Moguer y Rociana ya van de camino

Peregrinación. Son muchos los pueblos de todos los rincones de Andalucía que ya van de camino a la aldea almonteña esperando con devoción ver a la Virgen del Rocío

C.lópez · Redacción/ Huelva

21 de mayo 2010 - 01:00

La centenaria Hermandad del Rocío de Moguer ya ha iniciado su camino a la aldea almonteña en una luminosa mañana, tras la tradicional misa de romeros en la Plaza de la Coronación. El párroco José Manuel Raposo ha oficiado la Eucaristía ante cientos de romeros que se agolpaban junto al hermoso Simpecado de la filial moguereña, que lleva casi 400 años peregrinando ante la Blanca Paloma.

Destacar que este año la responsabilidad de la mayordomía de una hermandad de tanta solera y prestigio como la de Moguer la tendrá la moguereña Rosario Domínguez Hernández, que disfrutará esta romería de una de las experiencias más bonitas e inolvidables que puede vivir un rociero.

Este sentimiento emocionado y este revuelo de color se ponía de manifiesto al paso de la comitiva, que presidida por el carretón que porta al Simpecado, y acompañado de más de 400 caballistas y un centenar de carros, charrets y tractores, recorría las calles de la ciudad tirado una vez más por los tradicionales bueyes de la familia Cascarilla, que volvieron a arrodillarse ante el convento de las Hermanas de la Cruz, el colegio Pedro Alonso Niño y la Casa Consistorial. Tras una última parada de los bueyes, a modo de despedida, en la calle Hornos, la Filial se encaminó hacia la ermita de Montemayor, donde como cada año los peregrinos se despiden de su Patrona realizando una ofrenda floral ycantando la salve.

Tras almorzar junto a la peana del Milanillo, la hermandad tiene previsto arribar al paraje natural de Pino Gordo, donde tradicionalmente hace noche Moguer, sobre las 21:00, rezándose el emocionante rosario nocturno. Ya al amanecer, se celebrará la misa del alba para inmediatamente después reanudarse el peregrinar hacia la aldea, adonde tiene previsto llegar sobre las 15:00.

Por otra parte, las hermandades del Condado han rendido sus pleitesías a la Reina de las Marismas. Como un sediento que logra su Oasis, así alcanzaron ayer los peregrinos el santuario después de una ardua jornada de camino que, como siempre, se ve recompensada con ver a la Señora.

La primera en tocar tierra Marismeña fue Villarrasa, quien partió el miércoles e hizo noche en el paraje de la Torreta, donde pernoctó a expensas de reponer energías y continuar un camino que ayer tocó a su fin.

Rociana y Bonares, por el contrario, partieron el jueves rumbo a la aldea. La primera volvió a escenificar que Pentecostés se vive como si se tratará de un día más en el calendario festivo local, por lo que el pueblo en masa arropó a su Simpecado, no sólo ya en la marcha a través del denominado paseíllo que recorre el corazón de su urbe, si no a lo largo de toda su singladura.

Nada más reinar el Simpecado sobre la carreta, una ingente ofrenda floral a manos de los fieles embelleció la plateada fisonomía del emblema de fervor. Todo ello mientras cerca de la veintena de imberbes componentes de la Asociación de Tamborileros Rociana 2019 mostraba su talento y enardecían las bellas estampas que protagoniza siempre la Hermandad cuando se despide de su pueblo.

A ello contribuyó la densa caballería que este año se situaba en torno a los 200 jinetes y cerca de medio millar de peregrinos que no pararon de proferir piropos a la Madre de Dios, amén de inundar los caminos por sevillanas. Una tónica que se extendió durante los poco más de 25 kilómetros que hay que cubrir antes de postrarse ante la patrona Almonte.

En Bonares la veterana hermandad, que lleva desde 1935 fiel a su cita con las arenas, fue otra de las hermandades del Condado que ayer alcanzaron la aldea. Nada más amanecer los romeros se prestaron a preparar todos los enseres, acicalar los equinos y ultimar los preparativos para acompañar a su Simpecado en el pasacalles con el que se despide al pueblo.

Una vez la comitiva alcanzó el Corchito tuvo lugar la preceptiva misa romera, donde el sacerdote local ofició la Eucaristía. Posteriormente en el Pino Cáceres la hermandad se vio respaldada por un gran número de bonariegos que se acercaron para degustar un almuerzo con los hermanos. Tras este alto en el camino la fiesta continuó hasta alcanzar el momento apoteósico de la jornada: cuando el Simpecado fue coronado en su casa hermandad, que ya espera la visita en procesión de Ella.

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