Emigrantes ya está en Almonte. Han vuelto a sonar los tamborileros. Se ha vuelto a hacer el camino. De ahí la expectación de devotos, hermanos y vecinos. La concha peregrina ha guiado al cortejo de la hermandad onubense para encontrarse con la Blanca Paloma. Para encontrarse con la Virgen. Con la Madre de Dios. 

La Hermandad de Emigrantes comenzó ayer una peregrinación extraordinaria con el guión como señal de todo. El camino más especial si cabe, después de tantos meses de la amarga pandemia. Hoy es día de gozo para el mundo rociero onubense. Y así sonaron los ¡Vivas! en la voz del hermano mayor, Nono Ortiz, dando gracias a los más de 300 peregrinos que hoy inundan de plegarias las calles de Almonte y la parroquia de la Asunción. Allí, una misa presidida por Jaime Jesús Cano Gamero, director espiritual de la Hermandad y que será acompañada musicalmente por el Coro de Emigrantes, será el culmen de una nueva página rociera para alegría de todos. Una convivencia en la Casa de Hermandad en la aldea pondrá el broche a medio siglo de peregrinaciones.