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La prestigiosa Guía Repsol ha concedido los nuevos 'Soletes' en su edición de otoño a tres establecimientos onubenses: Dos restaurantes muy conocidos de Huelva capital y una taberna de Aracena. ¡Descubre los 'Soletes con Solera' de Huelva!
La gastronomía onubense vuelve a ser distinguida una vez más por la reconocida Guía Repsol, en esta ocasión con una nueva tanda de 'Soletes' de otoño, para reconocer a bares y restaurantes con una esencia auténtica, recomendados para disfrutar del buen comer.
En esta nueva edición la guía gastronómica ha querido destacar aquellos bares con "solera", establecimientos tradicionales e impulsados por jóvenes hosteleros que buscan ofrecer los sabores de siempre, un nexo de unión entre generaciones que comparten el mismo impulso por poner en valor nuestras raíces.
En esta ocasión, los restaurantes distinguidos con los 'Soletes' otoñales de la Guía Repsol, han sido dos conocidos restaurantes de la capital que se encuentran en la avenida más popular de Huelva para tapear, y una taberna muy serrana en la localidad de Aracena.
En Huelva capital se ha llevado uno de los tres 'Soletes con Solera' la Bodeguita Zafiro, regentada por Andrés Domínguez y ubicada en una de las terrazas más gustosas de la ciudad, en la conocida avenida de Pablo Rada. Un restaurante con una extensa carta en la que lo difícil es escoger entre los exquisitos platos que podemos encontrar.
Bodeguita Zafiro despacha la mejor carne ibérica traída directamente de Jabugo, cordero andevaleño de gran calidad y las más jugosas terneras del territorio nacional, además de pescados y mariscos venidos de la lonja de Isla Cristina. Como adelantábamos, su carta es interminable, pero no por ello resta calidad, en ella encontrarás también chacinas, guisos, revueltos y salteados, pescaíto frito y un sinfín de tapas. ¡No te pierdas sus patatas arrieras con salsa de alioli o sus fuera de carta de carnes y pescados! El broche de oro lo pone el trato de su personal, rápido y excelente.
El segundo 'Solete' de la Guía Repsol de este otoño ha recaído en El Tapeíto, también ubicado en la avenida Pablo Rada de la capital. Llevado por Eduardo de la Rosa, este restaurante es complicado no verlo lleno cualquier día, incluso entre semana. ¿Su secreto? Por supuesto, su excelente producto con carnes a la piedra, jamón espectacular, buena carta de vinos y una atención amable y cercana.
¿Quién no ha probado el choco al triqui-triqui de El Tapeíto? También ofrece una gran carta que bien le ha valido esta distinción, una variedad de auténtica calidad. Carnes de todo tipo al horno de carbón de encina, pescados de la costa, tapas y montaditos, variedad de croquetas gourmet... ¡Incluso tiene su cocedero de marisco propio! donde probarás el género más fresco de Huelva.
El tercer y último 'Solete' ha viajado hasta el norte onubense, a la capital serrana de Aracena. El Rincón de Juan, una modesta tasca que esconde un diamante gastronómico para tapear y comer de lujo. Con mesas dentro y fuera de su local, este establecimiento despacha tapas con una excelente relación calidad-precio.
En El Rincón de Juan encontrarás una taberna con exquisitas carnes, castañuelas y morcilla a la plancha, y también muy populares sus callos de ternera con garbanzos o sus guisos. Por supuesto, cuenta con un jamón ibérico espectacular en un pequeño local pequeño pero grande en todo lo que ofrece para comer más que bien en la sierra.
Las recetas con arraigo y los sabores de siempre son tendencia. Hay un movimiento que reivindica la tradición y pone el foco en los sabores de siempre, empujado por jóvenes que comparten con los de siempre esas ganas de que el patrimonio gastro no se pierda.
Tabernas marineras que bordan los guisos, pastelerías que hacen los dulces que comían tus bisabuelos o barras que emocionan con una simple tortilla de patatas. Los Soletes con Solera son un nexo de unión entre generaciones que comparten el mismo impulso por poner en valor nuestras raíces.
Sitios jóvenes que reivindican prácticas tradicionales, usan los productos de la zona y protegen las recetas de siempre. Establecimientos que han resistido durante décadas con una propuesta pegada al territorio, un ambiente que explica por sí mismo el barrio o el pueblo que lo alberga, y familias que ya son institución.
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