El Rocío

Barro, frío y volantes empapados

  • Empiezan a agotarse las fundas para la indumentaria romera ante la previsión de abundantes lluvias.

Al mal tiempo, buena cara. Y mucha guasa. Eso fue lo que le echaron ayer bastantes rocieros ante la lluvia caída y la que se avecina los próximos días. No fueron pocos los memes (montajes fotográficos) que se publicaron en las redes sociales con las imágenes del camino inundadas. Lanchas en lugar de carretas y flotadores en vez de caballos. Sirva el humor para apaciguar los nervios por la incertidumbre creada a raíz de las últimas tormentas. Las hermandades de la capital que se ponen en camino a partir de hoy llevan desde el pasado domingo con la duda sobre si podrán transitar por el camino habitual. A través de sus perfiles en Twitter y Facebook, corporaciones como Sevilla Sur pedían prudencia a los peregrinos y que sólo se tuviera en cuenta la información oficial.

La primera en emitir un comunicado al respecto fue la del Rocío de la Macarena, que a las 15:30 recibió una llamada de la Junta de Andalucía en la que advertían que todas las corporaciones transitarán por carretera, a la espera de que se les indique en las próximas horas las paradas para el sesteo y la pernocta, pues las habituales están inundadas de agua. "No preocuparos, que al Rocío vamos a llegar", concluía el comunicado. Ésa es razón más que suficiente para que miles de romeros emprendan la senda que les lleva a la aldea almonteña, pese a que la previsión meteorológica no es nada halagüeña. Jesús Canela, hermano mayor del Rocío del Cerro del Águila -hermandad que sale hoy- lo resumía en una frase: "Este año demostraremos que al Rocío no vamos sólo para la juerga. Aquí también hay mucho sacrificio". Y no es para menos. Esta peregrinación es dura con el calor, pero igual o más penosa es con la lluvia. "A la dificultad en el andar se suman los sesteos y pernoctas. Cuando llueve no se pueden sacar las mesas de las carriolas, por lo que hay que comer dentro de unos habitáculos pensados sólo para dormir y cocinar. Ahí ya se acabó la fiesta", incide Canela.

El pintor Ricardo Suárez ha conocido muchos Rocíos de lluvia. Los ha vivido con la Hermandad de Sevilla. "Es lo más desapacible del mundo", menciona este rociero, que destaca que quienes peor lo pasan son los peregrinos, "especialmente los que van por libre y carecen de una carriola en la que refugiarse". "Yo he dormido debajo de una de ellas, pero cuando llueve y el suelo está empapado y hay que buscar refugio en otro lugar". A ello se une el frío de la madrugada. La prohibición de encender candelas impide combatir las bajas temperaturas que se registran por la noche en las paradas.

La lluvia se hace especialmente molesta en el caso de las peregrinas, cuyas batas rocieras se vuelven muy incómodas al mojarse. Las zapatillas de esparto se convierten en inservibles y hay que recurrir a las botas de agua, de mayor peso.

Ante la previsión de que las continuas tormentas empapen la indumentaria romera, numerosos sevillanos acudieron ayer a las tiendas especializadas para comprar fundas, chubasqueros y ponchos. Así lo confirmó a este periódico una dependienta del establecimiento Antonio García, en la calle Alcaicería, donde desde bien temprano había una importante cola de personas para adquirir estas fundas, cuyas existencias están a punto de agotarse por la alta demanda. También será necesario el uso del marsellés para protegerse del frío.

Las bajas temperaturas y el agua afectan a los hábitos de comida en el Rocío. Se dejarán de lado el botellín y las tapas frías por el caldo caliente, imprescindible tras una importante mojada.

Varias hermandades sevillanas, como Osuna, Écija o Carmona, ya saben lo que es hacer frente a la lluvia desde que se echaron a andar el domingo. Las fuertes precipitaciones obligaron ayer a la de Morón a retrasar su salida.

La lluvia en el Rocío es casi tan habitual como el calor, especialmente cuando Pentecostés cae muy adelantado. Ya lo cantan las famosas sevillanas: "Chaparrones de mayo, lavan los pinos y asientan las arenas de los caminos". Aunque en este caso, en vez de asentar, las reduzcan a fango.

A pesar de que la estampa de los peregrinos bajo una manta de agua pueda resultar muy emotiva - y hasta llena de romanticismo-, lo cierto es que se convierte en una experiencia muy molesta no sólo para los romeros, sino para el resto de los sevillanos que tendrán que sortear las carreteras por las que ahora discurrirán las comitivas rocieras.

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