija en Ella. Sólo buscan un momento para poder rezarle a la Divina Pastora. Y de fondo sólo los pensamientos. "Yo estoy sola con Ella. Cuando le rezo, para mí somos las únicas que estamos dentro de la ermita", dice con lágrimas en los ojos una devota.

Miles de peregrinos se agrupan en la ermita del Rocío con motivo de poder hablar cara a cara con la Virgen. El ruido que se escucha es el murmullo constante y las voces procedentes de fuera, dentro de la ermita, sin embargo, se respira mucho respeto. Algunos romeros, cabizbajos, dejan asomar una tímida lágrima, que hace pensar que, un año más, la felicidad de estar con Ella emociona a cualquier rociero.

Mujeres vestidas de flamenca portando un ramo de flores, esperan frente a la Virgen rezando, mirándola de frente con la cabeza alta y la cara reflejando devoción.

La Virgen del Rocío espera majestuosa sobre su altar, deseando que sus fieles peregrinos la saquen a pasear por las calles del Rocío. En su recorrido a Virgen hará honor este año a las hermandades de Madrid y la Puebla del Río, con motivo de sus aniversarios, portando en su manto las respectivas medallas de estas hermandades, un motivo por el que este Rocío se muestra más especial que los anteriores.

Ni el calor, ni el polvo impiden a los rocieros estar de nuevo frente a Ella. Los preparativos, el camino, y el cansancio han merecido la pena. Así, los rocieros , congregados en la ermita, le dedican con sus voces y oraciones a la Blanca Paloma. Las emociones afloran y la ilusión por verla procesionar se hace notar en el ambiente.

Quedó muy atrás la llegada de las peregrinos, agotados, con el sello de los caminos en sus ropa. Ahora los rocieros se visten con sus mejores galas a la espera de ver a la Virgen.

Las gitanas ofrecen a los rocieros velas y romeros. En la capilla votiva no caben más velas. Las promesas y las peticiones a la Virgen se materializan en forma de vela, por lo que el desfile por las puertas del velario se vuelve incesante. Un centenar de niños, acompañados por sus padres quieren acercarse también a rezarle a la Virgen del Rocío. Algunos, con lágrimas en los ojos, se aferran a los vestidos de sus madres sin poder dejar de mirar a la Virgen a la cara.

Tras la salida de la Virgen sólo queda una cosa, volver a contar los días para que llegue la ansiada romería del Rocío, donde Ella volverá a estar esperando a sus devotos con las puertas de su ermita abierta de par en par. "La Virgen nos llama cada año y nosotros no podemos defraudarla", comenta un devoto. Los almonteños esperan con deseo el momento de saltar la reja y elevar a la Virgen hacia los cielos, para mostrarla ante los miles y miles de fieles que aguardarán el ansiado momento con alegría y parte con melancolía, pues el Rocío se acaba y hay que volver a la rutina. Muchos empiezan a contar desde hoy los días que deben esperar para volver a presentarse ante la Virgen con sus peticiones y plegarias.

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