El Rocío

La Guardia Civil también es rociera

  • Detrás de cada efectivo hay una historia de entrega voluntaria para garantizar el orden en la romería

Debajo del uniforme de la Guardia Civil, a poco que rasque uno, se encuentra con las apasionantes historias de hombres y mujeres que se suman voluntariamente al dispositivo que garantiza la seguridad en los caminos y en la aldea de El Rocío durante la romería. Algunos de ellos ya eran rocieros antes de arribar a la marisma de Doñana, otros se han enamorado del entorno y de la Blanca Paloma en las distancias cortas y ya no se plantean dejar de volver. Todos, eso sí, dejan durante estos días de romería a la familia para volcarse de lleno en el extraordinario operativo, un sacrificio que, coinciden, les merece la pena.

Este año es el primero para José Matías Maestre, cabo en el puesto de El Rompido. En los 13 años que lleva de servicio "había pensado varias veces en venir pero hasta ahora no me he animado". Nunca había pisado El Rocío en romería. "Me ha impresionado muchísimo, sobre todo por la cantidad de peregrinos que vienen y por la espectacular planificación y coordinación de los medios de los que disponemos", indicó ayer a este diario. Ejerce como jefe de Cerramiento, controlando los accesos a la aldea para que no se colapse y velando por la seguridad de los ciudadanos. Asegura que el "compañerismo es genial, están muy atentos conmigo por ser nuevo, así que la experiencia ha sido tan buena que repetiré".

En la otra cara de la moneda se ubica Juan José Brenes, que se jubila este año, "aunque seguiré viniendo al rocío siempre aunque no sea con el uniforme". Este malagueño de Almogía que desempeña su labor como agente en la compañía de Antequera se incorporó por primera vez al dispositivo de seguridad rociero en 1996. "Aquel año hacía mucho calor y me tocó un punto de control del camino; solo teníamos el coche y una botella de agua", recuerda. Desde entonces mucho ha llovido. En el año 2000 se incorporó a la Oficina de Atención a la Ciudadanía y será precisamente eso, el trato con los romeros, lo que más eche en falta cuando se retire, a lo que suma "el compañerismo". Allí recepciona las denuncias y echa un cable a los que tienen problemas. El año pasado, por ejemplo, "conseguimos recuperar el bolso de una señora de Sevilla y nos lo agradeció muchísimo, fue muy gratificante".

También es la última romería de uniforme para el coronel jefe de la Comandancia de Huelva, Ezequiel Romero, que pasa a segunda actividad el próximo año "pero seguiré viviendo si la Virgen me lo permite". Destaca que, por el momento, la celebración se está llevando a cabo "sin incidencias de envergadura". Cada uno de los episodios que va viviendo "los miro con detenimiento, pensando que ya pasan a la historia, pero es ley de vida y lo tengo superasumido". Sus instantáneas favoritas son "el paso por el charco de la Hermandad de Huelva y la Misa de Pentecostés de mañana". Lo que más echará de menos cuando se retire será "estar junto a la Virgen del Rocío, porque es algo que me produce muchísima paz".

Una de las personas que mejor conoce las entrañas del dispositivo de la Guardia Civil en El Rocío es Curro Fabra. Desde el Departamento de Operaciones se encarga de confeccionarlo primero y luego de desarrollar toda la fase logística, "desde alojar a los casi 600 agentes que vienen a la aldea a preparar los vehículos o gestionar cualquier problema que les surja". Trabaja codo con codo con otros cuatro o cinco compañeros que "ya más que guardias son amigos". También se encargan de las tareas administrativas.

Fabra realiza esta labor en la aldea almonteña desde 2001. "Me quedan siete rocíos por delante y me jubilo". Entonces, hace ya 17 años, "recuerdo que montábamos durante días las camas para 300 efectivos, era duro". Lo que lleva peor es "estar tantos días sin la familia, porque tengo que dejar a mi mujer casi un mes antes". Para este costalero sevillano estar cerca de la Blanca Paloma es todo un privilegio.

Como la palma de la mano conoce El Rocío y su romería el alférez Óscar Valdés. Natural de Barbate y con madre de Isla Cristina, fue comandante del puesto de la aldea durante 11 años, aunque en los últimos tres ejerce en el cuartel de Almonte. Reconoce que el dispositivo "ha cambiado a mejor". Su mujer es muy rociera y tiene su casa cerca, algo que ayuda a llevar mejor la entrega total que supone para los efectivos del Plan Romero y el Plan Aldea el desarrollo de la romería.

Ayer mismo protagonizó uno de los episodios más emocionantes para la Benemérita. "Iba de patrulla con mi compañero David por la Plaza de Doñana cuando una mujer que hacía aspavientos nos avisó de que un hombre se estaba muriendo en la calle Princesa Sofía", narra. Cuando arribaron a la vivienda encontraron al anciano en el patio, amoratado tras sufrir un atragantamiento. "Mi compañero le estuvo haciendo la técnica del abrazo en el esternón y a mí el 061 me indicó que teníamos que darle golpes en la espalda, entre las escápulas". Así consiguieron que el anciano volviera a respirar. "La familia nos está muy agradecida, y él mismo, que ya está perfectamente", indica Valdés a este diario.

El Rocío a vista de pájaro es "espectacular, impresionante". El teniente del Servicio Aéreo que pilota uno de los helicópteros de la Benemérita, Luis Miranda, también se estrena este año en la romería almonteña: "Se trabaja mucho y se echan muchas horas, desde el amanecer al atardecer, pero se pasan voladas", nunca mejor dicho.

Realiza unos dos o tres vuelos diarios con función preventiva, "pero también acudimos a las emergencias". Desde las alturas es "increíble ver las ristras de carretas y de peregrinos llegando a la ermita". El teniente tuvo su primer encuentro con la Virgen el jueves "y me quedé impresionado". Si le es posible, "repetiré en 2019".

El teniente del Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona) Manuel Gato lleva 15 años en la especialidad, 13 de ellos en la romería rociera, y es todo un defensor de los animales. "Fuimos pioneros hace seis años, junto con Refugio del Burrito, porque decomisamos directamente a dos mulos" que estaban sufriendo y aquello "fue la semilla para que se adoptaran medidas contra el maltrato animal". Este año ya han intervenido una mula y prevé que en el fin de semana "nos toparemos quizá con episodios de maltrato, pero los atajaremos". Lo más gratificante es que "hemos salvado a muchos equinos que estaban condenados a muerte por sus dueños".

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