El sonido del tamboril volvió a sonar en el santuario de Nuestra Señora de la Cinta al son que marca el alegre caminar de los rocieros de la Hermandad de Emigrantes. Cumplieron así con su tradición de abrir el camino que harán hasta la Blanca Paloma en el santuario de la Patrona de Huelva.

Volvieron a mostrar toda su generosidad y cariño con una multitudinaria ofrenda de flores. Para eso a Emigrantes se le nombra la hermandad de la flores. Desde la casa de ejercicios espirituales partió la comitiva rociera en procesión con sus banderas y guiones. A las puertas mismas de la explanada del santuario se incorporó la Hermandad de la Cinta y su hermano mayor, Manuel Roméu, fue invitado a presidir delante del simpecado con el presidente de Emigrantes, Fernando Rodríguez, y su hermana mayor, Francisca Hurtado.

La concha peregrina volvió a brillar en una mañana espléndida de luz en el blanco santuario del Conquero y fue colocado en el presbiterio junto a la imagen mural de Nuestra Señora de la Cinta. La misa la ofició el rector Julián Jiménez que dio la bienvenida a los rocieros que en su ofrenda de flores traen también la ofrenda de sus corazones ante la Virgen. Habló de las dos advocaciones, Cinta y Rocío, las dos unidas en alabanza a la Madre de Dios.

Una jornada intensa de convivencia en la que participaron las dos hermandades y que abre así un camino en este tiempo de Pascua hacia Pentecostés. Emigrantes volvió a dar ejemplo de cómo hay que ir a visitar a la Patrona de todos los onubenses, levantando bien alto el simpecado de la concha peregrina, estandarte de fe y sentimientos choqueros.